Cámara Lúcida, festival de cine independiente que, como lo describe su sitio web “tiene el objetivo de ser un lugar de convergencia de cinematografías atravesadas por lo poético, lo sensible, lo político como aspectos transversales en su desarrollo estético y narrativo…en una sociedad que poco a poco intenta apagar la luz crítica y meditativa, mediante el abrumante paso de la homogeneización” (2024, párr. 1). Conversamos con su director, Francisco Álvarez, para acercarnos a este respiro audiovisual, antítesis de lo que el mundo de las imágenes en la actualidad, nos presenta.
DQ. Después de ocho ediciones ¿cómo defines el recorrido de Cámara Lúcida?
FA. Ha sido un proceso de aprendizaje en la marcha, es un festival que lo iniciamos y nació con un espíritu muy joven; en algún momento, bastante rebelde. En cada edición intentamos sofisticar la mirada, conceptualizar más las cosas. Cámara Lúcida, a partir de la tercera edición, es un festival de cine de autor para pensar la realidad y las imágenes, porque es urgente y el cine es una herramienta profundamente sensible; el festival abraza los gestos creativos, el riesgo y tiene su mirada sobre lo estético que pone en crisis ciertos conceptos tradicionales, es un lugar de descubrimiento.
DQ. Háblanos del proceso de la curaduría para cada muestra.
FA. Es lo fundamental, un trabajo de todo el año. Por mi oficio como programador y curador, veo películas a tiempo completo, nos enfocamos en cinematografías jóvenes con un camino sólido y un futuro brillante. Somos un festival que abraza películas actuales, cine de vanguardia, intentamos encontrar puntos en los que el público se deje sorprender y que no encuentre una película difícil, distante. Desde la curaduría, se busca un equilibrio con películas que pongan en crisis los conceptos tradicionales del cine y que a la vez sean amables que encuentren una relación directa con el territorio en el que se presentan.
DQ. Las películas de Cámara Lúcida permiten al espectador, deshacerse de paradigmas que existen dentro del cine, que el público sea permeable.
FA. Y algo importante dentro de esa permeabilidad, es el compromiso que tienen los festivales de cine o los espacios de reflexión sobre todo de la imagen audiovisual que está cambiando por esta avalancha desorganizada de información de los smartphones con visualizaciones rápidas. Se siente a las personas en una sala de cine sin sus celulares, en hora y media, entran en conflicto, no es fácil para cierto público ver una película de contenidos que necesita atención, porque no es una experiencia fragmentada, en un mundo donde las imágenes cambian profundamente y pone en crisis la estabilidad de cómo los festivales de cine se entienden; hay festivales europeos que dejan de ser cinematográficos por complacer a un público que va solamente a entretenerse, Cámara Lúcida no es ese lugar.
DQ. El homo ya no es solamente sapiens también es videns, la gente está controlada por las imágenes en su teléfono ¿crees que es un tema generacional propio de estos tiempos?
FA. Creo que nos pasa a todos pero en diferentes niveles, en mi experiencia con Cámara Lúcida y en otros festivales de cine, lo notas viendo qué gente asiste, las personas de 18 años para abajo dejarán de acudir a salas de cine, los smartphones y esta cultura de homogeneización, cambian la mirada y esto hace que las personas cambien ante todo, es un momento para cuestionar y tener cierto olfato de cómo se viene el futuro para que un espacio de exhibición de cine, entienda los contextos a los que se va a tener que enfrentar. Cámara Lúcida, es un lugar para un público, no tiene sentido si no tiene relación con el público, un festival de cine, va más allá del gusto y ofrecerá películas que tengan un diálogo con cada sociedad.
DQ. En un mundo tan convulsionado con un cine donde todo es explícito en valores estéticos y cinematográficos. ¿A qué se enfrenta el público de Cámara Lúcida?
FA. Se enfrenta a una selección de películas deliberadamente construida para resistir la homogeneización de la mirada. Un festival de cine es tan importante para una ciudad como un álbum de fotos para un hogar; es un lugar donde se documenta y guarda una memoria del mundo; En Cámara Lúcida los artistas y cineastas locales, nacionales, tienen espacios para exhibición y reflexión.
DQ. Un público libre y auténtico ¿por qué podría encontrar en Cámara Lúcida un espacio de regocijo?
FA. Esta pregunta me gusta mucho, creo que la diversidad que nosotros buscamos en las películas, es la misma diversidad que deseamos en públicos, creo que esa misma diversidad permite que los espectadores vivan la experiencia cinematográfica, encontrarse de sorpresa con cierta otredad, eso es lo bello del cine que permite entender el mundo desde la hipnosis de la butaca, enfrentarte a una película, el encuentro y la sorpresa, eso es lo lindo de un festival.
DQ. Háblanos de tus filias y fobias dentro del cine contemporáneo.
FA. No programaré películas hechas desde estructuras políticas o conflictos grotescos como las películas y series de narcos que naturalizan la violencia y esa presencia. No me voy a comprometer con filmes que deliberadamente tengan un objetivo de neocolonización o de imposición. Confío en un cine de pureza y libertad que respeta lo sensible y poético. Entre mis filias, está el compromiso con películas jóvenes y profundamente libres. Como director y realizador, empatizo y entiendo la dificultad con la que muchas películas han sido hechas. Una de mis especialidades es programar películas realizadas de manera unipersonal, el director sin equipo técnico, que deconstruye esa jerarquía que el cine se ha impuesto que tiene que tener un fondo, una estructura artística y técnica, es una imposición nociva que limita; programo películas que rompen esas estructuras tradicionales, hechas por personas solitarias enfrentándose al mundo. Cuando se hace una película solo, un autor expresa su profunda libertad, cuando tienes dos personas, va a haber un límite.
DQ. Si pudieras encontrar un punto de convergencia, entre la celebración y Cámara lúcida, ¿cuál sería?
FA. Lo más parecido a la celebración es cuando el film acaba y miras a la gente que ha sido atravesada y que ha cambiado algo, esa es la mayor celebración. Lo hermoso del cine es la capacidad de hablar de otras realidades, sentirse reflejado profundamente con la vida y la historia del otro así no tengan casi nada que ver, la película termina y las personas salen con una sensación del mundo diferente de lo que era cuando entraron.
Referencias
Cámara Lúcida (2024). Festival internacional de Cine Contemporáneo Cámara Lúcida. https://filmfreeway.com/FestivalCamaraLucida