Anocheció a la mitad del día. Sobre la literatura popular ecuatoriana
Gabriela Vázquez.
Los relatos populares suelen estar poblados normalmente por personajes que desafían la realidad cotidiana, desde espíritus y seres míticos hasta figuras transformadas por poderes misteriosos. Además, no es raro que se incorporen tintes siniestros, explorando temas oscuros o tabúes, lo que les aporta aún una profundidad emocional y cultural.
Cuando hablamos de cultura popular nos encadenamos de inmediato a tradiciones, historias y formas de hacer reconocidas como propias dentro de una comunidad. La evolución de la literatura popular en Ecuador, desde sus raíces indígenas y coloniales hasta la actualidad, ha sido un proceso diverso dueño de una rica tradición literaria, sobre todo oral, que narra mitos y leyendas de los más variados orígenes.
Los pueblos y nacionalidades que habitan nuestras geografías son portadores de singulares narrativas, que gracias a publicaciones –muchas veces ilustradas– cuentan relatos incluso macabros como parte de su contenido. Con claridad, ello deja ver que estas leyendas se caracterizan por su intensidad narrativa y por la presencia de elementos mágicos y sobrenaturales que nos capturan en directo. Los relatos populares suelen estar poblados normalmente por personajes que desafían la realidad cotidiana, desde espíritus y seres míticos hasta figuras transformadas por poderes misteriosos. Además, no es raro que se incorporen tintes siniestros, explorando temas oscuros o tabúes, lo que les aporta aún una profundidad emocional y cultural. Esta combinación de magia, dimensiones emocionales y a menudo, proyecciones “opacas” de la vida, hace que estas narrativas sean una ventana fascinante a un mundo donde lo extraordinario se vuelve inextricable.
Para elevarnos por este vuelo de pájaro literario, tomaremos como referencia dos cuentos de la editorial “Ediciones del Sol”, publicadas entre 1979 y 1984, e ilustradas por varios artistas modernos del país. Para el ejemplo, en esta ocasión los dibujos fueron creados por Eduardo Kingman y Tatiana Álamo y pueden ser encontrados en versión impresa en el Centro Documental del Cidap. A estos dos ejemplares se unen muchos más que reposan en el mismo espacio.
Anocheció a la mitad del día
Leyenda Saraguro
En este cuento escrito por Benjamin Carrión e ilustrado por Kingman (1984), se narra la leyenda Saraguro que cuenta la muerte de Atahualpa, hijo de Huayna Cápac (en 1533); a través de la traición que Francisco Pizarro ejecuta, una vez que el Inca le había entregado lo prometido para su liberación: una habitación llena de oro y riquezas.
Mamá Panchita, la de la cabeza blanca, es quien inicia el cuento, comentando que Viracocha, después de sacar el corazón de una vicuña nacida la noche anterior, y leer el augurio que este emanaba, proclamó ante el Inca: vendrán desde el mar unos monstruos pálidos… [] con figura de hombre, vestidos de hierro que se desmonta en partes y que vomitan fuego por unos tubos largos, fuego como el rayo del cielo que al que toca, mata.
Tiempo después de la lectura del augurio, los curacas y los Apus del Tahuantinsuyo, las cuatro partes del mundo, por medio de los chasquis portadores del fuego entre colinas, hicieron llegar las tristes noticias confirmadoras de la premonición…
Y el Inca, el gran Huayna Cápac lloró, y dividió el imperio entre sus dos hijos: Huáscar, el hijo de la Mama Coya que residía en el Cuzco, “el ombligo del mundo” y Atahualpa, el hijo del amor y Paccha.
Después de la celebración del Inti Raimi, la Pascua del Sol, anocheció a la mitad del día.
Llegaron los hombres pálidos y barbudos para cumplir el augurio. Y estando el Hijo del Sol en Cajamarca, fue sorprendido por los aventureros audaces, quienes hicieron una barrida trágica y sangrienta. Apresaron al Inca, y le prometieron libertarlo cuando llene de oro y piedras preciosas la enorme habitación en que lo encarcelaron. Fue traicionado, y a pesar de haber entregado lo acordado, fue asesinado por los españoles.
Desde entonces a más de cuatrocientos años de la muerte del último de los Incas, la comunidad indígena de Saraguro, Paquishapa, Tenta, Manu y hasta la propia ciudad de Loja, se viste rigurosamente de negro (Carrión, 1984), guardando luto por el Inca y haciendo de este color, protagonista de su vestimenta tradicional diaria.
