¿La felicidad es un problema?
Lelouch Lamperouge.
La felicidad puede ser un problema, para explicarlo un poco mejor citaré a mi abuelo, que de seguro es el abuelo de todos quienes están leyendo esto, que decía siempre “todo extremo es malo”, “demasiado de algo nunca es bueno” y “todo extremo es vicioso, solo el medio es virtuoso”, transmitiendo con estas sencillas frases la sabiduría que solo da el tránsito por este mundo, como todo niño no creí que aplicará a todo, especialmente no creí que aplicará a la felicidad, pero con solo ver el mundo hoy en día, cada día le doy más la razón.
No solo en un sentido metafórico hoy en día el principal problema de nuestra sociedad, como bien analiza Byung Chul Han[1] ya no es el sufrimiento, es la felicidad, o lo que nuestro cerebro ha comenzado a asociar con la idea de felicidad, algo tan cotidiano que ya no es nuestro sorbo de café, whisky, o de jugo verde, dependiendo de cómo te gusta iniciar el día, si no de dopamina; inyectada mediante el celular para poder levantarnos, para poder comenzar una vida que cada día está más encaminada a ser hiper felices, con metas imposibles y necesidad de aprobación de desconocidos.
Entonces, esta se constituye una búsqueda implacable que ya no causa dolor, sino ansiedad, porque el cerebro ya no busca más que estímulos, placeres, felicidades, con un carácter de instantáneo, ese algo que nos motiven a seguir haciendo algo, lo que complica enormemente nuestra vida; para qué salir a tomar sol, leer un libro, conversar con nuestros semejantes -si eso no genera notificaciones, likes, reacciones- entonces, la dopamina que ha sido el motor para la evolución, que nos llevó de una cueva a un castillo y luego a un penthouse, para situarnos ahora, a la gran mayoría, atrás de una pantalla viendo fotos de un penthouse y ser felices por unos segundos, para pasar al siguiente post y sobre pasar esos segundos de angustia y desesperación antes de encontrar algo viral y volver a ser felices, otros contados segundos más, se ha vuelto nuestro principal peligro.
Precisamente, estas circunstancias conducen a la mayor pregunta filosófica de la actualidad, ¿está mal ser felices? Instagram me hace feliz, tick tock me hace feliz, Facebook me hace feliz, un podcast me hace feliz, y poco a poco esa “felicidad” se va disolviendo como un poco de azúcar en tu café, porque cuando le agregas demasiada de esa felicidad artificial a la vida, pierde su sabor, y te estimulará, sabrá dulce, pero ya no será vida ni café. Volviendo a la sabiduría de los ancestros, que en la tumba nos enseñan la más importante lección de todas, -nada es eterno en esta vida- por la misma “naturaleza” del ser humano (entendida como una realidad científica más o menos descrita en el ámbito de la biología)[2], al acabar el café, al asentar el celular, cuando se acabe nuestra dosis de lo que sea que genere dopamina, tendremos dos caminos.
Aceptar que el mundo no es como esa ilusión, esa representación, esa pintura reflejada en una pantalla, el aceptar contra toda intuición que está bien ser miserables, no ser perfectos o segundo, buscar más felicidad; ¡oh sorpresa! el cerebro quiere ser feliz, sin importar que nunca nos preguntamos primero qué es ser “feliz” y cuando menos lo pensamos, estamos en la cena navideña rodeados de la gente que supuestamente nos ama y a la que supuestamente amamos, con el celular debajo de la mesa, buscando fotos de qué… de otras cenas, ¿mejores cenas? ¿con gente que se ama más? ¿cenas sin el incómodo familiar que nos molesta? ¿cenas sin la incómoda pregunta sobre el trabajo o la pareja? ¿cenas con mayor luz? ¿con mejor iluminación? ¿cenas con mejor resolución? ¿cenas con más likes? cualquier lugar perfecto que nos aleje de esa imperfecta vida que llevamos en el mundo material, porque somos verdugos y víctimas como en casi toda situación en esta vida.
Porque al llegar el momento nosotros también compartiremos una foto de una perfecta celebración, que alguien en otra cena con los mismos problemas que nosotros después verá y deseara estar, cenando en un mundo imaginario, construido por todos y alejado de todos, porque la realidad es imperfecta, en cuanto jamás se va a definir por la voluntad de un ser humano, entonces, ¿está mal ser feliz? A veces si, el cerebro se auto regula, al existir demasiada dopamina, los receptores serán cada vez más difíciles de estimular e inevitablemente necesitamos más dosis para ser felices, dosis de cocaína, heroína, whatsapp, instagram, elogios, likes… aprobación.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? ¿ser miserables? y entonces, la filosofía, hace su entrada triunfal, porque eso ya depende, depende de lo que tu consideres es la “finalidad de tu vida”, ya que, si quieres ser “feliz”, tienes que ser miserable a veces, porque lo humano es demasiado complejo, como para pasar en un solo “estados” las 24 horas, por eso a veces lo que en realidad necesitamos es llorar, aceptar la soledad, la ansiedad, detenernos a darnos la oportunidad de ser miserables, para así tal vez algunas veces poder ser felices, si tu “finalidad” es más conseguir la virtud, cuánta de tu idea de virtud está en pasar todo el día en un celular, dejando que te consuma a ti y a tus relaciones, a tus sueños y esperanzas, o si esa “finalidad” de vida te parece demasiado romántica, puedes seguir los consejos un Marqués y “respetar eternamente el vicio y no combatir si no la virtud”[3] y dejarte llevar por las redes, sea lo que sea que decidas, mi propósito al igual que el que creo es el de la filosofía, siempre es cuestionarnos todo y ahora plantear una pregunta, ¿la felicidad es un problema?.
Lelouch Lamperouge
Notas:
[1] Han, B. C. (2014). Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder Editorial.
[2] Galindo-Velásquez, H. A. (2020). Autorregulación cerebral: fisiología y fisiopatología esenciales para el manejo neurocrítico. Revista argentina de medicina, 8 (4).
[3] De Sade, M. (2022). Justine o los infortunios de la virtud. EDITORIAL INNISFREE.
Imagen tomada de discord.com e intervenida digitalmente.