El pasado: un lugar cargado de futuro
Por: Diego Vintimilla.
¿No sería, acaso, diferente que la humanidad -creadora de los conceptos de tiempo e historia- desarrolle su proyecto vital sin el parcelamiento radical e inmutable entre lo pasado, lo presente y lo futuro?
la concepción correcta del tiempo histórico (…)
descansa por completo y en absoluto en la imagen de la redención.
Walter Benjamin. Libro de los pasajes
Cuando entramos en la escuela, nos enfrentamos a dos errores didácticos y pedagógicos brutales y de profundas consecuencias: 1.- Aprender el “yo” como la primera persona del singular y, 2.- Comprender el tiempo como una línea unidireccional, homogénea y sucesiva en las que se acumulan los acontecimientos de la humanidad.
¿No sería, acaso, diferente que la especie biológica más gregaria, interdependiente y comunal que ha poblado La Tierra empezase la comprensión de su desarrollo y funcionamiento histórico desde el nosotr@s? ¿No sería, acaso, diferente que la humanidad -creadora de los conceptos de tiempo e historia- desarrolle su proyecto vital sin el parcelamiento radical e inmutable entre lo pasado, lo presente y lo futuro?
Para los tiempos biológicos y la esperanza de vida de un individuo humano resulta complejo entender que, en la larga duración del Antropoceno, las cosas no hayan sido siempre de la misma forma. Más aún cuando el pensamiento occidental ha insistido vehementemente -por las vías violentas de la dominación y la educación- en que todo lo que vivimos no es más que la línea del progreso.
Bajo la idea de un “yo” que habita el mundo y que se desplaza por una senda en la que todo lo pasado es inmutable y, por tanto, no existente y un futuro que alberga lo mejor de lo humano, el presente acontece como una transición histórica en la que estamos condenados a presenciar la historia como la narración de “los progresos del dominio de la naturaleza”. Así, la historia occidental no es más que el recuento de nuestro paso de lo natural a lo cultural donde no existe vuelta atrás y donde nuestros objetivos se establecen como un anzuelo lanzado hacia las inexploradas aguas del devenir.
Según esta idea, el pasado tan solo es comprensible como hecho acabado y aprehensible desde la nostalgia del ya fue; mientras que el futuro es el tiempo-lugar que acoge toda la potencia de aquello que se considera destino manifiesto de lo humano: dominar la naturaleza. Por su parte, al presente tan solo le queda cumplir el papel de mediador, de eslabón en esta historia del paso a la civilización desde la barbarie.
Incluso las tradiciones más revolucionarias del pensamiento occidental no lograron desmarcarse completamente de la idea del progreso; de esa concepción en la que la humanidad -una parte de ella- invencible se impone progresivamente a los desafíos de la fábula de animales a dioses[1], en la que el “acontecimiento histórico” y la figura del “gran líder” transformador de la historia devienen en los protagonistas de los relatos de la historia. El “yo” en la línea del tiempo.
No obstante, con el auge del fascismo de por medio, el mundo conoció Las Tesis de Filosofía de la Historia de Walter Benjamin (postmortem, 1942), donde el filósofo propone una manera radicalmente diferente de comprensión del tiempo histórico en la que el futuro se desacraliza como horizonte civilizatorio y la humanidad -en primera persona del plural de un aquí y ahora con toda la potencia transformadora- adquiere la capacidad de modificar el pasado mediante el acto político de vengar a los ancestros.
Así, para Benjamin: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo «tal como verdaderamente fue». Significa apoderarse de un recuerdo tal como este relumbra en un instante de peligro” (2008, p. 40). Y ese peligro es permanente, el peligro es sucumbir como instrumento de la clase dominante, es permitir que la historia de los “grandes acontecimientos” y los “grandes hombres” sea la que se imponga; es permitir el despojo del potencial transformador de las tradiciones humanas; es dejarse robar el pasado.
La propuesta de Benjamin es profundamente revolucionaria puesto que ya no es el hombre de hoy quien construye un futuro, sino que es la humanidad emancipada en su conjunto la que tendrá la tarea de configurar nuevamente el pasado: construir la historia de los vencidos.
Solo cambiando el pasado, la humanidad podrá “hacer saltar el continuum de la historia” (2008, p. 54) y por ello propone: “El materialista histórico no puede renunciar al concepto de un presente que no es tránsito, en el cual el tiempo se equilibra y entra en un estado de detención. Pues este concepto define justo ese presente en el cual él escribe historia por cuenta propia” (2008, p. 53)
De esta manera, se configura una nueva teoría de la revolución donde cualquier cambio no es por un futuro mejor, sino por un mejor pasado que no es otra cosa que la venganza como forma de ajusticiar a un enemigo que no ha dejado en paz a los muertos, que no ha dejado de saltar sobre sus tumbas. No se trata de cambiar la historia para las futuras generaciones sino de hacer justicia con cada víctima de la civilización del progreso.
De esta manera, se configura una nueva teoría de la revolución donde cualquier cambio no es por un futuro mejor, sino por un mejor pasado que no es otra cosa que la venganza como forma de ajusticiar a un enemigo que no ha dejado en paz a los muertos, que no ha dejado de saltar sobre sus tumbas. No se trata de cambiar la historia para las futuras generaciones sino de hacer justicia con cada víctima de la civilización del progreso.
Es ahí donde todas las nuevas historias de la humanidad oprimida son necesarias reivindicaciones en una sociedad que nos prefiere sin memoria o defendiendo una tela tricolor o la letra del himno de una patria que nunca ha sido la nuestra, de una historia que se ha contado sin nosotr@s.
Es ahí cuando, la memoria es un arma cargada de futuro; un futuro que solo llegará cuando hayamos hecho las paces con nuestro pasado.
Diego Vintimilla Jarrín. Humano, zurdo, marxista benjaminiano. Estudiante de la filosofía.
Referencias
- Benjamin, W. (2008). Tesis de filosofía de la Historia. México: UNAM.
Notas
[1] En referencia al título del libro de Yuval Noah Harari en la que describe el desarrollo de la humanidad.
Imagen tomada de internet e intervenida digitalmente