Etsa y el Gigante
Leyenda Shuar
Quien narra este cuento tradicional es Ampam Karakrás Ipizk, de la comunidad Shuar (Movsichoff, 1979) y gira en torno a los gigantes llamados Iwia, “cuya principal fuente de comida eran los hombres”. La gente les tenía mucho miedo y procuraban no internarse demasiado en la selva para no encontrarlos. Por otro lado, en la misma hostoria se encuentra Etsa, un pequeño niño, cuya madre un día lavaba en el río, cuando llegó Iwia y se la comió. La fortuna de Etsa hizo que el gigante no lo notara entre los árboles y por esta razón pudo sobrevivir y ser salvado por un pájaro cangrejero que observaba todo desde otro extremo del río. Varios años pasaron y Etsa se convirtió en un muchacho. Mientras tanto Iwia había llevado a su compañera a vivir en casa de la madre de Etsa, donde plantaba ajíes en el huerto.
Años después el pájaro cangrejero le contó todo lo acontecido a Etsa, quién juró tomar venganza; por lo que el ave le dijo que en casa de su madre existen ajíes maduros y le alentó a ir y comérselos. Acto seguido, Etsa aprovechaba para comer los ajíes en las noches, situación que fue notada por la gigante, quién preguntó a su esposo: ¿Quién será el que se come los frutos? debemos esperarlo y cazarlo!
Una noche, cuando comía ajíes, Iwia atrapó a Etsa y se lo entregó a su esposa, quién sugirió no comerse al niño aún sino más bien esperar a que crezca. Iwia estaba muy contento con Etsa, por su habilidad de cazar con las manos, los insectos que comía, por lo que decidió regalarle una cerbatana para que apunte a las aves. Etsa nunca fallaba, por lo que las aves del bosque comenzaron a preocuparse. En una ocasión, solo logró alcanzar a un colibrí, por lo que desconcertado, fue en búsqueda de más aves. Pero ellas no aparecieron. Fue entonces cuando escuchó el canto del Paum, un ave parecida a la paloma que le decía: No vengas más a cazarnos con tu cerbatana. Etsa sintió piedad por ellas y decidió perdonar la vida a Paum, quién se posó en la punta de su cerbatana y le dijo: vienes a cazarnos para dar de comer a quien mató a tu madre.
Etsa colocó en su arma las plumas de las aves que había matado y que se encontraban desparramadas por el bosque, sopló fuerte y todas se multiplicaron de nuevo. Cuando volvió a casa, dijo a Iwia que solo había podido cazar un picaflor, por lo que el gigante de ordenó que de ahora en adelante cazaría venados en compañía de él.
El gigante era muy malo en su puntería, por lo que resolvieron que Etsa vaya solo. Una madrugada, se escondió en el camino por el que solía pasear la esposa del gigante y cuando estuvo cerca, la mató con su lanza; para después, por medio de un conjuro, covertirla en venado, gracias a los poderes mágicos que le había otorgado el Paum.
Ese mismo día, Etsa plantó un palo de madera que respondería en lugar de la esposa del gigante. Cuando el niño llegó a casa, cocinó con mucho esmero a la venada. En cuanto Iwia preguntaba y llamaba a la mujer, el palo conjurado contestaba por ella, diciendo que estaba labrando la huerta. La glotonería del gigante pudo más que la preocupación por la ausencia de su compañera, por lo que ordenó a Etsa: sírveme, cuando tu tía regrese podrá tomar el caldo.
Etsa sirvió una pierna de venado y luego la otra a Iwia, quien después de comer fue al río a bañarse y al retornar a casa empezó a sospechar de todo lo sucedido. Fue ahí cuando se dio cuenta de que su esposa se había convertido en el animal y trató de matar a Etsa con su lanza. No pudo hacerlo por un peso enorme que le imposibilitaba levantarse, por lo que el chico aprovechó la ocasión y con la misma lanza mató al cruel gigante logrando justicia y vengando la muerte de su madre (Karakrás y Movsichoff, 1979).
Gabriela Vázquez.
Bibliografía:
- Carrión, B. (1984). Anocheció a la mitad del día. Leyenda Saraguro Cuento. Ediciones del Sol. Quito, Ecuador.
- Karakrás, A. y Movsichoff, P. (1979). Etsa y el Gigante. Leyenda Shuar Cuento. Ediciones del Sol. Quito, Ecuador.
Textos:
- Centro Documental Claudio Malo González
- Cidap – Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares
Imágenes:
- Imagen 1 y portada. Kingman, E. (1985). Ilustración para el cuento Anocheció a la mitad del día. Ediciones del Sol. Quito, Ecuador.
- Imagen 2. Kingman, E. (1985). Ilustración para el cuento Anocheció a la mitad del día. Ediciones del Sol. Quito, Ecuador.
- Imágenes 3 y 4. Alamo, T. (1979). Ilustración para la leyenda Shuar Etsa y el Gigante. Ediciones del Sol. Quito, Ecuador.