Amor líquido y el espejismo del reconocimiento
Por: Carla Ramos
Cotidianamente nos vemos rodeados de eufemismos y pseudónimos para referirnos a estos vínculos; todo esto con el fin de que el sujeto se sienta seguro, evitando mostrarse vulnerable para el otro tanto como para él. Lo paradójico es que seguridad es lo contrario a lo que ofrece un amor líquido.
El río está vacío, el agua se consumió en las relaciones líquidas que corren por la ciudad. Hoy en día es tendencia hablar sobre relaciones líquidas, ya sea porque las hemos experimentado o porque nos sentimos identificados por vagas características vistas en posts de internet.
Zygmunt Bauman sociólogo polaco, fallecido en 2017, deja escudriñado un término muy acertado en el contexto contemporáneo de las relaciones, con la publicación de su libro La modernidad líquida (1999) trae consigo al concepto de amor líquido, que se fundamenta en relaciones inestables, efímeras, lejos de compromisos duraderos, y se basa en la gratificación inmediata. Aquí la fluidez es la norma y la causa, pues el sujeto debe experimentar esta condición de “livianidad” para poder pasar de un sólido a un líquido o simplemente ser un líquido dentro del vínculo afectivo.
En efecto, la sociedad de hoy en día parece ser diseñada para diluir lo sólido. ¿Qué es lo que emerge a medida que todo lo sólido se desvanece en el aire? Cotidianamente nos vemos rodeados de eufemismos y pseudónimos para referirnos a estos vínculos; todo esto con el fin de que el sujeto se sienta seguro, evitando mostrarse vulnerable para el otro tanto como para él. Lo paradójico es que seguridad es lo contrario a lo que ofrece un amor líquido.
La razón de su auge tiene que ver con el sujeto y el contexto social en el que se desarrolla: redes sociales, apps de citas, estereotipos de belleza, felicidad normativa, estructuras sociales, estructuras económicas, etc. Cómo resultado es normal preguntarse: ¿El amor líquido es amor o solo el deseo de ser amado? ¿Acaso el anhelo de ser percibido ha reemplazado la capacidad de amar genuinamente? ¿Estamos condenados a lo efímero? ¿Por qué tanta comodidad ante esto?
Desde la realidad de la que se habla, estas relaciones están sedientas de atención y validación externa por el otro y de manera inmediata, más allá de si el sujeto puede ser creador de una concepción nueva del amor bajo esos términos esta no termina de ser la más apropiada. En un contexto más filosófico el señor Hegel llora al ver cómo la sociedad se “percibe”, el otro, se vuelve trivial y la autoconciencia termina en la superficialidad.
Hegel en su teoría del deseo de reconocimiento explica lo fundamental que resulta la construcción de la autoconciencia para el propio sujeto, aquí el “otro” debería ayudar a conocernos; nuestro deseo por ser percibidos se vuelve algo natural con el fin de poder reconocernos, la autopercepción y autoconciencia del sujeto dan un rol verdaderamente necesario al otro.
Lo que pasa con la sociedad que se basa en el amor líquido, es que rompen con el esquema y lo vuelven una burla, el otro se ha reducido a un mero espectador que otorga validación momentánea, esta búsqueda de reconocimiento se ha vuelto superficial, reduciendo al otro a una gratificación inmediata y efímera, donde su papel se basa en llenar egos, dar likes, y decir palabras bonitas.
La fragilidad con la que puede desaparecer un vínculo parece una ridiculez, en la búsqueda de la autonomía total que pretende el sujeto no deja de perderse el mismo.
Si nuestro deseo de ser percibidos no tiene un valor retumbante para nuestra existencia y de lo único que trata es de mitigar la soledad, realmente no estamos haciendo nada, llenar un vacío que en cuanto se llene, se torne un poco más íntimo y el sujeto o el otro corra de ahí, y escape, deje una nueva ausencia, para luego buscar otro sujeto y que este reafirme una existencia banal y así vernos envueltos en un ciclo que no termina ha convertido a la sociedad en algo infinitamente agotador.
Revertir la deshumanización no será tarea fácil, resignificar lo resignificado nos ayudará a tener una experiencia más amena sobre el amor, que tanto es hablado, deseado y añorado, y al contrario de ser una palabra provocadora de miedo, volverá a despertar inquietud, seducción, ternura y en vez de ser carencia se volverá caricia.
Como seres sociales necesitamos ser percibidos, confirmar nuestra existencia ante los ojos de otro para poder reconocernos, Bauman deja un consuelo, enfatizando la necesidad de encontrar nuevos sólidos. No pierde la esperanza de que la sociedad pueda revertirse, el pánico con el que vive el ser humano actual puede volverse hogar, ser seguro y dejarnos convivir con la idea de que el amor no araña, el tiempo no apremia y que la livianidad no es la garantía de la autonomía, y que además esta no necesariamente debe ir de la mano de la soledad, resignificar el amor deja de ser algo subjetivo a ser algo necesario, desprendernos de la nueva cultura líquida es mostrarnos vulnerables, reales, pero sobre todo existentes.
Referencias
- Profesionales en Sociología, C. (s/f). Revista Argentina de Sociología. Redalyc.org. Recuperado el 18 de octubre de 2024, de https://www.redalyc.org/pdf/269/26940608.pdf
- Escobar, H. (s/f). Deseo y reconocimiento: el problema de la acción en Hegel. Edu.co. Recuperado el 18 de octubre de 2024, de https://www.editorial.unicatolica.edu.co/omp/index.php/Sello_Editorial/catalog/download/104/186/802?inline=1
- Nacion, L. A. (2024, mayo 5). Qué es el amor líquido, la nueva manera de relacionarse. LA NACION. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/en-las-redes/que-es-el-amor-liquido-la-nueva-manera-de-relacionarse-nid04052024/
- Rubio, G. L. (2020, mayo 2). LA AUTOCONCIENCIA HEGELIANA O LA NECESIDAD DE LO OTRO. Universidad de las Artes de Cuba (ISA).