Un recorrido histórico-antropológico por el concepto de cultura
John Piedrahita.
Es importante comprender que la antropología, como toda ciencia, se encuentra anclada a un momento histórico concreto. Precisamente por eso, la antropología como ciencia, debe situarse. De esa manera, se podrá hacer una radiografía de los grupos humanos y de las acciones sociales e individuales de los sujetos.
Definir un concepto en el campo de las ciencias sociales es complejo, no solo porque las sociedades cambian, y con ellas, los paradigmas de interpretación de la realidad; sino porque abstraer la realidad social, en una sola palabra, es una tarea monumental. Uno de los conceptos con más definiciones en el campo de las ciencias sociales es el concepto de cultura. La antropología, ciencia que nació a finales del siglo XIX, se abocó a la comprensión del concepto.
En este sentido, la antropología busca comprender, en la medida de lo posible, cómo los grupos humanos se organizan y mantienen su vida social. En otras palabras, la antropología se encarga de investigar los modos de pensamiento y de percepción de la sociedad, en diferentes tiempos y lugares.
Etimológicamente, el concepto cultura significa “cultivar”. La tradición del pensamiento occidental definió a la cultura como el proceso en el que las personas -por medio de la educación- se cultivan. No obstante, esta visión puede ser excluyente en función de que se considera “culto” -únicamente- al sujeto racional occidental que busca el “progreso” y la “civilización”. Así que, es pertinente pensar en otra palabra, misma que, desde la etimología, se apegue más a la realidad heterogénea y diversa de las sociedades.
El concepto “Kultur” -palabra alemana- sugiere que la cultura es inherente al ser humano y no se alcanza por medio de la “civilización”. Kultur, entonces, es el conjunto de atributos que hacen particular a una comunidad determinada; como producto de una historia compartida en el tiempo. Siguiendo esa línea de reflexión, la cultura se adquiere mediante la consolidación de la tradición, e igualmente, la tradición termina configurando un espíritu o una esencia. En la modernidad esa esencia es conocida como la “identidad nacional”.
No obstante, la antropología no se ha detenido en la comprensión etimológica de la palabra cultura. Al contrario, los antropólogos se han aproximado a construir metodologías y teorías para la comprensión de los diferentes pueblos y comunidades del mundo. Así, B. Malinowski -el padre de la antropología en el siglo XX- definió el concepto de cultura como una categoría de análisis que nos permite observar y comparar todos los fenómenos humanos que suceden a nuestro alrededor.
A pesar de esta definición tan acertada, la primera corriente dominante en el campo de la antropología fue la que propuso a la cultura como un sistema adaptativo que es más conocido como evolucionismo antropológico. Esta corriente surgió en el siglo XIX y su máximo representante fue el antropólogo Edward Taylor, en su texto “La cultura primitiva” (1871), señaló que, la cultura es un proceso de desarrollo por el que todos los grupos humanos deben transitar; desde el Estado primitivo -tribus simples- la barbarie -con pueblos agrícolas-, hasta la civilización -sociedades industriales complejas.
Esta corriente antropológica se ligó al positivismo imperante en la época, que se basó en la ciencia para decir que la cultura podía ser medida de forma objetiva mediante el método científico. También, desde una perspectiva histórica, el evolucionismo antropológico, fue útil en su época para la dominación de unos grupos humanos sobre otros. En este sentido, el colonialismo, por ejemplo, se fijó en determinados estudios antropomórficos de los cráneos para plantear que en occidente las personas tenían cráneos más grandes -por tanto- eran más inteligentes que los pueblos “bárbaros”. El evolucionismo antropológico sugería, de manera similar que el darwinismo social, que solo los pueblos más fuertes e inteligentes se adaptan al entorno.
Al iniciar el siglo XX, la antropología evolucionista dejó de tener eco en el terreno de las ciencias sociales. Así que, de cierta manera, como reemplazo, apareció el particularismo histórico. Franz Boas fue el representante de esta corriente antropológica. En su texto, La mentalidad del hombre primitivo (1938), el autor sugiere que, cada cultura es el resultado de unas condiciones materiales e históricas. Destacó el carácter particular de cada cultura y la importancia de reconocer la diversidad cultural. El antropólogo, entonces, debe estudiar los procesos y mecanismos de cada cultura para mimetizarse en su entorno. Una corriente similar al particularismo histórico fue el estructuralismo. Lévi-Strauss, máximo representante de la antropología estructuralista, consideraba que las culturas son sistemas simbólicos compartidos que son creaciones acumulativas de la mente. Trata de descubrir en las estructuras de los dominios culturales -mito, arte, parentesco, lenguaje-, los principios de la mente que generan estas elaboraciones culturales (Strauss, 1987). La distancia entre el dominio de la cultura, donde el hombre impone su orden arbitrario y la realidad de la naturaleza se convierte en el eje principal de la polaridad simbólica: “la naturaleza frente a la cultura”. En resumen, la cultura no es una cosa natural, es una producción humana. (Maillo, 2010, p.23).
Entonces, cabe realizarse la pregunta ¿Cuál es el vínculo entre cultura e individuo? Ralph Linton, en su texto cultura y personalidad (1945), estableció el estrecho vínculo entre la conducta individual y la estructura social donde el ser humano vive. El autor sugiere que esta relación social se construye mediante la transmisión y asimilación de normas y pautas que aseguran la supervivencia del sujeto en su entorno. En ese sentido, al vincular la antropología con la psicología; la psicología debe estudiar a los individuos según su localización. Habría, entonces, psicología para la ruralidad, psicología para la urbe y psicología que es consciente de las diferencias de clase y de origen de las personas.
Finalmente, es pertinente mencionar la postura que -hasta la actualidad- es la más difundida en el mundo de las ciencias sociales: “la cultura como entramado simbólico”. El máximo representante de esta corriente es Clifford Geertz quien en su texto “La interpretación de las culturas” (1973), sugiere que la cultura es un sistema de símbolos y de significados compartidos; por lo tanto, se debe interpretar la cultura como una “red de significados”. Esta interpretación posmoderna, señala que la función de la cultura es darle sentido al mundo y hacerlo comprensible para quienes habitan en ella. En otras palabras, la labor de los antropólogos es interpretar los símbolos clave de cada cultura. Clifford Geertz, analizó las peleas de gallos, los funerales, el robo de ganado, entre otras acciones humanas, para interpretar los grupos humanos en su acción simbólica. En definitiva, desde la perspectiva de Geertz, los símbolos y significados son compartidos por actores sociales; la cultura es pública, no privada.
En conclusión, la antropología es una ciencia humana joven. Desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, la antropología se ha reinventado y cambiado de paradigmas. Es importante comprender que la antropología, como toda ciencia, se encuentra anclada a un momento histórico concreto. Precisamente por eso, la antropología como ciencia, debe situarse. De esa manera, se podrá hacer una radiografía de los grupos humanos y de las acciones sociales e individuales de los sujetos.
John Piedrahita.
Bibliografía
Boas, F. (1992). La mentalidad del hombre primitivo. Editorial Almagesto.
Geertz, C. (1973), La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa.
Lévi-Strauss, C. (1987). Antropología estructural: mito, sociedad, humanidades. Siglo XXI.
Linton, R. (1945). Cultura y personalidad. México: Fondo de Cultura Económica.
Maillo, H. M. V., Villalobos, F. C., & BRUN, Á. D. D. R. (2010). Lecturas de antropología social y cultural. La cultura y las culturas. Editorial UNED.
Taylor Burnett, Edward. «Cultura primitiva.» (2004).
Imagen tomada de la película «En busca del fuego» e intervenida digitalmente.