Presentación E3 MUNDANA. «Entre la creación y el pensamiento»
Intervención de Diego Jadán-Heredia en el acto de presentación de la Edición #3 de MUNDANA Revista de Filosofía.
En definitiva, lo que nos ocupa es pensar en los límites de la filosofía y si, acaso, se encuentra con/en la poesía o la literatura. En Mundana, siguiendo esta tradición, actualizamos este debate con miradas rigurosas, plurales y lúdicas.
Muchas gracias a todos por asistir a este acto formal de lanzamiento del tercer número de Mundana, que hemos titulado «Escritura y filosofía: entre la creación y el pensamiento».
Se me ha dado la responsabilidad de contarles un poco sobre su contenido y el contexto en el que lo publicamos y no puedo sino agradecer a mis colegas, compañeros, amigos y amigas de la revista, por permitirme hablar unos minutos de un tema que desde hace mucho tiempo ha sido motivo de conversación en el grupo.
Cuando hace casi dos años nos juntamos con la gente del colectivo para pensar en alguna forma de divulgar filosofía, de hacer que la filosofía salga a la calle; un tema que era recurrente en nuestras conversaciones era que la educación formal en filosofía no era sino una excepción en el grupo; unos llegaban desde la arquitectura, el diseño, otros de la literatura, la antropología, incluso la medicina. ¿Qué implicaba esta particularidad del grupo? ¿acaso no era posible escribir de filosofía sin haberla estudiado formalmente?
Este, de paso, es un debate que se reformuló en los cincuenta del pasado siglo en España, el conocido como la controversia Sacristán Bueno, en donde la cuestión era el grado de autonomía académica de la filosofía y su relación con otras disciplinas. A partir de esta controversia, se debatieron una serie de temas de si la filosofía debía mantener su pureza (que era la posición de Gustavo Bueno) o arriesgar su autonomía y su supuesta superioridad para dialogar con otros campos (Manuel Sacristán defendía esta posición). En ese entonces, la filosofía, como disciplina se debatía entre las pretensiones de cientificidad de los analíticos y la apertura nihilista de los postmodernos. En Hispanoamérica, el mismo debate tuvo sus particularidades, porque nosotros no debatíamos sobre la autonomía de la filosofía sino si teníamos una. Y si teníamos una filosofía dónde estaba. En definitiva, lo que nos ocupa es pensar en los límites de la filosofía y si, acaso, se encuentra con/en la poesía o la literatura. En Mundana, siguiendo esta tradición, actualizamos este debate con miradas rigurosas, plurales y lúdicas.
La distinción entre poesía y filosofía es muy antigua, la realidad histórica es enormemente compleja y supera muchas veces todos los intentos de sistematización. Figuras como Heráclito tuvieron la doble condición, de poeta y de filósofo pues, por privilegio familiar, fue sacerdote. Parménides utilizó la poética tradicional para expresar verdades filosóficas. Fueron fundamentales los sofistas para conseguir una total autonomía de la palabra, que con su estudio del lenguaje y la persuasión deja de ser un don que concedía Zeus a los reyes y las Musas al poeta, para ser una técnica.
De todas formas, el proceso de identificación definitiva del filósofo no sigue un camino recto y sin obstáculos; sabemos, eso sí, que con Platón, todo el saber contenido en la antigua poesía quedó descalificado; la poesía ya no es verdadera, los mitos ya no nos cuentan verdades, lo más que podremos encontrar en ellos será la apariencia de la verdad y, por ello, lo que le corresponde al filósofo será la producción de unos mitos -los mitos platónicos- en los que las apariencias de la verdad sirvan a la verdad filosófica, al convertir al mito en una mera alegoría.
