Nietzsche y la personalidad límite: un desafío al vacío
Por: Iván Pinzón Yazo
La vida no tiene esperanza para el nihilista pasivo ni para la persona que sufre un TLP, dado que demuestran una obediencia o aceptación pasiva a la visión nihilista. Entonces, una propuesta terapéutica interesante podría ser la de permitir que estas personas obtengan más poder a través de la creación de sus propios ideales.
Cada vez es más frecuente que la gente se sienta inestable, impulsiva, perdida, vacía, como si no supieran quienes son en realidad. Estos sentimientos están muy relacionados con problemas en salud mental muy relevantes en la clínica psiquiátrica contemporánea como el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), entre otros. En este texto, quiero mostrar cómo las ideas de Nietzsche pueden alimentar nuestro abordaje de la clínica para entender mejor por qué algunas personas se sienten tan perdidas y cómo podemos ayudarlas. No es suficiente con los manuales de diagnóstico, necesitamos una visión más profunda: necesitamos filosofía (Taylor, 1972).
La(s) Voluntad(es) de Poder
Nietzsche nos plantea una especie de psicología que funcione como un arma para cuestionar los valores establecidos, como una especie de ejercicio hermenéutico del origen y evolución de los sentimientos morales (Bustamante E., 2017). Al analizar el origen de nuestros valores morales, podemos liberarnos de las ideas impuestas y construir un futuro más auténtico. La ‘voluntad de poder’ es el motor de este proceso, pero su significado exacto sigue siendo un enigma que ha fascinado a filósofos y psicólogos durante décadas, en parte porque Nietzsche nunca dio una definición explícita y habló de ella de distintas maneras a través de sus trabajos aforísticos (Leiter, 2019; Williams, 2001).
Quizá la mejor manera de entender la Voluntad de Poder es justamente a la luz de los elementos fundamentales de la filosofía nietzscheana: lo humano, lo psicológico y la pérdida existencial de Dios (Anderson, 2012; Clark, 2000). Así, la Voluntad de Poder puede entenderse como una fuerza irracional que se encuentra en todos los individuos, que puede canalizarse hacia diferentes fines, que se expresa de maneras diferentes, pero que no es ni buena ni mala. Nietzsche habla de ella como “…la forma primitiva del afecto, (y) que todos los demás afectos son solo desarrollos de ella” (F. Nietzsche, 2000).
Nietzsche se basa en la filosofía de Schopenhauer y acepta su concepto de ‘voluntad’ como el aspecto nouménico del ser humano por medio del cual podemos vislumbrar el caos del mundo que nos rodea. La voluntad es la mente humana intentando aferrarse y darle sentido a ese mundo (fenoménicamente), tratando de convertir la inestabilidad en algo estable para que así podamos funcionar en medio del caos. Así, los seres humanos también somos caóticos porque también hacemos parte del mundo (Williams, 2001) y nuestro conocimiento surge del mundo vivido como un artificio que hace posible la sobrevivencia de la especie humana, que nos permite adaptarnos y dominar la naturaleza (Leiter, 2019). De esta manera, la psicología nietzscheana debe servir para derrumbar las verdades ilusorias y mostrar lo erróneo que resulta suponer que los juicios éticos reposen sobre verdades absolutas, es decir, evidenciar la falsedad de la creencia en la existencia de acciones humanas “buenas” o “malas” en sí mismas (F. Nietzsche & Pascual, 1997). Por esto Nietzsche planteaba que la “psicología volverá a ser reconocida como la reina de las ciencias” (F. Nietzsche & Pascual, 1997).
Es importante tener en cuenta que Nietzsche presenta la Voluntad de Poder como hipótesis del comportamiento humano, como descripción y no como explicación, y reconoce que su teoría está abierta a reevaluación y reinterpretación. En la literatura disponible hay por lo menos tres grandes interpretaciones de la Voluntad de Poder cuya presencia en el pensamiento posmoderno es muy relevante: la interpretación metafísica, la metafórica y la psicológica (Anderson, 2021; Deleuze, 2013).
- Interpretación metafísica de la Voluntad de Poder: los autores que proponen esta interpretación (como el mismo Heidegger, por ejemplo), sostienen que la Voluntad de Poder sería una afirmación fundacional y unificadora objetiva absoluta que constituye el principal motor de toda naturaleza y realidad. Sería como una fuerza motriz central que debe entenderse como el impulso inherente de la naturaleza para extender su poder sobre todo: como si todos los seres estuvieran en constante lucha de poder entre sí, con el fin de extenderse y fortalecer su poder (Beery & Beery, 2020).
