El New Age: entre los lugares energéticos y las apropiaciones exitosas – Lucía López
cuando tenemos el deseo de experimentar alguna de las experiencias culturales – sensoriales que se ofrecen en los destinos predilectos de este tipo de turismo -tan de moda- no es más que un intento por apropiarnos de los rasgos culturales de los pueblos prehispánicos
La historia del pensamiento occidental estuvo catalogado como un evento que no tendría que haberse pausado a partir de las condiciones ideológicas que son intrínsecas de América Latina – esto debido a nuestra propia historiografía- porque, sin duda alguna, Europa no nos contiene desde ese inicio y tampoco ha sido la total representación de las expresiones del pensamiento desarrollado desde esta zona del planeta.
En este sentido, el análisis que toma como punto de partida la simbología de las principales ideas que se concentran en el interior de las condiciones de esta forma de resignificaciones, de un esquema de creencias populares, mitos y los alcances que se han retomado actualmente en virtud de una de las principales aristas que indica el pensamiento configuradas en el sentido de las religiones de la denominada, inclusive como una “Etnogénesis Neoinca” (Del Campo, 2019).
Otra de las simbologías que nos encauzan en el interior del pensamiento del New Age se enfoca en las condiciones sociales que se mantienen y que han subsistido a pesar del paso de los años. Sin embargo, es indispensable detenernos a pensar en las posibilidades a través de las cuales las auténticas razones por las cuales han surgido estos nuevos formatos de religiones se vincula con las condiciones emocionales con las que hoy en día convivimos y necesitamos subsistir. En realidad, es indispensable considerar que los nuevos estilos de vida se convierten hoy en día en verdaderos retos porque es necesario comprender que la evolución de los acontecimientos nos sostiene de la misma manera en la que requerimos que los formatos de las religiones tradicionales. Nos permite situarnos en los estudios antropológicos recientes de las religiones del New Age, centrando este ensayo en las nuevas perspectivas de lo que se ha desarrollado últimamente como uno de los alcances del sincretismo regional latinoamericano. Este se basó en las condiciones de desarrollo del pensamiento anticolonialista surgido desde el sur del planeta.
También, es pertinente que el análisis de este tema, un tanto controvertido, se filtre a través de varios estudios de este enfoque y de las demás perspectivas que se conjugan en los distintos esquemas ideológicos para entender lo que ha sucedido con el New Age y las apropiaciones que se han logrado evidenciar desarrollado últimamente, considerando que, en esta realidad se pueden visualizar varias perspectivas de las cuales se va a entender desde un punto de vista expositivo y no desde un sesgo moral.
En términos generales, cuando nos referimos al New Age, podemos imaginar eventos en los que se ponen de manifiesto ciertas características de la cosmovisión indígena, y que se adaptan a las condiciones actuales en el sentido de la apropiación evidenciada en los rituales realizados mediante el desarrollo de las prácticas chamánicas. En este sentido, es pertinente aclarar que lo que se menciona pertenece únicamente a las consideraciones de los eventos de las que no se pueden deslegitimar ni generalizar; sino que solamente son.
También, es indispensable recordar que, el sincretismo popular, es una tendencia que no es nueva, a pesar de que su transformación es continua y que se condiciona mediante lo que menciona Galinier (2016);
Acerca de la complejidad del pensamiento New Age, al tratar acerca del neochamanismo americano, en particular por el carácter híbrido, aglutinador, de sus presupuestos filosóficos, por la diversidad de sus fuentes culturales en el tiempo y en el espacio (…) podemos observar cómo progresivamente se combina algunos temas del ecologismo urbano, del folclor museográfico, de la historia académica y de las sicologías alternativas que dominan el mercado europeo y estadounidense (p. 67).
En este sentido, también podemos considerar que las reflexiones que se consideran a partir del análisis del chamanismo como un modelo de negocio exitoso. Del Campo (2019) sostiene que, sin duda alguna, al desarrollar una etnografía multisituada, en la cual, una de las nacionalidades estudiadas es el pueblo Saraguro, lugar en el que se establecen mediante la observación participativa del antropólogo Del Campo Tejedor, determinó que actualmente, existe un modelo acorde a los parámetros capitalistas de consumo de estos saberes ancestrales.
