Del partido a la academia: el pensamiento de Henri Lefebvre antes de transformar las ciencias sociales (Parte I)
Pedro Jimenez-Pacheco.
Este año se cumplen 50 años de la primera edición de La production de l’espace (1974), obra que eternizó a Henri Lefebvre (1901-1991) en el denominado giro espacial de las ciencias sociales. Su teoría unitaria del espacio cambió para siempre el enfoque, la pedagogía y la praxis de la filosofía, la sociología, la antropología, la geografía, el urbanismo, la arquitectura y las artes.
“Me establezco en la mudanza. Me deslizo entre las estabilidades y me burlo de las estatuas o de los estatutos (…) Me río de lo efímero. La ironía es mi elemento. Mucha gente cree que las cosas son lo que son, nada más, y se conforman con eso. [En Pyrénées] muestro que ni las cosas ni las personas son lo que parecen, y que no parecen lo que son, siempre hay algo más, que las estabilidades son aparentes, que las estatuas y los estatus también mueren. Al mismo tiempo, pretendo acercarme a una verdad muy relativa: lo cotidiano. La crítica de lo cotidiano es para mí, a través de la infinita complejidad de los hechos y de los hombres, un hilo conductor” (Lefebvre, 1966, 8-9).
Este año se cumplen 50 años de la primera edición de La production de l’espace (1974), obra que eternizó a Henri Lefebvre (1901-1991) en el denominado giro espacial de las ciencias sociales. Su teoría unitaria del espacio cambió para siempre el enfoque, la pedagogía y la praxis de la filosofía, la sociología, la antropología, la geografía, el urbanismo, la arquitectura y las artes.
En un momento decisivo de reconocimiento y estudio global de esta obra, no claudicaremos en estudiar su pensamiento como un todo siguiendo su movimiento hasta el final, ya que al recorrer su trayecto podremos rehacer un itinerario complejo de una forma diferente, no únicamente para señalar una orientación o mostrar una flecha, sino con el fin de actualizarlo y aplicarlo con una voluntad práctica y no instrumental o dogmática. Esta idea principal lleva su corolario en la intención de estudiar no solo aquello que decía Lefebvre, sino la forma en que pensaba. Por ello, hemos de volver a inicios de los años 60, para dejar ver por primera vez la traducción en español de una autobiografía publicada originalmente en un libro compilatorio de trabajos autobiográficos de varios filósofos franceses que tenían algo que decir pasada la primera mitad del siglo XX: Les philosophes français d’aujourd’hui par eux-mêmes: autobiographie de la philosophie française contemporaine, obra editada por Gérard Deledalle y Denis Huisman y publicada en 1963 (Figura 1).
Lefebvre firma su trabajo autobiográfico con año 1957. Lo que sugiere que la obra tardó alrededor de cuatro años para hallar la imprenta. Es de suponer que la recopilación de los aportes de todos los personajes que aparecen en el índice rebasa el tiempo de producción editorial de una obra normal. De cualquier modo, es significativo para nuestro título el período de referencia, ya que Lefebvre en 1958 se desafiliaba del Partido Comunista Francés, y en 1961 iniciaba tardíamente su carrera docente en la Universidad de Estrasburgo.
Figura 1. Portada e índice del libro Les philosophes français d’aujourd’hui par eux-mêmes: autobiographie de la philosophie française contemporaine. Fuente: S. Elden (2022)
Por su extensión, se decidió que sería mejor para la revista y sus lectores dividir esta autobiografía en cuatro partes: 1era. ¿Conocerse a uno mismo?, 2da. La filosofía puede desaparecer, 3ra. Soy un buen y mal comunista, 4ta. Hacia una metafilosofía de lo cotidiano. Las cuales se publicarán de modo continuo, dando lugar a discusiones intermedias sobre el movimiento de su pensamiento. Al final de la cuarta parte daremos pie a una breve explicación sobre el despertar de sus ideas sobre el espacio, conocimiento que lo llevó a urbanizar las ciencias con la teoría de la producción del espacio y el tiempo socialmente apropiados.
Primera parte: ¿conocerse a uno mismo?
¿Una colección de autobiografías filosóficas? ¿Un conjunto de itinerarios «intelectuales»? La misma indiscreción del proyecto despertó mi interés y espero con curiosidad sus resultados. Y sin embargo, cuando intento escribir mi propia contribución, me cuesta encontrar el estilo adecuado. Reflexiono. Intuyo que esta reflexión producirá algo distinto a una autobiografía. Un ensayo o una especie de ensayo. ¿Por qué no?