- Interpretación metafórica de la Voluntad de Poder: autores como Wayne Klein creen que la Voluntad de Poder debe ser más bien tratada como una especie de ficción o descripción de la naturaleza, que debe entenderse únicamente en sus aplicaciones pragmáticas (Anderson 2005). Así no sería la base fundamental y la explicación de toda la realidad, sino más bien una interpretación, entre muchas, que intenta dar cuenta de las experiencias empíricas que encontramos en la vida cotidiana. Es decir, que Nietzsche utilizó este concepto como una metáfora en respuesta a la pérdida de la construcción religiosa/artística de Dios para permitir la nueva construcción que promueve una celebración del individualismo y la afirmación de la vida (Beery & Beery, 2020).
- Interpretación psicológica de la Voluntad de Poder: Walter Kaufmann y Jeffrey Beer (entre otros) plantean que la Voluntad de Poder debería ser entendida como un principio fundamental de la psicología humana, es decir, que no podría ser aplicable a toda la naturaleza y realidad general, sino sólo a los seres racionales: sería entonces el motor central detrás de todos los impulsos psicológicos de los seres humanos (Anderson, 2012; Beery & Beery, 2020). Así, todos los comportamientos dirigidos por un objetivo, ya sea consciente o inconsciente, son reducibles a una expresión o manifestación de voluntad de poder(Williams, 2001).
El trastorno límite de personalidad
El TLP se ha convertido en las últimas décadas en una de las patologías psiquiátricas que más interés han atraído, no solo por su frecuencia sino por los debates éticos y filosóficos que se han dado a su alrededor (Gregory, 2007; Lewis, 2006; Nyquist Potter, 2009). Como entidad clínica, se ha identificado como un patrón de comportamiento disruptivo (y disfuncional) caracterizado por la inestabilidad emocional y en las relaciones interpersonales, alteraciones de la identidad, esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado, alta impulsividad, comportamientos e ideaciones suicidas, ideas paranoides transitorias, síntomas disociativos (o incluso psicóticos) y una sensación crónica de vacío. Si bien su origen es complejo, se han propuesto distintos factores biológicos y medioambientales, entre los cuales la industrialización, el cambio en las dinámicas familiares y la hiperconectividad contemporánea parecen tener un papel muy relevante. Muchos de estos síntomas parecen surgir cuando las actividades o situaciones (realizadas de manera mecanicista) no tienen sentido o cuando la demanda de atención de una situación no está alineada con los recursos mentales de una persona (Masland et al., 2020). Las situaciones carecen de significado (y no pueden generar una identidad estructurada) cuando son incongruentes con los valores de un individuo, lo que hace que la falta de significado sea un producto tanto de la situación como de la persona.
Volviendo a Nietzsche: él planteaba que la cultura occidental está viciada por haber buscado establecer la racionalidad en todos los aspectos de la vida (F. Nietzsche, 1889; F. W. Nietzsche, 1996), algo que él veía como un signo de decadencia ya que se opone a los valores de la existencia instintiva y biológica del hombre. En otras palabras, la cultura occidental entra en conflicto con la voluntad de poder: el sufrimiento surge como consecuencia de la crueldad del yo consigo mismo como efecto de la domesticación (Alcoberro, 1965; F. Nietzsche & Pascual, 1997). El Yo del que tenemos conciencia es un resultado contingente de un juego de fuerzas entre instintos y afectos que se lleva a cabo sin la intervención del conocimiento de la voluntad, pero el sujeto es una ficción que proviene de atribuir a toda actividad un agente, una causa, un responsable: no hay ningún ser detrás del hacer, del actuar, del devenir (Beery & Beery, 2020; F. Nietzsche, 2000). Así, las ideas de Nietzsche podrían explicar los frecuentes relatos de las personas con TLP, en donde la violencia, los abusos y otras invalidaciones en su sentido de agencia se hacen presentes desde épocas tempranas de su vida (Peter Zachar & Nancy Nyquist Potter, 2010).