También, es preciso encasillar el hecho de que la valoración de los sitios sagrados o de los lugares considerados como “pueblos mágicos” se desentienden de los esquemas intrínsecos en la dinámica de un mismo patrón fácilmente identificable de un lado a otro del continente americano, que se expresa a través de una nomenclatura de conceptos tan difundidos como “cultura”, “mística”, “armonía” y muchos más (Galinier, 2016). Estas interpretaciones se basan en las ideas que Europa ha desarrollado ya desde los pensadores de los siglos XIX y XX sobre ese “otro” que fue extraño, silvestre y desconocido.
Es importante considerar que, en un comienzo este término “el otro” originó que la filosofía latinoamericana posibilite y genere sus propios pensadores e ideas que, hoy, se constituyen como saberes esenciales en la construcción de un pensamiento que, si bien no se aleja del todo del pensamiento filosófico eurocéntrico, es indispensable considerar que las aristas que surgen desde las reflexiones desde “lo otro”. En este sentido, se requiere diferenciar entre:
un endo y un exochamanismo (…) El endochamanismo concierne a las prácticas rituales de los miembros de la comunidad indígena, in situ o en los lugares de la migración. No existe un modelo que encapsule todos los procesos de resistencia o de adaptación de la tradición chamánica a la evangelización, la cual remodela de manera profunda las cosmovisiones locales prehispánicas. Considerando el ejemplo nahua, sigue vigente un continuo entre la sabiduría escolástica azteca, la que conocemos a través de los cronistas, y la del chamán contemporáneo. El exochamanismo concierne a todas las prácticas cuyo público es ajeno a la comunidad nativa, aunque el experto pueda ser él mismo un indígena, portador de una cosmología de tradición prehispánica. El exochamanismo encapsula entonces prácticas dirigidas por chamanes nativos y performances a cargo de actores oriundos de América del Norte o Europa, adeptos del turismo místico, más poblaciones mestizas, en gran mayoría urbanas e hispanohablantes (…) resaltan la dimensión exegetista y una hermenéutica que satura totalmente el campo de la interpretación (Galinier, 2016, p. 68).
Entonces, ¿cómo podríamos especificar los significados en lo que respecta al chamanismo en el interior de la perspectiva del new age? Es indispensable incorporar estas ideas y diferenciarlas de los anteriores términos citados, en palabras de Galinier y Molinié (2006) este chamanismo hace referencia a una ortodoxia y a una ortopraxia que se verifica en la cardinalización sistemática de las fuerzas que sirven de marco a la representación de la Madre Tierra. Se puede mencionar que en las religiones que se clasifican en el interior de las prácticas del new age se le mistifica a la imagen del planeta Tierra y se lo mira como “una entidad englobante que se confunde con las fuerzas activas que modifican constantemente, desde el subsuelo, las relaciones entre los hombres y las entidades del más allá” (Galinier, 2016, p. 69).
Se considera también la importancia que tiene la Tierra como la entidad matriz -un imán- para los migrantes y cuya ritualidad permanece a pesar de la distancia y del proceso de mutación en el estilo de vida que es asimilado en el país receptor.
Sin embargo, una de las circunstancias que se revelan mediante la ritualidad del exochamanismo al estilo del new age radica en una regulación pública de la libertad. Se convierte en una especie de performance que todos los individuos que forman parte activa o pasiva de estos grupos requieren adoptar para cautivar a más simpatizantes que son quienes aportan y consolidan estas prácticas. Se convierte en uno de los negocios más rentables a partir de la necesidad innata de los seres humanos en la creencia en algún ser superior a quien podamos “voltear nuestra mirada” para obtener más fortaleza y lograr avanzar con las circunstancias que la existencia nos coloca en frente.
Es así que, una vez expuestas estas perspectivas que se tienen de las prácticas chamánicas en el interior de la ritualidad endógena y exógena a las culturas indígenas; lo siguiente se trata de presentar ciertas reflexiones alrededor de la práctica del “turismo místico”. Del Campo (2016) asegura que,
El turismo místico en Latinoamérica se ha vinculado frecuentemente al etnoturismo (Basset, 2010), y más concretamente a un público, preferentemente internacional, que busca sumergirse en una alteridad cultural radical, asociada a comunidades indígenas prehispánicas, que atesorarían aún un vínculo espiritual no aculturado del todo, y que, por ende, evidenciarían todavía muestras de salvajismo primitivo. Este tipo de turismo va de la mano de la revaloración del indio en toda Latinoamérica, pero no tanto del indígena de carne y hueso, sino del orgulloso indio prehispánico, convertido en imagen mercadotécnica, que mixtifica por enésima vez al otro amerindio. Así, habría básicamente dos tipos de indios valorados: el amazónico, vinculado más al salvajismo y una naturaleza supuestamente prístina; y, por otra parte, el que habría de ser heredero de alguna de las grandes civilizaciones prehispánicas: azteca, maya o inca (p. 92).
