El concepto de embriaguez en Nietzsche
Mathías Mendieta.
Para Nietzsche, la embriaguez es el estado por el cual el ser humano actúa con entusiasmo y apasionamiento, ya que excita tanto su cuerpo, como la manera en la que percibe la realidad, volviéndola más intensa y plena
Cuando escuchamos la palabra embriaguez, rápidamente pensamos en un estado alterado de la consciencia provocado por el alcohol. Sin embargo, existe otra concepción de la palabra que significa exaltación, donde no se la relaciona con la intoxicación por bebidas alcohólicas.
Para Nietzsche, la embriaguez es el estado por el cual el ser humano actúa con entusiasmo y apasionamiento, ya que excita tanto su cuerpo, como la manera en la que percibe la realidad, volviéndola más intensa y plena (2019, p.102-104). No se refiere a la capacidad de sentir una emoción o pasión en específico, en cambio, uno podría embriagarse con cualquier emotividad. Se trataría de una exaltación creativa porque nace una pasión o varias pasiones que mueven al individuo o al grupo de manera interna o externa. Por ejemplo, ocurre cuando escuchamos una canción que tanto nos gusta y tenemos ganas de bailar o de sentirla de forma profunda, cuando una película nos provoca el llanto, cuando observamos el oleaje del mar o las estrellas del cielo con detenimiento y reflexividad.
Entonces, ¿Qué se crea en el estado de embriaguez? Sin lugar a duda, lo que se ejercita es la capacidad de sentir de manera sincera, y lo que se crea es energía emocional, la cual puede ser canalizada en cualquier tipo de arte si así se lo desea. De tal forma, se puede relacionar a la creatividad con el estado de embriaguez porque, solo ahí, es cuando aquel que crea se limpia de todo preconcepto mental, se vacía de lo antiguo para dar paso a lo nuevo. El artista tiene que estar inspirado, y en este sentido, la embriaguez es un estímulo que intensifica el sentimiento de estar vivo, se aleja de la normalidad para establecer un estado alterado de sensación, sea en dirección hacia la alegría, hacia la nostalgia o tristeza, cualquier pasión. En pocas palabras, se trata de un movimiento y una excitación que inspiran a ver y hacer las cosas de manera renovadora.
Por estas razones, no sería lo más inteligente, intentar suprimir toda capacidad de sentir y toda forma pasional. A lo largo de la historia, muchas corrientes filosóficas o religiones han tenido algunos problemas con la expresión de lo pasional. Para establecer un ejemplo en el que la sociedad ha intentado arrestar este concepto de embriaguez, Nietzsche introduce a la moral cristiana, cuyo planteamiento como solución en contra de las pasiones del ser humano ha sido una castración más que una orientación sabia de las mismas (2017, pág. 48). Si la embriaguez desemboca en desenfreno y que eso la moral cristiana lo haya intentado suprimir no es una solución para volver “racional” la parte “irracional”. Hace falta comprender cómo se puede utilizar la embriaguez de tal forma que no perjudique la convivencia ni decaiga en exceso. La forma en la que hasta nuestros días comprendemos las pasiones no ha permitido un conocimiento generalizado de las mismas, al menos podemos observar que pocas veces nos enseñan de autoconocimiento, o a gestionar lo que sentimos y cómo lo sentimos.
Ahora bien, el momento en que dejamos de racionalizar el cuerpo y brindarle su valor es el instante en el que el cuerpo puede ser nuestro peor enemigo. Nietzsche une al cuerpo con el ser y, más que eso, afirma que, el cuerpo es fuente de razón por sobre la sabiduría (2012, pág. 41). Aquí entendemos, por cuerpo, todo lo que se apegaría a lo pasional, mientras que la sabiduría se relacionaría con la parte racional o intelectual. Para el filósofo alemán, no es la supresión de las pasiones lo que debemos buscar, sino la potenciación de la autenticidad pasional. Y si el estado de embriaguez nos permite expresarnos con mayor libertad, entonces lo hemos de buscar de una forma que tampoco se suprima toda aquella parte racional. No obstante, pensar que la razón es única fuente de invención y conocimiento es equivocado.
Mathías Mendieta.
Bibliografía:
- Buñuel Fanconi, D. (2019) “La metáfora de la fiesta en Nietzsche”, en
- Escritura e Imagen 15, 101-104. https://revistas.ucm.es/index.php/ESIM/article/view/66729/4564456552725
- Nietzsche, F. (2012). Así hablaba Zaratustra. Ediciones Brontes, Fontana.
- Nietzsche, F. (2017). El crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos. Biblioteca Ingenios
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