Nihilismo y vacío
Nihilisimo deriva de la palabra latina nihil que se traduce como “nada”. En la tradición filosófica, el nihilismo puede entenderse como la visión de que la vida no tiene valor, significado y propósito (Anderson, 2021). Además, Nietzsche habla del nihilismo como una forma de interpretación de la historia: una devaluación de los valores supremos (Williams, 2001). Esta visión de la vida parece coincidir con lo que se encuentra comúnmente en la clínica de la patología límite: alteraciones de la identidad (significado y propósito) y sensaciones de vacío (de ausencia de valor intrínseco y extrínseco). Nietzsche nos propone un análisis del nihilismo en su Voluntad de Poder: implica una pérdida total de significado y propósito, por lo que, sin Dios, la vida carece de cualquier orden inherente, unificación o estructura. Perdemos acceso a una vida después de la muerte y el mundo verdadero se revela como nada más que un falso mundo ilusorio (F. Nietzsche, 2000).
Es posible hacer un paralelo entre los relatos nihilistas de Nietzsche (al abordar el problema de la pérdida de la hipótesis de Dios como telos o propósito final humano) y los relatos típicos de los pacientes límites (que tienen relatos de vida donde hay típicamente eventos traumáticos, inseguridades vinculares y relaciones conflictivas con sus padres): al ver el mundo sin Dios (o sin padres validadores) pronto nos damos cuenta de que “el carácter total del mundo… es en toda la eternidad caótico” (F. Nietzsche, 2000). Se pierde cualquier acceso a una vida después de la muerte y el mundo verdadero se revela como nada más que un falso mundo ilusorio (Anderson, 1994; F. Nietzsche, 2000). Es muy interesante cómo esto incluso se puede comparar con los fenómenos disociativos y las micro-incursiones psicóticas tan frecuentes en los pacientes con TLP.
Nietzsche distingue dos formas de nihilismo: una primera forma influida por el pesimismo schopenhaueriano que se deriva de la muerte de Dios y conlleva a una pérdida de todo valor, significado y propósito, por lo que la vida se vuelve un sinsentido y todo valor, ya sea intrínseco o extrínseco, se elimina del mundo. A esta forma la llama nihilismo pasivo. El nihilista pasivo se resigna a la derrota ante el terror y el horror de la existencia, por lo que lo que hace es buscar cualquier cosa que refresque, sane, calme o adormezca, simplemente para que pueda seguir viviendo, pero en el fondo, el nihilista pasivo está tratando de ir más allá del nihilismo sin “revaluar sus valores”(Anderson, 2021; F. W. Nietzsche, 1998). Continuando con el paralelo, podríamos afirmar que los pacientes con TLP son nihilistas pasivos: fenómenos como el consumo de sustancias, la ideación recurrente de muerte, los intentos autolesivos y la incursión en actividades potencialmente peligrosas son muy frecuentes (y hacen parte del diagnóstico) en la patología límite. Como lo señala Nietzsche, al no “reevaluar sus valores”, estas conductas solo hacen que el nihilismo sea un problema aún más grande.
Para el nihilista pasivo (y para el paciente con TLP) todo lo que es valorado es el placer y la ausencia de dolor (que evita de forma desesperada). Así, si el placer desaparece, entonces también desaparece la voluntad de vivir del individuo. Esto iría en línea con lo visto en la clínica: el TLP resulta ser una forma de negación de la vida a través de la pobre tolerancia a la frustración, la alta impulsividad y los esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginario (Mosquera, 2011; Psiquiatría, 2014)
Nihilismo activo: una mirada desafiante al vacío
El otro tipo de nihilismo propuesto por Nietzsche, el nihilismo activo, en cambio, no es la negación de la vida, sino la afirmación de esta. Nietzsche hablaba de él como un “signo de mayor poder del espíritu” (F. Nietzsche, 2000). Ante la muerte de Dios, el nihilismo activo lo interpreta no como un oscuro evento cataclísmico, sino más bien como acompañado de un tipo “de luz, felicidad, alivio y regocijo” (Beery & Beery, 2020). El nihilista activo sostiene que la falta de un mundo verdadero (validador) no nos da razón suficiente para denunciar la tierra y, en cambio, esta carencia implica la libertad del espíritu, porque no hay lugar en la tierra donde ahora no se pueda buscar un sentido, y uno puede finalmente revalorizar todos aquellos valores que han sido despojados (Beery & Beery, 2020).
Esto plantea una posibilidad terapéutica: el objetivo de la terapia en la patología límite podría entenderse como una transformación del nihilismo pasivo en activo. Llevar al nihilista pasivo que está inmerso en la pérdida de la estructura y el significado a una visión activa, donde se ve la narración de la muerte y la pérdida como una oportunidad. Como lo planteó Nietzsche: la remoción de Dios revela un mar abierto, “donde nuestras naves podrán aventurarse de nuevo, aventurarse a enfrentar cualquier peligro” (F. W. Nietzsche, 1998). Así, la idea sería, en la lucha contra el vacío y los problemas de identidad, lograr superar la resignación del pesimismo total, para permitir la creación de significados y, por ende, de propósitos y valores en la vida.
