Recordar para existir: Reflexiones desde la Filosofía Ch’ixi – Carla Ramos
Hablar de memoria colectiva no solo implica la conservación de recuerdos históricos, sino que también se convierte en una herramienta para revalorizar y reivindicar las experiencias de comunidades indígenas y afrodescendientes que han sido sistemáticamente marginadas
Silvia Rivera Cusicanqui, nacida en la Paz Bolivia, en 1949, es una brillante pensadora latinoamericana, socióloga y activista aymara; investigadora de las cosmologías quechua y aymara, así como del anarquismo, el sindicalismo, el katarismo y el indianismo boliviano, quien ha escrito libros fundamentales para la compresión de los procesos sociales y culturales de Bolivia, entre los cuales se pueden señalar: Oprimidos pero no vencidos, Luchas del campesinado aymara y qhichwa, 1900-1980 (1984); Violencias (re) encubiertas en Bolivia (1993); y el más reciente: Sociología de la imagen (2015).
Como se ha mencionado, Rivera es graduada de la carrera de sociología, sin embargo, sus aportaciones teóricas pueden ser perfectamente consideradas como filosóficas, su particular mirada hacia el mundo ch’ixi ilustra una nueva forma de entender la compleja identidad latinoamericana que ha sido puesta en cuestión por varios autores.
A través de su filosofía Ch’ixi, Rivera Cusicanqui expone el desafío al eurocentrismo con una voz ancestral y moderna, para esto es necesario entender el significado de lo ch´ixi (palabra aymara), que con sus palabras la autora explica en una entrevista:
Veo que quiere decir ‘gris’, hecho de colores blanco y negro, pero que de lejos parecen un tercer color. Y de cerca ves que son dos opuestos que no se juntan, ni se funden… Lo blanco, manchado de negro, o viceversa. Es ese modo gozoso de meterse a lo indio y comer a lo indio y hacer cosas muy indias y a la vez salir y estudiar en la universidad. Entonces esa forma de ser radical, pero a la vez, no mezclada, no híbrida, supone la memoria (Rivera, 2018, p. 5).
Utilizando esta palabra para metaforizar, logra llegar a una crítica hacia el mestizaje, muchas veces definido como homogéneo, y que dentro de un contexto histórico este mismo sigue dejando huellas de exclusión y gran brecha de desigualdad. A pesar que ella se centra en hablar de Bolivia, su filosofía ch’ixi puede ser expuesta y aplicada en la realidad del sujeto latinoamericano en donde este hasta la contemporaneidad busca su sentido de pertenencia e identidad.
La noción de ch’ixi, presentada por Silvia Rivera Cusicanqui, se edifica como un concepto central en su filosofía indígena, encapsulando la dualidad y complejidad de la vida. Esta categoría desafía las visiones lineales y simplistas de la identidad y de cómo es percibida América Latina por el resto de mundo; lo ch’ixi trae consigo la aceptación de lo indígena en su total esplendor y no lo fusiona con el proceso civilizatorio colonial, sino mantiene sus límites, su esencia; es la convivencia de la contradicción en uno mismo en donde el latinoamericano deja de ser solo un sujeto de un proceso homogeneizador de mestizaje, y logra todo lo contrario, reconocerse y percibirse con todas sus matices, y que a su vez eso lo convierta en quienes somos, sujetos heterogéneos con raíces indias y occidentales.
Para la autora ser latinoamericanos implica memorias que se manifiestan con nosotros, no se suceden cronológicamente, sino que interactúan en la superficie del tiempo presente y producen contradicciones no coetáneas persistentes y vigentes. La memoria actúa como “heridas más antiguas que manan sangre” (Paz, 2004, p. 14) y luego furia, lo que desencadena una lucha de revolución de identidad ya sea explícita o implícita; lo ch’ixi puede ser visto como un recurso de acción política, en donde lo que mueve es la memoria, el destello de consciencia de quienes fuimos, cómo nos identificamos y qué nos han dicho que somos, para así poder crear un concepto de identidad que nos represente realmente a todos en donde exista aceptación a esta multiplicidad de la conformamos parte.
Así, se torna necesario preguntarnos ¿en qué medida la memoria colectiva, como recurso ch’ixi, puede servir como motor de resistencia frente a la homogeneización cultural en un mundo globalizado?
Hablar de memoria colectiva no solo implica la conservación de recuerdos históricos, sino que también se convierte en una herramienta para revalorizar y reivindicar las experiencias de comunidades indígenas y afrodescendientes que han sido sistemáticamente marginadas, además de abarcar la identidad de quién es el sujeto latinoamericano que ha sido escudriñado, definido y limitado por lo occidental, lo eurocéntrico.
En un entorno donde las culturas locales a menudo son consumidas por narrativas globales, predominantes eurocéntricas, la memoria colectiva permite a las comunidades recordar y reafirmar su identidad. Esta memoria actúa como un hilo conductor que conecta a generaciones pasadas con las presentes, creando un sentido de pertenencia y continuidad. Así, al recordar las luchas, tradiciones y saberes ancestrales, las comunidades pueden desafiar las imposiciones culturales externas y resistir la pérdida de sus identidades.
En este contexto, la memoria juega un papel crucial para reconectar con la identidad, es necesario tener en cuenta que es una herramienta impulsora, un destello de conciencia que permite reivindicarnos hacia un posible horizonte de transformación emancipatoria y no un recuerdo que nos mantiene en el margen del rencor o la victimización; utilizarlo de manera propulsora haría del proceso algo más clarificante en cuanto realidad y daría paso al autoconocimiento, percepción y reencuentro con lo uno.
Todo ello nos lleva a un futuro enriquecido con lo nuestro, la reconexión y aceptación de ser sujeto latinoamericano, quien está conformado por un mosaico de matices que coexisten, con las que convivimos a diario. Si bien, no podemos cambiar la historia, pero podemos usarla para nuestra transformación, encontrar una realidad en donde el occidente y el paisaje latinoamericano sean coherentes y encuentren equilibrio desde el respeto y la valoración de la multiplicidad. Lo ch’ixi es una propuesta que nos abre paso a una reivindicación de la realidad sin la uniformidad cultural para ser considerados parte de un territorio.
En definitiva, abrazar lo ch’ixi no solo significa aceptar nuestra complejidad como latinoamericanos, sino también actuar a favor de construir una sociedad más justa y equilibrada en donde el sujeto latinoamericano sea consciente de su identidad y se encuentre en armonía con su propia percepción, lograr abrazar lo indígena y lo occidental dentro del bordado que no se fusiona sino existe dentro de su contradicción es clave.
Referencias
- Cacopardo, A. (2018). “Nada sería posible si la gente no deseara lo imposible”. Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui. Andamios, 15(37), 179-193. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632018000200179&lng=es&tlng=es
- Fernández Nadal, E. (2016). La filosofía en el mundo actual: Pensadoras latinoamericanas. Aproximaciones a las filosofías críticas de Ivone Gebara, Silvia Rivera Cusicanqui y Francesca Gargallo. Realidad: Revista De Ciencias Sociales Y Humanidades, (148), 149–167. https://doi.org/10.5377/realidad.v0i148.4594
- Paz, O. (2004). El laberinto de la soledad. Fondo de cultura económica.
- Rivera Cusicanqui, S. (2018). Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis / Silvia Rivera Cusicanqui. Tinta Limón.
Fotografía: Daniela Samaniego @danielasamaniegor