Democracia cultural ¿Un sueño utópico? con María Jose Machado

Frente a la adversa situación del país, en términos socioambientales, políticos y económicos, la cultura no podría mantenerse incólume en tan escabroso contexto. Para ampliar el panorama, hablamos con María José Machado, artista contemporánea, gestora cultural, docente, investigadora y promotora de la economía circular creativa; para reflexionar sobre las tensiones, aciertos, desaciertos, de la cultura y la democracia.

 

DQ. La cultura es lo que le da forma a la vida en sociedad, con esta premisa. ¿En qué sentido consideras que las artes podrían conmocionar o permitir la reflexión a la sociedad?

MJM. Para mí la palabra conmoción significa rebeldía, denunciar, salir; la conmoción está en el verbo actuar, ejecutar, hablar, accionar. Conmocionar es también, desde alguna obra de arte, que pueda quebrarte hasta el llanto; o, puedes conmocionarte ante la presencia de gente moviéndose por una lucha política.
El arte es una herramienta comunicativa que conmociona, porque tú puedes decir lo mismo en un diálogo, pero jamás va a ser lo mismo que un poema. Si oyes una canción de Víctor Jara por más que yo te cuente un momento político, jamás se va a compararse con una pieza de él. Tu cerebro se altera gracias al arte, una no siente con el corazón, sino con la amígdala cerebral, el arte tiene la capacidad científica de meterte en tus sentidos, emociones; por ejemplo, hay arte que está hecha para la ira, esa es su intención.

DQ. Si hablamos de democracia cultural, hablamos de opciones de participación de la ciudadanía ¿Consideras que es una realidad actualmente o solo una aspiración para el sector?

MJM. Creo que tenemos una falsa noción de democracia como territorio ecuatoriano. Quien no tiene una memoria política de lucha social, no puede tener conciencia de democracia. Les digo a mis estudiantes ustedes estudian a través de un montón de sangre de luchas sociales, como vi en un reel, estudias dejando atrás muertos, la educación no es gratuita, es subsidiada, para entender el concepto de subsidio, tienes que entender el concepto de derecho a la educación, cuando entiendes esto, te sostienes sobre la democracia. En teoría, la función pública es una militancia de democracia. Una persona que trabaja para el sector público, es una aliada social, rompes con la noción de democracia en el momento que dejas de pensar en sociedad y tomas decisiones de manera individual. Les ponía un ejemplo a mis alumnos que me preguntaron si estoy de acuerdo con el aborto por violación, les dije depende de donde te responda, si lo hago como María José Machado te puedo dar una respuesta asociada a mi crianza, a mi vida; si te tengo que responder como profesora de universidad pública, lo haré desde estadísticas, no desde el sesgo religioso porque tu educación, es laica, por tanto, no podría generarte un análisis sujeto al bien y el mal; te puedo responder cuál es la lucha, la cantidad de mujeres violadas, las que mueren por abortos clandestinos, entonces vamos a entender como un problema de salud pública.
Falta un debate político fuerte y trascendental, al momento de la cultura de ahora, se le olvida la lucha social para que tengamos derechos y democracia.

DQ. ¿Cómo consideras que el Estado podría garantizar un tejido cultural sostenible, autónomo y diverso?
MJM. Tendría que continuar con un sistema administrativo e ideológico de construcción que tenga la democracia como principio, sea de derecha o izquierda, la democracia no está en juego pero está tan nublada la lucha de derecha e izquierda, que la democracia que es a la que supuestamente están protegiendo las dos, es la que está peligrando más, la joven doncella donde dos dragones luchan tan fuertemente que está desprotegida. El Estado, lamentablemente, ha perdido esta noción de intercambio de saberes para coexistir con el territorio y los usuarios de esos territorios, las dinámicas que generan esos usos de suelo, de servicios, esos beneficios.

DQ. ¿Crees que es posible reducir la dependencia a la institución pública por parte del sector artístico y cultural?
MJM. El Estado tiene que cobijar ciertas prácticas y debe atenderlas de manera puntual con carácter urgente y es al arte que no está sujeta al sistema de mercado, de producción. Artistas que son peligrosos para el mercado, los que generan obras que no tienen fines comerciales que por lo general tienen función social, ese arte que no es de fácil circulación bajo los parámetros del mercado, que cuestiona, que plantea la democracia desde el pensamiento diverso; se debería subsidiar por una noción de formación ideológica de pensamiento crítico. El artista que no tiene acceso a ninguna forma de educación, que crea para cuestionar, sensibilizar, evidenciar o discutir, es el que el Estado necesita en el campo de lo sensible porque debe velar por la diversidad ideológica.
A veces, se confunde el bienestar común con el populismo, en dónde el arte es cómplice, porque se entiende como cultura y arte los espectáculos que tienen asignaciones de miles de dólares cuando la escena urbana, emergente, disidente, no recibe la misma cantidad, ¿por qué? porque existen los beneficiarios directos e indirectos que es la lógica de inversión de política pública y asignación de fondos. ¿Por qué hay que invertir en ese artista o en ese proyecto? Ahí viene el tema de la democracia que depende de quién la administra, volvemos al problema de que el arte de financiamiento estatal, tiene que generar un bien común porque lo que está haciendo esa plata es beneficiar a un grupo social, entonces el sector populista aparentemente cobija más porque tienes más personas.

DQ. El cosmopolitismo estético da apertura al consumo de lo diverso no nacional, ¿Cómo crear una mayor permeabilidad a lo cultural y artístico nacionales?
MJM. Es súper complejo y lo cuelgo al sistema educativo porque qué es lo que tu ves cuándo estudias en la escuela como referentes históricos, estéticos, qué literatura lees, llegas al colegio y pasa exactamente lo mismo. Es más fácil reproducir la historia que alguien decidió contarla, que generar proyectos de investigación para crear nuevas formas de tener memoria, yo creo que uno de los problemas más complejos de las corrientes políticas y culturales es que estamos pensando desde una ideología y una lucha que no nos ha tocado vivirla sino que nos han contado, nos gusta contar la historia desde ejemplos externos, hay una falsedad en eso de que lo que está afuera es mejor.
El sistema capitalista es demasiado individualista y egoísta, te ciega, por ejemplo, el ideal del éxito está sujeto a la pornografía de la felicidad de verte en las redes sociales como te venden los imaginarios sociales europeos, en espacios que, en teoría están en más desarrollo ¿Comparado con qué? La cultura como tal, es el consenso ideológico de convivencia que genera un ecosistema; intentamos constantemente vivir sobre ideologías culturales que no nos pertenecen, lo hacemos de manera voluntaria, que es lo más peligroso. Hay una cosa loquísima que dice vamos a “rescatar” no hay nada que rescatar, no tenemos que rescatar, tenemos que preservar, recordar, reivindicar, narrar. A la mierda la democracia también desde el llamamiento social porque no tenemos memoria, entonces hay dos ejercicios de “a la mierda la democracia”, uno individual y uno colectivo.

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