¿Por qué nos deprime la cultura del éxito? Un análisis de La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han
Estefanía Cárdenas.
El positivismo es planteado como la nueva pandemia social. La violencia que hoy en día se manifiesta en entornos aparentemente seguros está basada en forzar una hiper-productividad, el éxito social y la sonrisa constante como medidas de valor del sujeto moderno
Byung-Chul Han (1959), reconocido filósofo surcoreano residente en Alemania realiza una crítica a la sociedad actual del rendimiento y la productividad exacerbada. En su libro La sociedad del cansancio, expone cómo la cultura del trabajo acelerado y el rendimiento productivo, lejos de significar un progreso en el bienestar individual, deriva en patologías emocionales y neuronales (Han, 2017).
Byung-Chul Han analiza cómo el negativismo y la hipervigilancia criticadas por Michel Foucault han sido reemplazados por un positivismo destructivo, que tiene como objetivo hacer de cada individuo un esclavo de sí mismo para sostener la acelerada exigencia laboral y social. “No-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión” (Han, 2017, p. 18).
El positivismo es planteado como la nueva pandemia social. La violencia que hoy en día se manifiesta en entornos aparentemente seguros está basada en forzar una hiper-productividad, el éxito social y la sonrisa constante como medidas de valor del sujeto moderno. Paradójicamente, la consecuencia de este positivismo forzado es la depresión, que según la OMS (2023), afecta a cerca de 280 millones de personas en el mundo.
Parafraseando a este filósofo, encontramos que la sociedad disciplinaria descrita por Michel Foucault en su libro Vigilar y castigar ha cambiado por una sociedad del rendimiento. Pasó de ser una ciudad de hospitales psiquiátricos, cárceles y fábricas a una sociedad de gimnasios, centros comerciales, aeropuertos, centros genéticos y agencias de empleo (Han, 2017; Foucault, 1975).
Han sostiene que a continuación de la etapa de sujetos de obediencia tan criticados por los pensadores del siglo pasado, hemos pasado a ser sujetos de auto-rendimiento. La sociedad de nuestros abuelos era una sociedad disciplinaria, basada en la prohibición y el cumplimiento de las normas, lo cual supuso un esquema de negatividad, que pasó a una siguiente etapa, la de la sociedad del cansancio. Hoy en día, según Byung-Chul Han, nos encontramos en una sociedad enteramente positiva, que, aunque parecía necesaria, se ha convertido en un entorno alienante con una demostración agobiante del éxito. El no aceptar la negatividad como esfera necesaria para comprender los límites inhibe la contemplación y satura de autoexigencias cada vez más hostiles.
La sociedad actual ya no está definida por la prohibición, el deber y la obligación externa tanto como la personal. Con la frase «Yes we can», que este autor analiza, se da lugar al mundo de la iniciativa individual (Han, 2017). No es de extrañar que aparezca esta frase como tatuaje recurrente, como lema de los nuevos gurús de la felicidad, quienes representan una engañosa capacidad ilimitada, la cual, si no se cumple, señala una debilidad moral del carácter. Estamos ante una sociedad que castiga la aceptación de la propia debilidad. “El que quiere puede”, “nada es imposible”, “el que persevera, alcanza” son frases que en apariencia son alentadoras, pero tienen una faceta maliciosa: si una persona no cuenta con las capacidades para cumplir con determinada exigencia que la sociedad valora, no se toma en cuenta su realidad, su precariedad, su ser-en-el-mundo del que habló Heidegger. Las redes sociales no hacen más que acentuar una apariencia incompleta y forzada: el querer ser reemplaza al ser (Heideger, 1927).
Para Heidegger este «ser-en-el-mundo” describe cómo los seres humanos no somos entidades aisladas, sino siempre nos encontramos inmersos en un contexto que influye en nuestra existencia y comprensión del mundo. Incluso las diferencias socioeconómicas no son consideradas entre un individuo y otro. “Eres pobre porque quieres” es un ejemplo de este positivismo, que pone el peso en la esfera moral del individuo sin considerar las desigualdades de base (Han, 2017).
“Los proyectos, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición” (Han, 2017, p. 25), el mandato y la ley, pero siguen siendo coercitivos y esclavizantes. Han también habla acerca de las neurodivergencias, tales como el espectro autista, el TDAH, TLP, o incluso las personalidades introvertidas, que no tienen las mismas ventajas competitivas a nivel laboral y social que las personalidades que se adaptan mejor a las exigencias sociales.
Finalmente, es interesante apreciar en la lectura de este libro cómo la filosofía puede ofrecernos un punto de vista refrescante si nos sentimos cansados de mirar historias de éxito e inspiración, al final solo máscaras de perfección cada vez más inalcanzables. Vivir en un estado de insatisfacción y querer competir incluso con uno mismo, al final, nos lleva a perder la oportunidad de apreciar la propia existencia y poder darle lugar a la reflexión (Han, 2017).
Estefanía Cárdenas.
Bibliografía:
- Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI Editores.
- Han, B.-C. (2017). La sociedad del cansancio. Herder Editorial.
- Heideger, M. (1927). Sein und Zeit (Ser y Tiempo). Niemeyer.
- OMS. (31 de marzo de 2023). Depresión. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression
Imagen tomada de gbm.com e interenida digitalmente.