Entre el concepto de ciudadanía y la biodisponibilidad de los cuerpos – Brenda Espinoza Gárate
De esta forma, la existente relación entre la biodisponibilidad de los cuerpos y el territorio pasa por comprender que la vida de quienes se involucran en procesos de reproducción asistida se articula con el territorio (un espacio heteropatriarcal y colonial) en donde se materializarán injusticias espaciales y corporales que se conectan con la reproducción biológica y social
“Si la tecnología es injusta, cambiemos de tecnología”
Judy Wajcman
El abordaje de las tecnologías de reproducción asistida y la proyección de lo reproductivo pone sobre la mesa el debate feminista alrededor del esencialismo biológico y el determinismo tecnológico en un primer momento. Aunque, intentando no caer en ese “pensamiento especulativo” en palabras de Haraway (2019), decido partir desde un lugar que me invita a pensar en la tecnología, el género y lo biológico como elementos situados que fluctúan y, sobre todo, se politizan.
Es común que la mayoría de reflexiones en torno a la reproducción partan de cuestionarse ¿Qué es una mujer? ¿Quiénes pueden gestar? ¿Por qué gestar? Y pone ese foco de atención en la posible trascendencia del campo de visión de las gestantes y “simula políticas” de liberación (Haraway, 1995). Apuntan a la alineación de los principios de ciudadanía y libertad (en tanto pueda negociar en el espacio público), la mujer independiente se circunscribe al mundo como ‘empresaria de sí misma’. A través de la idea del cuerpo socialmente resignificado (de manera positiva) que se individualiza en la programación de la reproducción como producto de su aparente libertad, porque ‘puede’ hacerlo.
Los términos en los que se proyecta este mercado serán en la diferenciación claramente de dos tipos de sujetos. Por un lado, las pacientes-clientes y por otro las procuradoras de material reproductivo. Estos ideales por supuesto se vincularán a las expectativas de género y su relación con el deseo que involucra a ambas partes, que es reconfigurado por una lógica en la que se propone una regularización económica y legislativa sobre lo reproductivo que únicamente interpela sobre algunas razones que abarcan unos sujetos políticos como consumidorxs; es decir, quien tiene la capacidad de “elegir” y “adquirir”.
en el escenario de las tecnologías de reproducción nos enfrentaremos a narrativas con una lógica distinta a la represión, pero más perversas pues resultan de la ironía de la elección y la programación a través de la biodisponibilidad de los cuerpos.
De ahí, surge esa compleja relación entre autonomía y ciencia, una ficción contemporánea del mercado, en donde se asimilan los cuerpos como un organismo y una máquina cuya intimidad y agencia han sido codificados a lo largo de la historia. Es decir, esos cuerpos reproductivos, son previamente teorizados y fabricados según las tradiciones de la ciencia y la política occidental; un capitalismo colonial y racista que, en la actualidad, es definido como ‘progreso’. Por tanto, en el escenario de las tecnologías de reproducción nos enfrentaremos a narrativas con una lógica distinta a la represión, pero más perversas pues resultan de la ironía de la elección y la programación a través de la biodisponibilidad de los cuerpos.
Invocaré a Foucault (1998) que propone una explicación a la integración de un cuerpo en sistemas de control y regulación a lo que denomina: biopolítica de la población centrada en el cuerpo-especie y será esto lo que determina el proceso de un cuerpo involucrado en ciertos mecanismos de vida. Este término permite problematizar cuál será el campo político en el que fluctúan los significados de la reproducción junto con las estrategias específicas que se ponen en marcha para sostener el gobierno, control y regulación de los cuerpos que participan de las tecnologías de reproducción asistida.
Esto será el resultado de un proceso que tal como lo expresa Foucault (2004), no surge como una imposición directa, pues será más difícil de leer debido al relato aparentemente “transaccional” que llega a traducirse en nuevos modos de pensar el que hacer de los procesos biológicos y la ciudadanía que, a su vez, encuentra expresión y sentido si lo vinculamos con un orden económico que no solo da luces de la producción y circulación de riquezas sino de la continuidad de esa dominación a través de la bioeconomía reproductiva.
Desde esta perspectiva, se han desarrollado dimensiones como la de ciudadanía biológica que, evoca los fantasmas que ya mencionaba Foucault sobre la construcción de una idea de biología operante y que Rose (2012) aterriza para nombrar los vínculos entre biología y valor humano, para referirse a las formas en las que “los lenguajes y las aspiraciones de ciudadanía han moldeado los modos en que los individuos se autocomprenden y se relacionan consigo mismos y con los demás” (p. 272).
Existe una crítica a esta idea de ciudadanía biológica que ya la menciona Rose (2012) sobre el alcance individualizante y colectivizante del mismo. En principio, a nivel individualizante, se requiere que la relación del individuo consigo mismo parta de la propia autodescripción y otros criterios de autoevaluación lo que haría suponer una responsabilidad corporal que nace del régimen del “yo”. Por otro lado, a nivel colectivizante este llevaría a la idealización de una condición compartida, en este caso a la suposición de todas las implicaciones alrededor de todas las categorías que traspasan los cuerpos que participan en los procesos de reproducción asistida.
