Hacia una teoría radical de la verdad según Romero. O Contra Vattimo
Por: Santiago Tandazo
Partir de una postura sobre la verdad, como un atributo de las proposiciones, que se enfrenta a la bandera del sentido común o del relativismo que nuestro mundo abraza nos hace participes de confrontación con ideales en pleno vigor. Pero nos da un terreno fértil para estructurar mejor el conocimiento humano.
El concepto de Verdad parece ser un tópico muy presente en la discusión casual contemporánea, a la vez que, paradójicamente, es ninguneado por algunas tendencias filosóficas actuales. Sistemas enteros de pensamiento popular han vaciado multiplicidad de significados sobre el término una vez que de este se cuestionó una legítima definición. No obstante, y en marcado contraste, aún hay quienes sitúan su conceptualización como un eje importante para desarrollar algunos apartados dentro de la filosofía. Le otorgan un peso capital en el entendimiento de esta y en su relación con la evidencia posible para la conceptualización del mundo.
En esa antípoda se sitúa el profesor de astrofísica y filósofo argentino Gustavo Romero con su teórica de la verdad. Su amplio interés por el desarrollo de la ciencia se ve cruzado por todo campo de filosofía que competa. Desde ahí ha contribuido a un desarrollo en contraposición a ciertas teorías sobre el consenso de la verdad, y sobre todo a la posición deflacionista. Considera peligroso en términos de entendimiento del mundo y respeto al otro que haya vaguedad a la hora de proponer definiciones o que incluso haya un abandono de la idea de delimitar. Veremos mucho más adelante el impacto de esto en el manejo de las relaciones humanas.
El desarrollo de su teoría ficcionalista de la verdad está profundizada en uno de sus cursos de filosofía que es de fácil acceso en redes sociales. Acá por cuestiones prácticas me centraré en la diferenciación que hace de al menos dos tipos de verdad semántica, siendo está dividida en formal y fáctica. Es la que compete en relación con el uso de las palabras y el mundo esa última subdivisión. Parafraseando a Romero una verdad semántica-fáctica es un atributo que le asignamos a algunas proposiciones del lenguaje que se refieren a hechos, es decir la verdad es un atributo, no una propiedad intrínseca (2018, p.19); siendo que las proposiciones no tienen valor de verdad a menos que se las atribuyamos. Pero para esa atribución necesitamos algún “criterio de verdad” sobre la base de alguna evidencia. Estos valores de verdad pueden cambiar si cambia la evidencia. Por esto último, es que también es vital hacer hincapié en que se huye de la idea de Verdad Absoluta, y se acerca a una más probabilística. «La verdad no es absoluta, es relativa a la evidencia que tenemos para hacer la aseveración» (Romero, 2021).
Debido a que su campo de acción aplicado es sobre todo la ciencia, es necesario reflejarla primero ahí y luego en su relación con la cotidianidad. Es entonces que se plantea a la Evidencia como un conjunto de proposiciones que expresan determinaciones empíricas sobre alguna propiedad de alguna cosa (Romero, 2024). Por ejemplo, si nos planteamos el enunciado “el punto de ebullición normal del agua es de 100°C”. Más allá de consideraciones directas como la demostración empírica dentro de una cocina, tendríamos en cuenta el desglose de enunciados como producto de batería de observaciones o mediciones controladas en torno a la ebullición y los procesos químicos y físico del agua.
Partir de una postura sobre la verdad, como un atributo de las proposiciones, que se enfrenta a la bandera del sentido común o del relativismo que nuestro mundo abraza nos hace participe de confrontación con ideales en pleno vigor. Pero nos da un terreno fértil para estructurar mejor el conocimiento humano. Por eso es necesario entender desde, hacia y contra qué va Romero. En el relativismo estructural que nos enajena no hay cabida para dinamitar o martillar la idea de que dos concepciones contrapuestas sobre algo son igualmente válidas siempre y cuando el otro “no me angustie con su idea errada del mundo”. No muy lejos están quienes piensan así desde el “ni izquierdas ni derechas”, para algunos incluso puede ser un ejercicio democrático y de armonía social derrocar cualquier idea sobre verdad, en pro de un nublado consenso. No por nada, filósofos como Vattimo hablaban de que la verdad es enemiga de la democracia. Se entiende que los cómo y por qué pueden estar sujetos a debates, pero habría que ver desde donde se arma la evidencia de las posturas enfrentadas. La decisión de enseñarle a un niño en la escuela que la tierra tiene una forma maso menos redonda está por encima del consenso al que puedan llegar todos los padres terraplanistas del salón en caso de ser mayoría sobre qué es verdadero y qué no respecto a dicho enunciado ¿se entiende por qué sería preocupante establecer como criterio de verdad un consenso de votos frente a una opción más sujeta al contraste dentro de unos procesos basados en la evidencia? ¿Se puede entender por qué es una postura radical la de Romero frente a la popularidad de relativizar la conceptualización del mundo para no tener que responder ante las diferencias más allá de las riñas habituales?
