La psiquiatría y la psicología en Foucault
Por: John Piedrahita
la enfermedad mental ya no es pues el producto de un determinado orden social, es una determinada forma de ver la locura dentro de una cultura que le ha sustraído cualquier objetividad más allá de la afectación o discapacidad del psiquismo.
La obra de un autor o autora está enmarcada en las condiciones de posibilidad histórico-políticas de su aparición. Los autores transitan caminos que los conducen a la consolidación de su obra. No son lo mismo los escritos de un autor en sus primeros años de producción intelectual, a sus escritos en la madurez. Precisamente por eso, muchos biógrafos analizan los escritos de los autores en su primera etapa y en su consolidación. Por ejemplo, existe un joven Marx -el qué escribe El manifiesto del partido comunista, La guerra civil en Francia, La ideología alemana, entre otros- y también un Marx maduro -con su obra cumbre, El capital-.
Por otro lado, las obras de los autores deben leerse en relación con su momento histórico concreto. Es lo que Michelle Foucault denomina episteme. La episteme, entonces, une diferentes prácticas discursivas durante una época. No se trata de una mentalidad o forma de pensar que atraviesa una época en su totalidad, infranqueable, unitaria y soberana es, por el contrario, el conjunto inagotable e indefinido de relaciones que pueden unir las diferentes prácticas discursivas, sistemas de formalización y formaciones discursivas en un momento histórico (Villavicencio, 2024).
Dicho esto, en el presente artículo se analizará el pensamiento del joven Foucault. Se tomará como marco de referencia el texto El joven Foucault y la crítica de la razón psicológica: en torno a los orígenes de la historia de la locura, de Enric Novella (2009). El objetivo del escrito es entender el desarrollo intelectual de Foucault para su posterior afianzamiento como teórico de la psicología y la psiquiatría. En su libro Historia de la locura, Foucault centró su foco de análisis en la “psiquiatría” y la “psicología”. La historia de la locura fue concebida por la crítica como una primera contribución a la determinación de los límites de la experiencia y las escisiones constitutivas del mundo moderno. Pero ¿cuál fue el camino para que el pensamiento de Foucault deviniera en el arqueólogo que conocemos? En torno a esta pregunta girará el presente trabajo.
El principal estímulo o punto de partida de las preocupaciones teóricas de Foucault, con respecto a la psicología, fue su malestar con una disciplina que se inscribió -desde sus inicios- en el positivismo. Esta orientación de la psicología, según el modelo de la ciencia natural, era para él una clara herencia del pensamiento moderno e ilustrado. El positivismo sostuvo sus premisas al mencionar que “la verdad del hombre se agota en su ser natural y que el camino de todo conocimiento científico debe pasar por el análisis cuantitativo, la construcción de hipótesis y la verificación experimental” (Novella, 2009, p. 97). El joven Foucault se remitió a una rica tradición que, con el psicoanálisis y la fenomenología[1] a la cabeza, acometió a lo largo de la primera mitad del siglo XX y realizó un cuestionamiento a los fundamentos epistemológicos del positivismo psicológico (Novella, 2009). El positivismo psicológico redujo las enfermedades mentales a datos estadísticos y al saber propio de su época, al respecto de la categorización de sujetos anormales. Villavicencio (2024), interpretando a Foucault, propone que la ciencia requiere del saber para emerger; no obstante, lo que se deriva del saber no siempre es una ciencia. En este caso, el positivismo psicológico se fundó sobre los prejuicios y los estereotipos en los albores de la modernidad.
En ese sentido, a lo largo de las páginas de Enfermedad mental y personalidad-obra precoz de Foucault (1984) – el autor insiste en que “la patología mental exige métodos de análisis diferentes de los de la patología orgánica y que, solo mediante un artificio del lenguaje podemos prestarle la misma significación a las enfermedades del cuerpo y del espíritu” (p. 20). Para esa tarea, es crucial el análisis del lenguaje para la comprensión de las enfermedades del espíritu. En definitiva, no se puede reducir al “enfermo mental” a un dato frívolo. Por el contrario, habría que entender las condiciones de posibilidad para el aparecimiento de la enfermedad mental.
Posteriormente, Foucault (1984) critica el evolucionismo psicológico. El pensamiento evolucionista penetró en el campo de la psicopatología y, desde entonces, señala Foucault, “ya no es posible omitir los aspectos regresivos de la enfermedad; la evolución es, desde entonces, una de las dimensiones por las cuales se tiene acceso al hecho patológico” (p. 33). Siguiendo a Foucault, la perspectiva evolucionista tiene dos serias limitaciones que, a su juicio, la hacen insatisfactoria. Por un lado, tiende a obviar la organización específica de la personalidad mórbida, que no es originaria, sino rigurosamente original.
Por otro lado, el evolucionismo ignora que la personalidad nunca puede desaparecer completamente; no hay camino de retorno en el desarrollo de la personalidad, sino solo una sucesión de las conductas. En la perspectiva evolucionista, concluye Foucault, la enfermedad no tiene más ley que la virtualidad general.
A diferencia del pensamiento evolucionista, el psicoanálisis pudo apreciar la dimensión biográfica del análisis psicopatológico. Esto es que “el devenir psicológico es evolución, e historia a la vez, y que el tiempo del psiquismo debe analizarse según lo anterior y lo actual, pero también según lo pasado y lo presente. Es decir, en términos históricos” (Novelle, 2009, p. 46). El genio de Freud supo sobrepasar muy pronto este horizonte evolucionista, hasta llegar a la dimensión histórica del psiquismo. No obstante, Foucault comprendió que el psicoanálisis era incapaz de entrever el carácter fundamental y primigenio de la angustia como experiencia radicalmente original. Esto es en su “necesidad existencial”.
