Solo la risa mata al miedo – Lala Sotomayor
Leer literatura es esa maravillosa capacidad de meterse en una historia y que, al leer unas cuántas páginas, puedas transportarte a otro mundo donde las emociones de los personajes se impregnan en tu piel.
Umberto Eco fue semiólogo, filósofo y escritor italiano, autor de numerosos ensayos sobre estética, lingüística y filosofía. Una de sus principales líneas de investigación fue la semiótica, ciencia social que aborda el proceso de significación dentro de la comunicación humana para comprender la realidad que se crea desde el lugar de enunciación de la persona.
Es la creación de un significado a través de un signo, para ello, el entramado cultural es el responsable de crear estas ideas, pues solo el bagaje del lugar en el que se habita posibilita construir el imaginario. No es fácil abordar temáticas de esta índole, pero la literatura es un arte que permite profundizar en complejas teorías, a través de historias. Para Eduardo Galeano (2017):
El mundo no está hecho de átomos, el mundo está hecho de historias… porque son las historias que uno cuenta, que uno escucha, que uno recrea, que uno multiplica, son las historias las que permiten convertir el pasado en presente, y las que también permiten convertir lo distante en cercano, lo que está lejano en algo próximo, posible y visible (0m3s).
Por ello, ese mecanismo de utilizar historias, humanas historias, que te hacen ver semejante, permiten empatizar y entender mejor a través de un relato mágico. Leer literatura es esa maravillosa capacidad de meterse en una historia y que, al leer unas cuántas páginas, puedas transportarte a otro mundo donde las emociones de los personajes se impregnan en tu piel.
Eco cuenta la historia de una abadía benedictina en el siglo XIV, donde las prohibiciones y la imposición religiosa era indubitable. En 752 páginas te hace formar parte de un sagrado espacio religioso, imponente lugar donde se desarrollan atroces crímenes, y encontrar al culpable se vuelve tan confuso como el mismo laberinto bibliotecario. Una serie de hechos aparentemente inexplicables crean una trama asombrosa, donde la filosofía se vuelve parte de la lectura, ya que la prohibición que existe para ingresar a la biblioteca da cuentas de lo poderoso que es el conocimiento, y por qué querían privar a los monjes de este.
Walter Benjamin (1921) sostiene que “para cuidar lo permitido se combate lo prohibido, haciendo uso de los mecanismos que se prohíben” (p. 57). Si, esta ironía de la vida muestra cómo la represión obliga a tomar caminos alternos, como en esta historia donde los monjes tuvieron que romper las normas para descubrir el enigma de siete asesinatos. “La biblioteca es una cárcel mágica, llena de tesoros y sabiduría, pero también de peligros y laberintos (…) “En la sabiduría existe el dolor, y aquel que agranda su sabiduría, de igual forma agranda su dolor” (Eco, 1980, p. 220, 314).
Por ello, el afán en coartar la libertad de los lectores, no conviene tener gente libre, capaz de sublevarse ante cualquier injusticia, de defender su ideología. Ya lo dijo Marx en 1843, “la religión es el opio del pueblo” (p. 304), más vale tener a la masa alienada para que no proteste ante nada.
El océano del conocimiento no tiene fronteras, mientras más aprendes, te das más cuenta de lo poco que sabes, y a veces, entender ciertas cosas no es placentero. Pero acaso por ello, ¿hay que dejar de aprender? O quizá entre tanta desdicha también se vislumbra calma, risa y comprensión. La curiosidad es el motor del conocimiento, la curiosidad, ante todo, las emociones, experiencias, realidades, historias. El conocimiento, también es una forma de amarse, pues la investigación puede viajar hacia lo íntimo, navegar hacia esa soledad que puede ser satisfactoria, e incluso, convertirse en una compañía para unx mismx. Este libro no deja respuestas, te invita a explorar conceptos que no se sabe si se complementan o se contraponen. La verdad, ¿qué es la verdad? lo que ya está escrito o lo que sentimos en el cuerpo.
La razón puede hacer que la fe pierda su fuerza, y quizá una absurda fe puede olvidar que existe la razón. “La duda Adso, es enemiga de la fé” (p. 268, 1980) y esa duda, no siempre está en otrxs, la duda más peligrosa es aquella que la generamos hacia nosotrxs mismxs, hacia nuestras emociones, intuición y pensamientos. Todo, se almacena en la memoria, ¿pero esta es infalible? ¿Es mejor probar o evitar hacerlo?
El conocimiento va mucho más allá de un aprendizaje, este se integra en la persona y la construye, se vuelve parte de su ser y el miedo, debe ser la más temible de las enfermedades, pues su capacidad paralizante, limita el accionar no solo hacia el peligro, si no hacia el amor y la felicidad, y eso, sí que es grave. La impermanencia en la vida, es la única constante, ¿entonces qué nos queda? A lo mejor los recuerdos son eternos, los dolores también, o quizá solo una palabra, o tan solo un signo, nos puedan esperanzar, regresar a una inolvidable memoria, “recordar, volver a pasar por el corazón” (Galeano, 1989, p. 47) cómo el hecho de sostener una simple rosa. Qué poder entonces tienen las letras, o quizá un objeto, que, solamente viéndolo, te hace viajar en el tiempo, recordar un aroma, sentir una caricia, derramar una lágrima o una sonreír. Somos seres simbólicos, el lenguaje nos construye, y los signos son parte de él.
Lala Sotomayor.
Referencias
- Eco, U. (1980). El nombre de la rosa. Lumen.
- Benjamin. W. (1924). Para una crítica de la violencia. Leviatán.
- Marx. C. (1844). Introducción para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Editorial Claridad
- Club de escritura. (29 de septiembre de 2017). Eduardo Galeano: estamos hechos de historias. [Archivo de Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=UOEFuIgJMpw&ab_channel=TVCiudad
- Galeano, E. (1989). El libro de los abrazos. Siglo XXI