Como se puede comprender -a través de la cita- el turismo místico facilita y promueve una especie de visión que romantiza al indígena y que radica específicamente en ese detalle para promocionarlo como si se tratara de bienes de consumo y no de rasgos culturales que son únicos de estos pueblos indígenas; lo cual ha generado cierta incomodidad en el interior de la convivencia social de los grupos en cuestión.
Así:
[El] turismo chamánico no es más que lo que resulta de una versión popular, simplificada, de una ontología amerindia (…) y que con el surgimiento del movimiento neoindio, esta imagen irradia a todos los indígenas, mezclándose en el caso del mundo andino con el tópico de la armónica relación que los indígenas mantendrían con la Pachamama (Del Campo, 2016, p. 92).
Lo cual significa que cuando tenemos el deseo de experimentar alguna de las experiencias culturales – sensoriales que se ofrecen en los destinos predilectos de este tipo de turismo -tan de moda- no es más que un intento por apropiarnos de los rasgos culturales de los pueblos prehispánicos que, realmente, ya no nos pertenecen porque a pesar de que podamos decidir libremente sumarnos a este tipo de rituales, la realidad es que habitamos en una sociedad que es una mezcla de toda la diversidad cultural occidental -e inclusive, oriental- y por lo tanto, estos parámetros culturales bien pueden encasillarse en una dimensión ontológica del “ser humano contemporáneo”.
Esta práctica consiste en rendir pleitesía a ciertas áreas geográficas que, como se sabe, han sido sitios energéticos y sagrados asimila, en sí mismos, las condiciones del turismo místico en los cuales, a decir de Galinier y Molinié (2013) “no solo el movimiento new age, sino también, se ve influenciado por la naturoterapia y varios esoterismos más, incluyendo el de la ufología” (p. 93). También es una característica esencial en esta perspectiva, el hecho de que los indígenas escogen sitios que han sido estudiados previamente, por arqueólogos quienes desean corroborar la hipótesis de que puede tratarse de un sitio de origen inca.
A este análisis, se suma la idea del Yachak -término inca para referirse al chamán en Saraguro- a quien se le asigna la difícil labor de mediar e interpretar los mensajes que llegan a los participantes de las ceremonias ancestrales que pretenden un renacimiento, una limpieza espiritual, una nueva sensibilidad que se enmarque en esta perspectiva experiencial – reflexiva.
Finalmente, es pertinente reconsiderar el valor que se han mantenido a través de los siglos, los pensamientos alrededor del denominado “movimiento neoindio” (Galinier y Molinié, 2013) ya que, precisamente, al mantenerse activo ese enfoque de la espiritualidad a partir de las culturas nativas de América, se consolidan también las ideas y los sentires que nos permiten conjugar a Latinoamérica -especialmente- uniendo a los seres humanos que, a pesar de haber nacido en otras latitudes, resuena con este conjunto de reflexiones y que sin duda alguna “el neochamanismo aparece como un modelo ideal para los grupos nativos en vía de reetnicización” (Galinier, 2016, p.74) y como tal, agrupa a varios simpatizantes, unos más globalizados que otros, pero que han incorporado en su proceso personal esta arista alternativa de la religiosidad contemporánea.
Referencias
- Del Campo Tejedor, A. (2019). El éxito de los nuevos chamanes: Turismo místico en los Andes ecuatorianos. Universidad Pablo de Olavide.
- Galinier, J., y Molinié, A. (2013). Los neo-indios: Una religión del tercer milenio. Abya-Yala.
- Galinier, J. (2016). Variaciones y apropiaciones latinoamericanas del New Age: Endo y exochamanismo en México: Doctrinas en disputa alrededor de la espiritualidad étnica. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social /Publicaciones de la Casa Chata.
Fotografía: Daniela Samaniego @danielasamaniegor