El duelo como resistencia: reflexiones desde Montero, Curie y Beauvoir
Por J. Barish
ara Beauvoir, aceptar nuestra finitud es un acto de autenticidad; para Montero, narrar es resistir el olvido y transformar el dolor en creación. Ambas nos enseñan que el duelo puede ser tanto un espacio de resistencia como de reconstrucción, un acto íntimo con resonancias universales.
Cuando leí La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero, antes de terminar el primer capítulo, sentí que me golpearía en esas heridas que creí cerradas para siempre. Creo que quienes hemos convivido —en mi caso, casado— con alguien con una enfermedad grave sabemos que la probabilidad de que mueran es muy alta, y empezamos a imaginar la vida sin ellos o ellas. Durante años pensé que la viudez iba a ser mi futuro; de alguna forma, tenía casi la certeza de ello (me permito espoilearles: no fue así). Me imaginé durante años cómo iba a lidiar si pasaba, cómo me enteraría, cómo sería después. Es un poco esa fantasía mórbida de la que habla LNG SHT (2022): “Todos fantasean (¿Qué pasará cuando me muera?), flotando de forma etérea sobre la pandilla entera”, pero no en mí, sino en quien era mi pareja.
Mientras leía a Montero (2021), sentía cómo esas heridas volvían a abrirse, ese miedo continuo a la muerte ajena que, emocionalmente, temía que fuese también propia. Ella describe esa sensación de incredulidad frente a la pérdida con una franqueza que me resulta familiar: «Después de la muerte de Pablo, yo también me descubrí durante semanas pensando: «A ver si deja ya de hacer el tonto y regresa de una vez», como si su ausencia fuera una broma que me estuviera gastando para fastidiarme…» (p. 25).
Hace poco, hablando con un amigo sobre los rompimientos en general —haciendo alusión a nuestros respectivos divorcios y una amiga cercana que había quedado viuda muy joven— coincidimos en algo. Aunque las separaciones pueden ser tormentosas y dolorosas, siempre hay un resquicio de posibilidad para la reconciliación. Solo la muerte tiene un carácter definitivo. Esta conversación me hizo volver al libro de Montero y a ese miedo cotidiano que sentía: el terror que me provocaba el sonido de un teléfono desconocido, imaginando que sería la llamada que confirmaría su muerte.
Regreso a los rompimientos porque tuve la suerte —y no lo atribuyo más que a eso— de no quedarme viuda. Aun así, hubo momentos en los que, mientras cumplía con las labores domésticas de una noche cualquiera, veía encenderse la luz del pasillo fuera de mi departamento y me sorprendía caminando hacia la puerta para abrirle a mi (ex) pareja, esperando que fuese un día común, como si todo pudiera volver a ser lo que fue antes de que la vida nos diese un vuelco.
Para Montero, como para Marie Curie, narrar es una forma de sobrevivir a la pérdida. Montero lo describe así: «Nuestra memoria en realidad es un invento, un cuento que vamos reescribiendo cada día (…) lo que quiere decir que nuestra identidad también es ficcional» (2021, p. 117). A través de este acto, ambas transforman el duelo en un relato que otorga significado al caos.
Estos relatos (el de Montero y el de Curie) me regresan a la memoria a Simone de Beauvoir (2020) con su La ceremonia del adiós y las descripciones del dolor que se siente al leer su duelo anticipado, ese dolor de saber que la muerte de un ser querido es inevitable y está cerca “–Así pues, es la ceremonia del adiós. Le puse la mano en el hombro, sin responder. La sonrisa, la frase me han perseguido largo tiempo. Yo daba a la palabra «adiós» el sentido supremo que tuvo unos años más tarde, pero entonces estuve sola para pronunciarla” (p. 29).
Montero, Curie y Beauvoir comparten algo fundamental: el duelo y la muerte no son solo experiencias personales, sino momentos de profunda reflexión existencial. Para Beauvoir, aceptar nuestra finitud es un acto de autenticidad; para Montero, narrar es resistir el olvido y transformar el dolor en creación. Ambas nos enseñan que el duelo puede ser tanto un espacio de resistencia como de reconstrucción, un acto íntimo con resonancias universales.
J. Barish. Escritora inexperta, estudiante continua, soñadora, cantante frustrada, fanática de los adjetivos.
Referencias
- Montero, R. (2021). La ridícula idea de no volver a verte. Planeta.
- LNG SHT. (2022). “La marcha de los tristes”. IV.- Buenos adultos. EMI
- Beauvoir, S. (2020). La ceremonia del adiós. Edhasa
Imagen: Tomada de la portada del libro La ridícula idea de no volver a verte