¿Como quieres escribir si no nos acabamos la primera cerveza?
Por: El Bemba
Es ahí donde la filosofía y la cerveza nos dicen que la última pinta o la última idea no son sino una fantasía porque siempre habrá espacio para otra.
Cada semana me pregunto si vendo cerveza o si soy el psicólogo de un grupo de enfermos que buscan en el acto de compartir la palabra una respuesta a sus cotidianidades. Queda claro que lo que la filosofía no responde, la cerveza, al menos, lo intenta.
Lo cierto es que hay cosas que nos requieren ebrios, de melancolía, de ansiedad, de esperanza, de utopías. La necesidad de reconocernos mundanos, de vernos con el otro y en el otro. Necesitamos llenar las ausencias, las carencias, las expectativas y eso sólo lo logra el contacto con los demás, en ese desesperado intento de arrancar un momento de felicidad a la vida. De sentirnos tan capaces de cambiar el mundo como de pedir una cerveza más, aunque mañana toque trabajar. Rebelarse al mandato de rendir y dejarnos llevar por la euforia de que no sabemos si será el último día.
Hacernos las preguntas que incomodan, aunque las respuestas puedan doler. Al final, todo duele… El chuchaqui como pago del tiempo alegre que solo nos da traer al presente la memoria para encontrar en ella los motivos para pensar el futuro. Olvidar a la traicionera nostalgia y levantarnos contra el mantra de que todo pasado fue mejor. El mañana siempre está en disputa, o así preferimos créelo.
Nuestro tiempo, obstinado, se empeña en decirnos que ya no podremos cambiar las cosas y que solamente debemos aceptar las cargas que la existencia nos presenta. Es ahí donde la filosofía y la cerveza nos dicen que la última pinta o la última idea no son sino una fantasía porque siempre habrá espacio para otra.
Deleitarnos del pecado cometido, aplazar el momento en el que debemos parar; atrevernos a volar lo más cerca posible del sol, aun sabiendo que nuestras alas son de cera; que nuestros corazones son de madera y permitirnos pensar que, aunque nuestros cuerpos son de plastilina, el juicio final no está a la vuelta de la esquina, porque dios no entra a este bar si no ha sido perdonado por los demonios que lo habitan; porque todavía no reconoce que está hecho a nuestra imagen y semejanza.
Siempre me he preguntado: ¿Qué haría un perro si llegara a atrapar la llanta que persigue? Debo admitir que eso es lo que pienso cada miércoles que veo a lxs mundanxs reunidxs y como no tengo respuesta me contento con preguntar algo tan importante como la filosofía: ¿otra ronda, malditos mundanos?