El surgimiento de la historiografía contemporánea y el quehacer de las y los historiadores
Por: John Piedrahita.
Existe entonces los siglos cronológicos y los siglos históricos. El siglo cronológico se puede entender en su concepción tradicional de tiempo lineal… Por el contrario, el siglo histórico puede alargarse o estrecharse según los acontecimientos
Del 30 de septiembre al 4 de octubre de 2024 tuve la oportunidad de dictar un curso de Historiografía en la Universidad Central del Ecuador. A lo largo de las tres clases tratamos de responder las siguientes interrogantes ¿cuándo nació la historiografía? ¿Para qué sirve la historia? ¿A qué se dedica un historiador? Con el objetivo de responder las preguntas, el cursó giró en torno a tres textos: La historiografía en el siglo XX. Historia e historiadores entre 1848 y ¿2025? De Carlos Antonio Aguirre Rojas; Historiografía y memoria: Interpretar el siglo XX de Enzo Traverso; y, por último, Apología para la historia o el oficio de historiador de Marc Bloch.
Carlos Antonio Aguirre Rojas trata de responder la pregunta ¿cuándo nació la historiografía? Desde su perspectiva, la historiografía es una disciplina relativamente joven, pero que debe periodizarse en acontecimientos y, utilizando el concepto de Fernand Braudel, desde la óptica de la larga duración histórica. Existe entonces los siglos cronológicos y los siglos históricos. El siglo cronológico se puede entender en su concepción tradicional de tiempo lineal, por ejemplo, 1900-1999. Por el contrario, el siglo cronológico puede alargarse o estrecharse según los acontecimientos, por ejemplo, Eric Hobsbawm propone que el siglo XX inicia en 1914 con la Gran Guerra y termina en 1989 con la caída del Muro de Berlín. En síntesis, para Hobsbawm el siglo XX es un siglo corto. Aguirre Rojas, en contraposición con Hobsbawm, postula que el siglo XX es un siglo de larga duración histórica. Inicia en 1848 con la publicación del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels y probablemente se alargue hasta el periodo 2025.
Según Aguirre Rojas, 1848 trae consigo el inicio del siglo XX y el nacimiento de la historiografía contemporánea. El marxismo se constituye en un proyecto de crítica a la modernidad burguesa capitalista y, además, en la verdadera ciencia de la historia. En el Manifiesto del Partido Comunista se establece que “La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”. Por tanto, por primera vez en la historia, los sujetos subalternos pasan a ser objeto del oficio del historiador. Este periodo, según el autor, se alargaría hasta 1870 –fecha de la derrota de la Comuna de París-. Para desgracia de la historiografía marxista, el marxismo entre 1848 y 1870 no se consolidó en los espacios académicos, sino que fue el lenguaje que se consolidó –en primera instancia- en los movimientos obreros. Ante el vacío de una historiografía académica, en 1870 surgió la historiografía Germano Parlante. Esta historiografía encontró su mayor representante en Leopold Van Ranke. Este historiador propuso que la historiografía debe apuntar a encontrar la objetividad y, para hacerlo, debía utilizar la metodología de las Ciencias Naturales. En ese sentido, la historiografía Germano Parlante fue esencialmente positivista. Además, la historiografía de Van Ranke fomentó el chovinismo o el nacionalismo con la intencionalidad de tratar de evitar el auge del comunismo en Europa. Para llevar a cabo su proyecto positivista-nacional, se impulsó la educación cívica; donde la historia narraba acontecimientos heroicos nacionales, contaban la historia de la construcción de los estados nacionales y reivindicaban la figura de los “grandes hombres”. Su método de trabajo se basó en la reproducción textual de los documentos, sin realizar una crítica a la fuente. La historiografía Positivista Germano Parlante se alargó hasta 1929 y fue reemplazada por la hegemonía historiográfica de la Escuela de los Annales.
Entre 1930 y 1968 se estableció en Francia una escuela historiográfica que renovó el quehacer del historiador. Marc Bloch, Lucien Febvre y Fernand Braudel fueron los máximos representantes de la Escuela de los Annales y realizaron fuertes críticas al Positivismo Germano Parlante. Desde la perspectiva de la Historiografía Francesa, la Historiografía Alemana Positivista caía en el error de considerar que únicamente los documentos escritos son la fuente del historiador. Las fuentes son diversas, múltiples y son cualquier huella y producción humana a través del tiempo. Además, reproducir los textos sin realizar interrogantes, y utilizar la crítica, recae en una ingenuidad historiográfica porque se asume que, necesariamente, lo que dicen los documentos son una verdad histórica. En efecto, el objeto del historiador es el ser humano y toda huella producida por él, a través de la historia. La Escuela de los Annales no es nacionalista, al contrario, estudia acontecimientos donde los sujetos subalternos son relevantes; sin caer en la historia de los “grandes héroes nacionales”. La Escuela de los Annales posibilitó el nacimiento de la Historia Social, la Historia Económica y la Historia de las Mentalidades. Nace entonces la disciplina histórica como una Historia Problema. La hegemonía de la historiografía francesa duró hasta 1968, fecha del levantamiento estudiantil en Paris.
