Por: Jessica Ochoa
“La necesidad de transformación política exige regresar al contacto como forma de re-conocernos con el otro/a, de percibir lo otro, de accionar frente a lo otro; que termina siendo lo nuestro, en tanto condición de ser social”.
La inmediatez como categoría de análisis en la dinámica actual, sin duda es un tema que ha abarcado las discusiones filosóficas durante los últimos tiempos, con filósofos modernos como Byung Chul Han, Lipovetsky, Kornbluh y otros; todos ellos planteándose como lo opuesto a la reflexión y la profundidad, en un contexto de la economía del “capitalismo tardío”.
Existe, una percepción sensorial inmediata de los sucesos, que ha erosionando la relación entre espacio – tiempo gracias a la masificación y velocidad de la información que circula y a la tecnología. Los hechos – tendencias en promedio duran 24 horas, alimentando así, la economía de la atención. El tiempo juega un papel clave en la vida; pero ya no solo mide el valor en tanto tiempo socialmente empleado para la producción, sino que es referente de la productividad de nuestra propia vida, en tanto cantidad de actividades realizadas en el menor tiempo posible. Una explotación autoinfligida, como diría Byung-Chul Han.
En este contexto, me surge la pregunta: ¿Cómo re-construir un sujeto político como vínculo de lo humano?
Este artículo no tiene, ni de lejos, la intención de generar respuestas, más bien plantea más interrogantes, e intenta reflexiones, incluso dispersas, por lo que de antemano sabrá disculpar el lector.
En un momento en donde el “self” ha remplazado de largo a lo colectivo, o al menos eso parece; la velocidad de la vida (lo inmediato), cada vez aumenta las barreras para establecer relaciones humanas. ¿Será que los hechos se han acelerado?; la información llega con tanta velocidad, que se torna casi imposible reflexionar sobre lo que ocurre; más aún sobre los temas políticos. Hay una avalancha que termina sepultándonos y muchas veces inmovilizándonos, y que hace que sea tan difícil reaccionar.
¿Evolucionan nuestros sentidos al ritmo de lo que vivimos hoy? ¿Podemos percibir hoy de distinta forma la velocidad? Ahora escuchar un audio a velocidad normal exaspera (hay que pasarle como mínimo a 1,5 porque roba mucho tiempo). La masificación de la información, una información “sin filtros”, aunque tiene sus ventajas al promover mayor transparencia, no necesariamente ha generado mayor consciencia; probablemente por la carencia de profundidad con la que se aborda. Esta masificación incluso ha generado lo opuesto, tendencias morbosas, normalización de formas de explotación y violencias nunca antes vistas. Si no, cómo explicarnos que, hechos como el horror de Palestina, transmitido en vivo ante nuestros ojos, no han logrado inmutarnos siquiera como sociedad.
Vivimos una “aceleración generalizada” de la vida. Estamos en la era de la Hiper-mediatez: “la satisfacción inmediata de las necesidades …como promesa de un presente eufórico” (Lipovetsky). Somos entonces máquinas que, a la velocidad de la luz, buscamos día a día cumplir con lo socialmente asignado; pero, por más velocidad que se imprima, las horas nos faltan.
Como contradicción al mercado de la inmediatez, surge la necesidad de pausa, aunque hábilmente en el sistema que vivimos, la única pausa permitida sea para la atención individualista del ser. La búsqueda de lo humano se ha reducido a generar una mejor versión de ti mismo, mientras la sociedad se cae a pedazos en tiempo récord.
Las ideologías y la política son necesarias y fundamentales en la medida en que el presente se vuelve escenario directo para el ejercicio colectivo como forma transformadora en esta “crisis de futuridad” (Kornbluh, p.13). Hay que tomarnos el tiempo para reflexionar, para sentir, para crear; y que esto, no signifique quedarnos por fuera ni detrás de la historia. Recuperar la profundidad de acción y análisis sin perder la capacidad de oportunidad en el tiempo.
La disputa del sentido común exige debates profundos, acciones presentes y colectivas, de contacto y por ende reales. Así, Kornbluh plantea la necesidad de rescatar la teoría como forma de “intermediación” para la interpretación de la realidad, como más de un siglo ya lo planteaba Lenin. La filosofía se vuelve respuesta en tanto impulse la reflexión, y en tanto transcienda, como lo plantea Marx en su 11va tesis sobre Feuerbach, de la reflexión a la acción por transformar el mundo.
Se requieren no solo cambios económicos, sino debates profundos y una cultura crítica de la realidad; el uso de nuevas formas de comunicación, que no pierdan el contacto y la toma del espacio público.
La necesidad de transformación política exige regresar al “contacto” como forma de re-conocernos con el otro/a, de percibir “lo otro”, de accionar frente a “lo otro”; que termina siendo lo nuestro, en tanto condición de ser social. De esta manera, la reconfiguración de vínculos humanos, se constituye como forma de resistencia en la economía del mercado de la inmediatez.
Referencias:
- Han, B. (2020). La sociedad paliativa. Traducción de Alberto Ciria Herder. pdf.
- Kornbluh, A. (2023). Immediacy or, The Style of Too Late Capitalism. ISBN 978-1-80429-134-4. pdf.
- Lipovetsky, G. (2006). Tiempos hipermodernos. Anagrama. pdf.
Imagen tomada de elgeneracionalpost.com e intervenida digitalmente.