La editorial de este número de Mundana se pregunta, 2500 años después de lo narrado: «¿acaso, es posible hacer la distinción entre filosofía y literatura? ¿un texto filosófico tiene prohibido producir experiencias estéticas?» Es decir, el debate no se ha zanjado, es más, no se trata solamente de una cuestión que interesa a pocos filósofos e intelectuales preocupados todavía por llegar a un concepto definitivo de filosofía; para nuestras sociedades el tema representa mucho más, nos permite comprender los motivos por los que la razón instrumental hoy se identifica con la reflexión natural del ser humano, como el único modo racional de pensar.
Por este motivo, Mundana propuso a una serie de autores y autoras invitadas y a miembros del colectivo a que pensemos nuevamente este asunto. Emilio Rosales, que abre el poderoso dossier de este número, nos recuerda la unidad fundamental, la raíz común de filosofía y literatura, pero también nos da razones para no acercarlas demasiado; los filósofos y los poetas -dice- cumplen cada uno y a su modo una misión. Camila Peña, por otra senda, nos da una genial muestra de escritura poética filosófica para reivindicar la primera y dice: «escribir poesía es regresar al deseo antes de que desemboque en palabra, antes de relatos y de una educación que convierte a los seres en cuerpos exhaustos y domesticados». Cristóbal Zapata, se sumerge, en cambio, en su biblioteca para compartir con nosotros su experiencia cotidiana de diálogo con filósofos que a su vez piensan la poesía y la literatura, a quienes debe, lo cito: «demasiadas revelaciones y horas dichosas, porque, al fin y al cabo, como nos recuerda el sabio Simon Leys, pintores, filósofos, poetas y novelistas “alcanzan toda la verdad por los atajos de la imaginación”». Finalmente, Javier Guzmán, seguidor del materialismo de Gustavo Bueno, realiza una distinción clara y lógica de la filosofía y de la literatura.
Reflexiones mucho más concretas completan el dossier: Álvaro Cueli, con un precioso y preciso estudio de Kafka; Andrés Galán que se pregunta cómo descodificar los signos de la literatura para que no guarden silencio; Verónica Neira y un estudio de la filosofía inmanente del poeta Rubén Astudillo y Astudillo; Fernando Prieto se adentra en la obra Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal; y la dupla de Gonzalo Rubio y Noah Ortega que reflexionan sobre el acto de escribir para el filósofo y el poeta.
Agradecemos también a las y los columnistas de este número: Alicia Martínez, Estefanía Cárdenas, Emy Diaz, Lala Sotomayor, Sophia Chérrez, Gabriela Vázquez, Sebastián Ávila y John Piedrahita.
Todos estos trabajos, además, bellamente ilustrados por Santiago Espinoza que supo mirar el espíritu mundano de la revista.
Por supuesto, hago una mención especial a Oswaldo Encalada. Quienes han leído los dos primeros números de Mundana, saben que soy el entrevistador oficial, elegido democráticamente, pero creo que mis compis me dieron esa responsabilidad porque saben que en realidad me gusta esta tarea. Pude conversar largo rato con Oswaldo; para alguien como yo, que ha conversado con él solamente por medio de sus libros, o que intercambia un saludo en la Universidad, era realmente un privilegio poder hacerlo de manera distendida y profunda y preguntarle todo lo que mi curiosidad mandaba; de hecho, publicamos una parte de esa conversación, la pertinente al tema. En la entrevista Oswaldo pone especial énfasis en comprender la importancia de la metáfora para la filosofía, pero también conversamos sobre la imbricación entre cultura y lengua; realmente es una conversación que vale la pena leer.
No podemos dejar de agradecer el gran trabajo del equipo que hace posible la revista, desde la edición y corrección de Verónica Lucía Neira, el diseño de Antonio Fernández, las ilustraciones de Eduarda Abad, al equipo de comunicación con Diana Quinde, Martín Vasco y Eduarda Mendieta, y a los colegas del consejo editorial.
Y mejor termino mi intervención porque tenemos el enorme privilegio de tener hoy con nosotros a Oswaldo Encalada.
Seguro disfrutarán la revista.
Muchas gracias