Los aportes sociológicos de Max Weber para la comprensión del concepto de “dominación”
John Piedrahita
Para Weber, la dominación moderna se caracteriza por la institucionalización de todos los organismos del Estado y la burocracia existente dentro de estos organismos controla todos los procesos de la vida social del individuo.
Max Weber es considerado, junto con Durkheim y Comte, uno de los padres de la sociología. Su obra gira en torno a tópicos cómo la “sociología de la religión”, “estudio del gobierno y la burocracia” y “la economía”. Conocido es su aporte a la comprensión del aparecimiento del capitalismo gracias a la Reforma Protestante. De manera, brillante y prolija, Weber postula que la separación de la Iglesia Católica constituyó un acontecimiento que cambió la subjetividad del sujeto social. Ya no era, entonces, un sujeto social pasivo que asumía la premisa conformista del catolicismo: “El reino de los cielos es el reino de los pobres”. Al contrario, aparece el sujeto racional-capitalista que comprende las escrituras bíblicas desde la perspectiva: “El trabajo dignifica”. Esta comprensión de la subjetividad del capitalismo fue bien desarrollada en la obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, texto que apareció en 1905 a puertas del inicio de la Primera Guerra Mundial.
A pesar de la importancia del estudio de la sociología de la religión, este artículo no ahondará en el libro antes mencionado. En su defecto, se interesa en comprender el concepto de dominación, que aparece en la obra cumbre de Weber Economía y sociedad (1921). Weber, voraz lector de los contractualistas –Rousseau, Hobbes, Montesquieu y John Locke-, comprendió que el aparecimiento del Estado Moderno tiene su origen en un pacto social. Rousseau (2001), propone que el surgimiento del contrato social surge gracias al aparecimiento de la propiedad privada. Con la propiedad nace la figura del sujeto propietario y la figura del delito. No puede existir delito en tanto no haya propiedad privada que usurpar. En ese sentido, los sujetos propietarios decidieron organizarse y perder un poco de su libertad, a cambio de que un monarca elaborase leyes para la defensa de la propiedad privada. En ese pacto, el rey es el representante de la voluntad divina y debe velar por los intereses de la voluntad general. En efecto, el contrato social produce una nueva forma de comunidad y de organización de lo político.
Weber (2001), sostiene que los lazos de comunidad se basan, principalmente, en la racionalidad que cada uno de sus participantes tiene y ejerce por sí mismo. El objetivo de la comunidad es alcanzar objetivos en común. El vínculo entre varios individuos se denomina relación social, y esta última se basa en la racionalidad. La racionalidad, entendida en términos de Jorge Luis Acanda (2015), es lo que responde a la lógica de funcionamiento del objeto. Si la comunidad favorece las relaciones armónicas por encima de los conflictos individuales aparece una comunidad ideal o tipo ideal. Weber (2001), menciona que en una sociedad de tipo ideal el todo está por encima del individuo. La acción social en las comunidades debe ser recíproca y, además, orientarse hacia la asociación política para legitimar el tipo de gobierno existente. No obstante, cuando la comunidad no legitima a sus gobernantes, y protesta por reformas o cambios en las políticas de Estado, el gobierno hace uso del arma que le fue otorgada en el inicio del contrato social: el uso de la fuerza. Weber (2001) propone: “El estado tiene el monopolio legítimo del uso de la violencia” (p. 594). En otras palabras, en las sociedades modernas los ciudadanos no pueden asesinar, matar, ni usar armas porque existen leyes que se lo prohíben. El Estado monopoliza la violencia y la usa cuando siente que está en peligro su gobernabilidad. Dicho de otro modo, por medio el uso de la fuerza el Estado garantiza el “orden social”. Ahora bien, ¿cómo opera la dominación en los Estados modernos?
Para Weber (2001), la dominación moderna se caracteriza por la institucionalización de todos los organismos del Estado y la burocracia existente dentro de estos organismos controla todos los procesos de la vida social del individuo.
Por medio de la institucionalización de la vida, el individuo obtiene una cultura de obediencia y comprende que en el entramado social existe una figura de autoridad. La autoridad que posee una institución burocrática oficial sobre los que están sometidos a ella es de carácter autoritario (Weber, 2001, p. 697).
Weber distingue tres tipos de dominación en la modernidad: i) la dominación racional-legal; ii) la dominación tradicional religiosa y iii) la dominación carismática.
En la dominación racional-legal, Weber postula que todo derecho pactado u otorgado puede ser estatuido de modo racional. Por ende, todo derecho según su esencia encuentra su garantía en la Ley. El soberano legal típico, en tanto que ordena y manda, obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones. Para que exista esta dominación –basada en leyes racionales- debe existir una probabilidad de obediencia. Cuando el ciudadano obedece las leyes y respalda al soberano aparece la legitimidad. La legitimidad no solo es ideal, sino que es la base del sistema de dominación.
En el tipo de dominación racional-legal descansa la creencia en la legalidad de ordenaciones e instituciones constituidas. Los llamados a trabajar en dichas instituciones quedan, entonces, embestidos de autoridad. La burocracia, respaldada por las leyes, es el elemento esencial en la administración racional-legal (Weber, 2001, p. 698).
En la dominación tradicional-religiosa, descansa la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de la autoridad divina. Las relaciones del cuadro administrativo con el soberano se determinan por la fidelidad personal hacia el monarca. Se obedece al Rey por tradición y porque es el representante de dios en la tierra. La legitimidad viene dada por dos vías: “Por la fuerza de la tradición que señala el contenido de los ordenamientos” y “por el libre arbitrio del señor”. En este tipo puro de dominación tradicional es imposible crear nuevos principios jurídicos y administrativos, que se salgan del marco de la tradición (Weber, 2001, p.708).
Por último, la dominación carismática encuentra su origen en la santidad, el heroísmo o la ejemplaridad de una persona. La dominación carismática aparece en virtud de las aptitudes individuales de un sujeto que se presenta como si poseyera facultades mágicas, revelaciones y un poder intelectual supremo. Por lo general, los líderes que hacen uso de la dominación carismática tienen grandes habilidades para la oratoria y con el uso del discurso mueven las fibras de las masas. Es lo que Ernesto Laclau, medio siglo después, denominó “populismo”. Weber acota que los dominados entregan su fe al líder carismático porque tienen una esperanza en un futuro menos desolador. Sin embargo, la dominación, aunque cambie de rostro, sigue siendo dominación.
En conclusión, la obra de Weber marca el camino para el entendimiento de la comunidad, la sociedad, el poder y la dominación. Los tipos de dominación se sustentan en la condición de los sujetos dominados y sus relaciones sociales con los sujetos dominantes. Weber, como pionero de la sociología, abrió el camino para las siguientes generaciones que se interesaron en la comprensión del poder en todas sus dimensiones. La Escuela de Frankfurt y el propio Foucault reconocieron la importancia de la sociología de Weber para la comprensión del Estado-moderno.
John Piedrahita
Referencias
- Acanda J,L. (2015), ¿Por qué leer a Gramsci? Universidad Central del Ecuador. Serie Diálogos. Cuaderno Tres.
- Rousseau, J.J. (2001). El contrato social. Editorial Paidos.
- Weber M. (1999), La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Fondo de Cultura Económica.
- Weber M. (2001), Economía y sociedad. Editorial Siglo XXI.