La última corriente a considerar, por parte del joven Foucault, era la fenomenología. El autor, por formación y afinidad, se sentía mucho más cómodo. Las insuficiencias del evolucionismo y el psicoanálisis tenían que ver, a su criterio, con el hecho de que tienden a entender los trastornos psíquicos como un proceso estrictamente natural, pero son incapaces de reconocer que estos trastornos no solo son padecidos, sino también experimentados y vividos de forma activa. Dicho de otro modo, implican una constitución de un mundo (Novelle, 2009). Empero, al igual que con las otras corrientes, Foucault se distanció de la fenomenología al comprender que sus insuficiencias teóricas en el terreno psicológico conducían a entender la experiencia y los trastornos mentales como fenómenos exclusivamente privados; olvidando su constitución histórica y sus condiciones sociales y culturales de posibilidad.
En efecto, el joven Foucault entendió que ni la evolución, ni la historia psicológica, ni la reconstrucción fenomenológica de la experiencia mórbida podían explicar las condiciones de aparición de los trastornos mentales, pues el hecho patológico tiene sus raíces en otra parte (Novelle, 2009). No hay que olvidar, en el análisis del pensamiento del primer Foucault, su cercanía con el Partido Comunista de Francia. En esa época (1953), Foucault se convirtió en un militante y, aunque su militancia comunista no duró mucho tiempo, debido a su desafiliación en el 59 por discrepancias con las posturas estalinistas del partido, se puede visualizar las influencias marxistas en su obra. Observemos lo que dice Foucault en Enfermedad mental y personalidad:
Las relaciones sociales que determina la economía actual bajo las formas de competencia de la explotación, de guerras imperialistas y de lucha de clases ofrecen al hombre una experiencia de su medio humano acosada sin cesar por la contradicción (…) Solo un análisis comprometido del medio social y de la alienación capitalista puede, por tanto, dar cuenta de la verdadera naturaleza y de la génesis de las enfermedades mentales (Foucault como se cita en Novelle, 2009, p.104).
Esa visión marxista representó el primer intento foucaultiano de contemplar la enfermedad mental en su necesidad histórica, social y cultural. La interpretación de Foucault es sociogenética, en tanto explica la aparición de la enfermedad mental en un sentido estrictamente causal, atribuyendo su causa última a la configuración inhumana de la sociedad burguesa (Novelle, 2009). Sin embargo, Foucault tomó distancia intelectual y militante con el marxismo y con ello abandonó su marco teórico para la interpretación de la enfermedad mental.
Una vez que se realizó el recorrido por el pensamiento teórico del joven Foucault, se va respondiendo a la interrogante planteada. Sin embargo, es menester aterrizar en el Foucault que utiliza la arqueología para el análisis de la enfermedad mental. Para distanciarse de su primer marco de interpretación, Foucault sustituye la perspectiva de una sociogénesis en el sentido causal de una producción social de la enfermedad mental en un determinado contexto histórico y cultural. En este caso, el objetivo ya no consiste en la identificación de una causa última para el fenómeno de la enfermedad mental, sino en la clarificación de su “contexto de constitución”. Esto es, en la reconstrucción histórica de los eventos concretos que han hecho posible nuestra concepción y nuestra percepción de la enfermedad mental como tal (Novelle, 2009). Gracias a su trabajo arqueológico, Foucault comprende que la categorización de la enfermedad mental fue una invención de la cultura occidental. Villavicencio (2024), siguiendo a Foucault, propone que el objeto de la arqueología son los saberes que se establecen y se legitiman en un momento concreto. En efecto, Foucault estudia la psiquiatría y la psicología como un saber que emergió con carácter de ciencia, pero fundado en las necesidades de dominación de la época; clasificar a los ciudadanos en “normales” y “anormales”.
En conclusión, la enfermedad mental ya no es pues el producto de un determinado orden social, es una determinada forma de ver la locura dentro de una cultura que le ha sustraído cualquier objetividad más allá de la afectación o discapacidad del psiquismo. Y, en consecuencia, las aportaciones de la psicología y la psiquiatría moderna no han de verse como un “descubrimiento” progresivo de aquello que la locura es en la verdad de su ser, sino como el sedimento de lo que la historia de Occidente ha hecho con ella desde hace trescientos años. Solo en la historia se pueden descubrir las condiciones de posibilidad para el aparecimiento de lo que se denomina “enfermedad mental” (Villavicencio, 2024).
John Piedrahita.
Referencias
- Foucault, M. (1984). Enfermedad mental y personalidad. Siglo XXI Editores.
- Foucault, M. (2018). Historia de la locura. Editorial INNISFREE.
- Novella, E. (enero-junio 2009). El joven Foucault y la crítica de la razón psicológica: en torno a los orígenes de la Historia de la locura. Revista de Filosofía Moral y Política, (40), 93–113. https://doi.org/10.3989/isegoria.2009.i40.647
- Villavicencio, N. (2024). Alianza y culpa. Historia del matrimonio y divorcio civiles en Ecuador. Editorial Alektrion.
Notas
[1] El desenmascaramiento por parte de Martin Heidegger y Merleau Ponty de la filosofía de la conciencia cartesiana y kantiana y su escisión sujeto-objeto como el fundamento último de la visión mecanicista y fragmentaria de la vida psíquica que había conducido a la concepción naturalista de la psicología (Novella, 2009).
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