El nihilista activo no abandona completamente el pesimismo, sino que proyecta un valor intrínseco en la vida, en el aquí y ahora, porque acepta que los valores más altos devalúan a sí mismos y que la vida pierde la comprensión tradicional del significado, el propósito y el valor; pero es optimista, en el sentido de que cree poder combatir esta pérdida a través de la creación (del hacer) (Beery & Beery, 2020; F. W. Nietzsche, 1998).
Perspectivismo y consolidación de la identidad
El pensamiento nietzscheano invita a mantener una actitud epistémica abierta en psicoterapia, o más bien, un acercamiento terapéutico desde el perspectivismo, porque toda evaluación “se hace a partir de una determinada perspectiva” (Anderson, 2021), de modo que nada está determinado objetivamente, sino que es más bien una proyección de estructura y orden, que describen o interpretan experiencias empíricas (Clark, 2000; Masland et al., 2020; Mosquera, 2011). Por lo tanto, no habría una interpretación adecuada del mundo (o del ser en el mundo) sino una variedad de interpretaciones donde la justificación de cada interpretación depende de la perspectiva.
La adopción de este tipo de acercamientos perspectivistas (como ya lo hacen psicoterapias basadas en la transferencia y la de orientación dialéctica-comportamental que han demostrado efectividad en el TLP) en la reconstrucción de la narrativa del paciente puede ser equiparable a lo que plantea Nietzsche al asumir la muerte de Dios. Es además una invitación a estar abiertos a la experiencia porque “existe únicamente un ver perspectivista, únicamente un «conocer» perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo será nuestro «concepto» de ella, tanto más completa será nuestra «objetividad» (F. W. Nietzsche, 1996).
Por esto, la psicoterapia desde una perspectiva nietzscheana es una creadora de narraciones que parte de que la “verdad” es una ilusión y que esta siente un tremendo aumento de fuerza sobre el entorno cuando uno postula una explicación, aunque sea una explicación ilusoria de ese entorno (Beery & Beery, 2020). Por lo tanto, construir y sostener la “verdad” sobre uno mismo, le da a uno la sensación de poder no solo sobre lo inanimado, sino también sobre lo animado (Beery & Beery, 2020). Tratar la Voluntad de Poder desde la psicoterapia puede funcionar como un imperativo existencial que promueva la superación y afirmación de la vida.
Conclusión
La vida no tiene esperanza para el nihilista pasivo ni para la persona que sufre un TLP, dado que demuestran una obediencia o aceptación pasiva a la visión nihilista. Entonces, una propuesta terapéutica interesante podría ser la de permitir que estas personas obtengan más poder a través de la creación de sus propios ideales. En últimas, siguiendo los planteamientos nietzscheanos, lo que se buscaría es favorecer un nihilismo activo sobre el pasivo y, así, favorecer el control sobre uno mismo por encima del esperar ante la nada y del obedecer a los demás. Esto implica una mayor solidez en la construcción de la propia identidad y una búsqueda de la (auto)validación como ejercicio para superar las potenciales conclusiones pesimistas de la alternativa pasiva del nihilismo. De esta manera, el nihilismo activo es la opción hacia la autosuperación y la sublimación de un yo estructurado hacia alguna meta temporal superior. Porque si entendemos los postulados de la voluntad de poder y del nihilismo activo, entendemos que la falta de sentido del sufrimiento, no el sufrimiento, es la maldición extendida sobre la humanidad. La psicoterapia debe dar sentido porque cualquier sentido es mejor que ningún sentido (Deleuze, 2013).
Si bien Nietzsche no ofrece una teoría psicológica tan sistemática como la del psicoanálisis o las teorías conductuales, sus ideas sí han tenido una enorme repercusión en el desarrollo de conceptos y teorías psicológicas posteriores. Así mismo, conceptos como el de nihilismo y voluntad de poder, pueden ser una buena perspectiva a través de la cual se puede dar sentido a las vicisitudes del sufrimiento y la psicopatología contemporánea. Esta clase de planteamientos pueden también ayudar en la construcción de una psiquiatría que trascienda las limitaciones de la neurociencia, no negándola sino teniendo en cuenta que si se reduce el mundo a simples funciones puramente mecánicas, esto hace que el mundo se vuelva “esencialmente sin sentido” (F. W. Nietzsche, 1974).