Con el Mayo Francés, 1968, se dio un giro en la interpretación teórico-metodológica de la historia. El objeto del historiador cambió. Surgió el Giro Lingüístico. Ya no se trataba, entonces, de estudiar los grandes acontecimientos, sino redirigir el enfoque hacia los microrrelatos. Pensar en las agencias individuales y en las diferentes formas de opresión que experimentan los sujetos. En ese sentido, la Microhistoria Italiana se constituyó en referente en los estudios de los microrrelatos. Carlo Ginzburg con su célebre texto El queso y los gusanos elaboró un ejemplo de historia a partir de una historia de vida; Menoquio, el molinero del siglo XVI que fue juzgado por la inquisición por cuestionar los preceptos del cristianismo. Por su parte, Robert Darnton con su libro La gran matanza de gatos fue el precursor de la Historia Cultural, rama de la historia que encuentra sus fuentes en todos los artefactos culturales producidos por los seres humanos.
Ahora bien, desde la perspectiva de Enzo Traverso, el siglo XX se acabó en 1989 con la caída del Muro de Berlín. El historiador italiano propone que luego de la caída del muro, los historiadores se encuentran con un problema historiográfico: la cercanía con el siglo XX y la imposibilidad de tomar una distancia adecuada para estudiar el siglo anterior. Por tanto, Traverso propone que para analizar el siglo XX, es necesario que las y los historiadores tomen una distancia critica con el periodo que desean estudiar. De esa manera, la interpretación del siglo XX se hará en clave histórica y no en clave historiográfica. Traverso, además, sugiere que el siglo XXI tiene un problema fundamental: nace como el siglo sin utopías. A diferencia del siglo XIX que nació con la utopía liberal de la Revolución Francesa, el siglo XX que surgió con la utopía comunista, el XXI –por su parte- viene con el desencanto de la caída del Socialismo Real. Ese inconveniente también se traduce en el quehacer historiográfico.
Para responder la última pregunta ¿a qué se dedica un historiador? Se estudió el célebre texto de Marc Bloch Apología para la historia o el oficio de historiador. El precursor de la Escuela de los Annales propone que “la historia es el estudio de los seres humanos en el tiempo” y que “el buen historiador se parece al ogro de la leyenda. Ahí donde olfatea carne humana, ahí sabe que está su presa”. Las y los historiadores deben elegir un periodo especial de investigación. Es decir, delimitar su objeto de estudio. Al escoger su objeto de estudio el historiador debe escoger sus herramientas de investigación, propias de la disciplina histórica y no de las ciencias matemáticas. En definitiva, la historia es una disciplina independiente y se debe evitar el historicismo positivista. Por otro lado, se debe evitar caer en el error historiográfico del Ídolo de los orígenes. Es decir, creer que toda explicación histórica se encuentra regresando al origen del fenómeno. Porque en el origen estaría la explicación acabada, y si existe explicación definitiva no hay problematización de la historia. Un fenómeno histórico nunca se estudia fuera de su momento concreto. Por último, las y los historiadores serios deben tener una conexión con su tiempo presente. Ser conscientes de que se estudia al pasado con las herramientas metodológicas y teóricas del presente. No obstante, el historiador no debe forzar los conceptos del presente a los lenguajes del pasado. Al contrario, debe estudiar al pasado en sus condiciones de aparición históricas. En definitiva, pasado y presente están intrínsecamente interconectados.
En conclusión, la disciplina histórica es relativamente joven. Existe desde 1848 y, a lo largo del siglo XX, se ha desarrollado desde diferentes aristas. El objeto del historiador es el estudio de ser humano a través del tiempo. La metodología que utiliza es propia de su disciplina, pero en ocasiones puede hacer uso de las otras ciencias sociales para la definición conceptual del problema. El positivismo historicista ha sido superado dentro de la disciplina, aunque en las escuelas y colegios aun predomina la historia nacional y la educación cívica. En ese sentido, es menester llevar la historia problema a los espacios educativos escolares y, además, difundir y problematizar la historia fuera de los espacios académicos.
John Piedrahita
Bibliografía
Aguirre Rojas C.A , La historiografía en el siglo XX. Historia e historiadores entre 1848 y ¿2025? Ediciones de Intervencion Cultural, 2004. p.9-41
Bloch Marc, Apologia Para la Historia o e Oficio de Historiador. 2011
Darnton, R. (2022). La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Fondo de Cultura Económica.
Ginzburg, C. (1997). El queso y los gusanos. Barcelona: Muchnik editores.
Marx, K., Engels, F., & Miguel, A. H. (1975). Manifiesto del partido comunista (Vol. 124). Ediciones en Lenguas Extranjeras
Traverso, Enzo. Historiografía y memoria: Interpretar el siglo XX. Parte 1. Aletheia, 2011, vol.1, no. 2
Imagen tomada de grupocrece.es e intervenida digitalmente.