Beatriz Sarlo y la experiencia aurática
Por: Javier Sigüenza
El legado de Sarlo no debería infravalorarse por sus desatinos políticos que hoy se le achacan ferozmente en las redes (peronista cristiana, maoista, socialdemócrata, anti-kirshnerista, elitista cultural), sino que deberíamos reconocer en la crítica cultural escrita que nos ha legado la posibilidad del diálogo, de la discusión e incluso de la disensión, necesarias para toda comunidad (social) de lectores, amigos y amantes.
El aura permanece latente
Ticio Escobar, 2020
Cuando me desperté hoy por la mañana tenía un mensaje desde Buenos Aires de Cecilia Fiel: “Sarlo murió hoy”, escribió. Repentina e involuntarimente me vino a la memoria un recuerdo del lejano año de 2007; para ser más precisos, una imagen de una joven que se acercó a mí —me encontraba sentado en la playa de Mazunte leyendo Siete ensayos sobre Walter Benjamin de Beatriz Sarlo— y me preguntó sonriente ¿por qué estás leyendo ese libro? La reconocí inmediatamente pues unos días atrás, en Oventic, Chiapas, había conversado fugazmente con ella, y otras personas de otras tantos lugares del mundo, en el aniversario anual del EZLN. Me sorprendió que ahora nos volvíamos a encontrar de forma azarosa en este lugar, a cientos de kilómetros del caracol zapatista.
Le contesté que me apasiona el pensamiento crítico de Benjamin y que los ensayos de Sarlo sobre el filósofo berlinés me resultaban muy sugerentes. Me contó entonces que ella fue alumna de Sarlo en la Universidad de Buenos Aires, que era una excelente y apasionada profesora y una tremenda escritora. Yo me mostré de acuerdo con ella y le comenté mi interés por el concepto de crítica en Benjamin, sobre el que me encontraba investigando. Después de conversar un rato, se despidió igual de sonriente y siguió su camino sobre la cálida playa invernal, mientras yo la observaba alejarse.
Ahora que Sarlo ha muerto, y que en las redes sociales se debate si era una “gorila” y una “intelectual de derecha”, pienso que la imagen viva de ella que me trasmitió esa joven porteña, simpatizante del zapatismo, dice mucho más de la escritora argentina que todas las diatribas y descalificaciones “políticas” que se escriben en las redes sociales, supongo que algunas de ellas ciertas sobre su figura pública, pero incompletas sobre su figura intelectual. Pienso que Sarlo cultivó como pocxs la crítica cultural y social, se entregó apasionadamente a la docencia y contribuyó a la formación de una opinión pública crítica en la Argentina, y en otras partes de América Latina, tan necesaria en este presente en el que la mera doxa, potenciada por los medios tecnológicos, domina sobre la reflexión.
Mientras escribo esto, un segundo recuerdo me viene a la mente, pues este año tuvimos un seminario dedicado a Walter Benjamin, Bolívar Echeverría y la problemática relación entre el arte y la política. A propósito del inaprensible y enigmático concepto de aura, por sugerencia de Cecilia Fiel, quien fue parte del seminario y profesora de la UBA, leímos La imaginación técnica de Sarlo, donde la ensayista apunta con enorme agudeza, entre otras cosas, que la experiencia de los primeros escuchas de la radio en la Argentina de los años treinta es eminentemente aurática, es decir, que el aura benjaminiana no debe pensarse únicamente en términos objetivos (el arte moderno), sino también en términos subjetivos (la experiencia que puede suscitar cualquier aparato técnico). Esto da cuenta, además, de la particular concepción teórica del conocimiento de Benjamin, según la cual, no es el sujeto el que rige la relación del conocimiento (idealismo), aunque tampoco es el objeto (materialismo vulgar), sino el conocimiento surge de la interacción dialéctica (el diálogo) entre ambos, en un aquí y un ahora determinados.
Me parece que estos dos recuerdos, uno lejano y el otro más cercano, dan cuenta de aquello que el mismo Benjamin reflexionó cuando escribió, en las tesis Sobre el concepto de historia, que la imagen de felicidad no es algo que nos viene del porvenir, sino del pasado: de las personas con las que hemos hablado, de las mujeres que se nos han entregado. En este sentido afirma: “en la idea que nos hacemos de felicidad late inseparablemente la de la redención”. Redención entendida como actualización de la felicidad pasada en el presente.
Creo, por tanto, que el legado de Sarlo no debería infravalorarse por sus desatinos políticos que hoy se le achacan ferozmente en las redes (peronista cristiana, maoista, socialdemócrata, anti-kirshnerista, elitista cultural), sino que deberíamos reconocer en la crítica cultural escrita que nos ha legado la posibilidad del diálogo, de la discusión e incluso de la disensión, necesarias para toda comunidad (social) de lectores, amigos y amantes. Experiencia aurática que ilumina con particular intensidad las reflexiones de Sarlo en estos tiempos de oscuridad.
Javier Sigüenza. Doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México; cursó estudios en filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro del Seminario Universitario de la Modernidad: Versiones y Dimensiones, fundado por el filósofo Bolívar Echeverría, de quien fue su asistente de investigación. Creó y administra la página web: Bolívar Echeverría. Discurso crítico y filosofía de la cultura. (https://bolivare.unam.mx/)
Escrito el 21.12.2024
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