Iván Pinzón Yazo
Bibliografía:
- Alcoberro, R. (1965). Filósofos de la sospecha: Marx, Nietzsche y Freud. 40(May 1961), 1965.
- Anderson, R. L. (1994). Nietzsche’s will to power as a doctrine of the unity of science. Studies in History and Philosophy of Science, 25(5), 729–750. https://doi.org/10.1016/0039-3681(94)90037-X
- Anderson, R. L. (2012). What is a Nietzschean Self? Nietzsche, Naturalism, and Normativity. https://doi.org/10.1093/ACPROF:OSO/9780199583676.003.0009
- Anderson, R. L. (2021). Friedrich Nietzsche. In E. N. Zalta (Ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2021 Edition). https://plato.stanford.edu/archives/win2021/entries/nietzsche/
- Beery, J., & Beery, J. A. (2020). Towards an Understanding of Nietzsche ’ s Will to Power. BSU Honors Program Theses and Projects, 316. https://vc.bridgew.edu/honors_proj/316
- Bustamante E., C. (2017). Aportes de la hermenéutica de la sospecha para la Literatura y la Teología. Una aproximación desde los Escritos de Paul Ricoeur. Teoliterária, 7(14), 28–41. https://doi.org/10.19143/2236-9937.2017v7n14p28-41
- Clark, M. (2000). Nietzsche’s Doctrine of the Will to Power. International Studies in Philosophy, 32(3), 119–135. https://doi.org/10.5840/INTSTUDPHIL200032346
- Deleuze, G. (2013). Nietzsche. In Journal of Chemical Information and Modeling (Vol. 53, Issue 9). Arena Libros.
- Gregory, R. J. (2007). Borderline attributions. American Journal of Psychotherapy, 61(2), 131–147. https://doi.org/10.1176/appi.psychotherapy.2007.61.2.131
- Leiter, B. (2019). Moral Psychology with Nietzsche. Oxford University Press.
- Lewis, B. (2006). Moving Beyond Prozac, DSM, & the New Psychiatry. The Birth of Postpsychiatry. The University of Michigan Press.
- Masland, S. R., Shah, T. V., & Choi-Kain, L. W. (2020). Boredom in Borderline Personality Disorder: A Lost Criterion Reconsidered. Psychopathology, 53(5), 239–253. https://doi.org/10.1159/000511312
- Mosquera, D. (2011). Borderline Personality Disorder a conceptual approach to DSM Criteria . Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, 1(2011), 1–26.
- Nietzsche, F. (1889). El crepúsculo de los Ídolos. In Friedrich Nietzsche. Biblioteca digital Minerd Dominicana Lee. https://doi.org/10.4324/9781315254968
- Nietzsche, F. (2000). La voluntad de poder. In Biblioteca Edaf ; 129 (Issue Book, Whole). Biblioteca EDAF.
- Nietzsche, F., & Pascual, A. S. (1997). Más allá del bien y del mal (Preludio de una filosofía del futuro) (Quinta Edi). Alianza Editorial. https://doi.org/10.2307/40181953
- Nietzsche, F. W. (1974). The Gay Science; with a Prelude in Rhymes and an Appendix of Songs (W. Kaufmann (ed.)). Random House.
- Nietzsche, F. W. (1996). La genealogía de la moral (A. S. Pascual (ed.)). Alianza Editorial.
- Nietzsche, F. W. (1998). Así hablaba Zaratustra. In Colección Argumentos. Biblioteca EDAF.
- Nyquist Potter, N. (2009). Identity disturbance and the self. In Mapping the Edges and the In-between (pp. 17–34). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/med/9780198530213.003.0002
- Peter Zachar, & Nancy Nyquist Potter. (2010). Personality Disorders: Moral or Medical Kinds—Or Both? Philosophy, Psychiatry, & Psychology, 17(2), 101–117. https://doi.org/10.1353/ppp.0.0290
- Psiquiatría, A. A. de. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®) (Arlington (ed.); 5a ed.). Editorial Médica Panamericana. https://doi.org/10.1002/zamm.19770570626
- Taylor, F. K. (1972). Part 2. A logical analysis of the medico-psychological concept of disease. In Psychological Medicine (Vol. 2, Issue 1, pp. 7–16). https://doi.org/10.1017/S0033291700045566
- Williams, L. L. (2001). Nietzsche’s Mirror. The World as Will to Power. Rowman & Littlefield Publishers.
Imagen tomada de ilusionespub.com e intervenida digitalemte.