Vattimo, a quien seguro no le habría caído bien Romero, señala: “Si existiera una verdad «objetiva» de las leyes sociales y económicas (la economía no es una ciencia natural), la democracia sería una elección por completo irracional: sería mejor confiar el Estado a los expertos, a los reyes-filósofos de Platón o a los premios Nobel de todas las disciplinas” (Vattimo, 2009, p.10). Aquí hay una serie de precisiones que darían para amplios artículos.
No se trata de imposición dogmática por parte del argentino, como quizá vería el italiano, sino de un estado de correspondencia con la realidad y lo que de ella hemos podido contrastar frente a otros sistemas de valoración con probabilidad menor de coherencia. Es así como hoy no nos es admisible desde la teoría de la verdad de Romero la posición de una raza superior a otra por no corresponder con criterios de verdad obtenidos acorde a la evidencia. Frente a una imposición de mayoría ideológica sobre las razas o un simple consenso entre nazis.
En temas de ciencia más directa se torna más espinoso o jocoso el tema, desde donde se mire, para posturas como la Vattimo, o Latour y Woolgar, ojalá tener el tiempo de desarrollarlo de una mejor manera. Solo diré que, de enfermarse de cáncer, se harían atender con el médico, cuyo margen de error sobre “las verdades reveladas” es menor al que puede dar quien cree curar el cáncer solo es posible con una imposición de manos.
La postura de Romero nos invita incluso a ser críticos con la misma ciencia, pero no desde la óptica habitual que pulula dentro de áreas desinformadas o desde Vattimo, sino entendiendo las maneras en que funciona y se ejecuta la ciencia, que está lejos de la idea de una imposición de simples de voluntades dictatoriales. “La ciencia actual necesita desesperadamente un trabajo filosófico para aclarar el significado último de sus teorías y producir una visión coherente del mundo” (Romero, Scientific Philosophy, 2018, p. ix).
La Verdad, desde Romero, puede ser amiga de la democracia, justamente porque le da mayores posibilidades a quien ejerce su participación de hacerlo de con la mayor probabilidad de coherencia con el mundo. El sentido común sesgado, la posición relativista y la posverdad dañan la democracia y a la vez parece solapar prácticas que limitan sus alcances justos, inclinarse hacia este lado de la balanza por el esfuerzo necesario para su ejecución frente a un mundo que banaliza el conocimiento probabilístico más preciso, en pro de uno más pluralista y errado, y vendido como democracia de saberes. Incluso una simple navaja de Ockahm parece ser triturada para dar paso a veinte explicaciones tibias de algo, frente a algunas ideas más honestas. Cuánto ayudaría a que las políticas públicas frente al ecosistema, el desarrollo sostenible y los derechos humanos se vieran fortalecidas en sus frentes.
Romero también puede ser un recordatorio para quienes habitamos el sur del continente, aún estamos en deuda con nuestros intelectuales frente a la hegemonía de otros territorios. Leerlos es el primer paso hacia visibilizar y contrastar lo que hacemos desde territorios menos escuchados.
Santiago Tandazo. Me interesa todo lo que tenga que ver con la conducta. Interés en las artes y las ciencias, y las distintas perspectivas que esta arroja. Me obsesiona la cultura pop sobre todo expresada en internet.
Referencias:
- Romero, G. E. (2018). Scientific Philosophy (pp. IX, 19). Springer.
- Romero, G. E. (2021). La Verdad – ¿Qué es y por qué importa? Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=IKjQpE-Fnz8&t=37s
- Romero, G. E. (2024). Teoría de la verdad, clase. Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=IbFcAkokEng
- Vattimo, G. (2009). Adiós a la verdad (pp. 10). Editorial Gedisa.
Imagen tomada de objetivismo.org e intervenida digitalmente.