Finalmente, Rose (2012) menciona que esta ciudadanía biológica independiente a su carácter individualizante o colectivizante operan en el terreno de la esperanza. Rose, cita a Sara Franklin y su estudio sobre las tecnologías de la esperanza, para mencionar lo relativo a las aspiraciones profesionales, las ambiciones comerciales e incluso los deseos personales que se entretejen para redefinir el tejido biosocial de las tecnologías de reproducción asistida. Diríamos que estos dilemas presentan una realidad que puede adaptarse a contextos y sobre todo historias biopolíticas particulares en las que prima una base o imaginación política de ciudadanía colonial. En donde la estrategia de construcción de ciudadanxs biológicxs es desde arriba y tiende a problematizar la reproducción exclusivamente en intentos de presunta planificación y control. Mientras que una visión que parte desde abajo, pluraliza los campos de experiencia, crítica, duda y decide entre lo político y el capitalismo.
En donde la estrategia de construcción de ciudadanxs biológicxs es desde arriba y tiende a problematizar la reproducción exclusivamente en intentos de presunta planificación y control. Mientras que una visión que parte desde abajo, pluraliza los campos de experiencia, crítica, duda y decide entre lo político y el capitalismo.
En ese sentido, como parte de la propagación global del sistema descrito en líneas anteriores se puede decir que existen zonas políticas y económicas de biodisponibilidad (Clarke et al., 2010), esta definición debe ser cruzada con la propuesta por Nahman y Weis (2023) para referirse a la biodisponibilidad como un conjunto de procesos y procedimientos ontológicos, sociotécnicos y estructuras emocionales que se debaten entre la desigualdad política, económica y geográfica de la economía global y la estratificación racial que llegan a ser encarnados de manera procesual por ciertos cuerpos.
De esta forma, la existente relación entre la biodisponibilidad de los cuerpos y el territorio pasa por comprender que la vida de quienes se involucran en procesos de reproducción asistida se articula con el territorio (un espacio heteropatriarcal y colonial) en donde se materializarán injusticias espaciales y corporales que se conectan con la reproducción biológica y social (Zaragocín, 2020). Sin embargo, esta percepción de lo espacial se convierte en una forma de interpretación de lo íntimo, en donde la lucha territorial abre un espacio conceptual para comprender una interpretación no solo del cuerpo como un territorio, sino que serán territorios inmersos en proyectos geopolíticos; esto quiere decir que las mujeres actúan desde el cuerpo y la territorialidad que en él se encarna (Zaragocín, 2020).
Es así que, se diría que el concepto de biografías reproductivas es la cereza del pastel de este análisis pues, permite comprender los enredos de ese contexto de bioeconomías, construidas a partir de los diferentes posicionamientos biopolíticos y geopolíticos de quienes participan en los procesos de reproducción asistida. De forma que, tal como se ha argumentado hasta este punto, las tecnologías reproductivas deben analizarse desde un marco relacional.
Las biografías reproductivas serán definidas por Laura Perler y Schurr (2021), como aquellas narraciones de las mujeres sobre su propio ciclo de vida reproductiva, junto con el entramado de experiencias encarnadas ente sus intimidades reproductivas, su entorno socioeconómico y político. Centrándonos en el vínculo que estos ciclos (embarazos, embarazos no deseados, abortos, planificación familiar, violencia sexual y obstétrica) afirmamos que están directamente relacionados con sus motivaciones para colocar a sus óvulos, sus vientres en alquiler o criopreservar sus óvulos en una posición de disponibilidad biológica y cualquier propuesta técnica o política deberá partir de la enunciación de esos procesos.
Brenda Espinoza Gárate.
Feminista, mujer mestiza y orgullosamente latinoamericana. Desde temprana edad he planteado una relación en mi vida que combina la experiencia en el territorio desde el activismo con la formación académica, siguiendo así el camino del Derecho y las Ciencias Políticas. Sin embargo, el Derecho suele alinearse con un discurso heteronormativo y misógino, lo cual me resultó lo suficientemente preocupante como para impulsarme a completar mi formación con la Licenciatura en Género y Desarrollo, guiándome incluso en la Especialización en Políticas de Cuidado con Enfoque de Género de Flacso Brasil y llevándome finalmente al Máster en Género y Política Social en la Universitat de Valencia y al Máster en Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona.
Referencias:
- Clarke, A., Mamo, L., Fosket, J., & Shim, J. (2010). Biomedicalization a theoretical and Substantive introduction. In Biomedicalization: Technoscience, Health, and Illness in the U.S. (Duke University Pres, pp. 1–47). https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=LiOheK_2uZ8C&oi=fnd&pg=PA1&ots=8Fma2Sn7P3&sig=IwbrVYe5SPHJLnORbXXCvbfjK38&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
- Foucault, M. (1998). Historia de la Sexualidad I La voluntad de Saber. Historia de la Sexualidad 1, Siglo XXI (Ed.).
- Foucault, M. (2004). El nacimiento de la biopolítica: Curso en el Collegé de France (1978-1979) (M. Senellart, Ed.). Fondo de Cultura Económica de Argentina.
- Haraway, D. (1995). Manifiesto para Cyborgs. Editorial Episteme.
- Haraway, D. (2019). Seguir con el problema. Consonni.
- Nahman, M., & Weis, C. (2023). Redefining Bioavailability through Migrant Egg Donors in Spain. Body and Society, 29(1), 79–109. https://doi.org/10.1177/1357034X231161319
- Perler, L., & Schurr, C. (2021). Intimate Lives in the Global Bioeconomy: Reproductive Biographies of Mexican Egg Donors. Body and Society, 27(3), 3–27. https://doi.org/10.1177/1357034X20936326
- Rose, N. (2012). La política de la vida misma biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI. UNIPE.
- Zaragocin, S. (2020). La geopolítica del útero: hacia una geopolítica feminista decolonial en espacios de muerte lenta. Cuerpos, Territorios y Feminismos, 85–101.