Me ofrecen doce páginas. Necesitaría ochocientas, por no decir mil quinientas. Tendría que contar un buen número de anécdotas, unas cuantas historias de amor (dolorosas y felices, dramáticas y burlescas) y una docena de relatos políticos. Por lo que a mí respecta, el pensamiento filosófico no puede desligarse de un entramado de acontecimientos bastante denso e infernalmente complicado. Creo haber participado en la mayoría de las grandes luchas ideológicas y políticas de nuestro tiempo: la formación y disolución del surrealismo, la formación y fragmentación del existencialismo, la rehabilitación de Hegel, las discusiones sobre la esencia de la filosofía marxista y el destino de la filosofía –liquidación del nacionalismo burgués y del individualismo formal–, hoy la crítica y el balance de lo que globalmente se llama «estalinismo». Ahora bien, para mí, como individuo pensante, las ideas están ligadas a los hombres, a las mujeres, a las intrigas, a los amores. Un día, si los grandes criminales históricos como Beria[1] nos dejan tiempo, lo diré todo: lo que he visto, lo que he comprendido, lo que no he comprendido, lo que he aceptado, por qué lo he hecho, y lo que no he podido aceptar.
Mientras tanto, tengo que escribir algunas páginas. El hombre del laberinto –él es el laberinto– busca su hilo de Ariadna.
¿Sabía el sabio astuto, un poco brujo, que lanzó el lema «Conócete a ti mismo», los problemas que preparaba para los filósofos? Es un viejo asunto, ya que los simples, los espontáneos, los ingenuos, que podrían conocerse tan bien a sí mismos, no buscan conocerse y apenas pueden pensar en hacerlo. ¿Pero el filósofo? En la medida en que intenta tener una vida y un pensamiento plenos, por cuanto es filósofo, acaba por no lograr encontrarse a sí mismo.
He tenido desde niño un gusto que consideraba morboso (por lo que me criticaba a mí mismo) hacia los pianos un poco desafinados, las sucesiones de notas sin estructura aparente. Al oír música oriental o serial comprendí algo. Los poetas (en particular la obra de mi amigo Paul Éluard) me han enseñado que metamorfosean en imágenes esas impresiones fugitivas que muy a menudo he tendido a repeler por aberrantes. Hoy busco –en la ética, la estética– determinar el alcance de estas observaciones. Para mí (¿y estoy solo en esto?), la disciplina intelectual racional, la reflexión filosófica, se combinan con un esfuerzo por repeler cierto vértigo; posteriormente (¿no es éste mi propio movimiento dialéctico?) he tenido que reintegrarlas, recuperarlas, dominarlas.
Tardé mucho tiempo en descubrir que tenía una forma de imaginación muy definida, quizá común, quizá singular. Veo, pienso y sueño. Sueño lo que veo, ampliándolo sin cesar. Vivo en dos planos, cuya imposible unidad se deshace y recompone constantemente: conocimiento y sueño, concepto e imagen. Y es Schumann[2] quien me enseñó mi secreto, si mezquino o profundo, aún no lo sé, el secreto de una duplicación bastante dolorosa, que puede volverse fértil si no se disocia ni se reduce. Eusebius y Florestán[3], como Sancho y el Quijote, y tantos otros, reflejan a un hombre vivo, simple y doble, y cada uno refleja al otro en su perpetuo conflicto.
Schumann es mi hombre. Odio a los filisteos. Pero hoy Goliat es más fuerte y más diverso que nunca. Y los filisteos han rodeado a los acompañantes de David. ¿Pero dónde están estos últimos? Los estoy buscando. Entonces Bach [J. S.] trae paz a mi corazón. Si hubiera sido músico, habría compuesto más de una vez una Sinfonia eroica per festeggiare il sovvenire di un gran uomo[4].
Como conclusión abrupta a estas confesiones iniciales, breves y muy abiertas: la mayoría de mis amigos marxistas, incluido el gran György Lukács, han estado obsesionados por el recuerdo del clasicismo; pero escribiré –si lo consigo– una estética de la discordia, de la ruptura, del exceso, en otras palabras, una Estética romántica.
Casi olvido que, al principio, como filósofo, era logista…
¿Cómo resumir la vida de un filósofo sin introducir una crítica y autocrítica elementales, surgidas de confidencias o semi-confesiones, sin confrontaciones superficiales, sin intentos de inventario, de balance e interpretación?
El balance resulta difícil y bastante triste. Debo admitir que he restringido constantemente mis ambiciones filosóficas. Y que probablemente cometí un error inicial al adoptar una filosofía política sin pretender convertirme en un hombre político, al permanecer políticamente marginal (testigo, juez); y por tanto hipercrítico. Así, equipado con pocos medios y carente de poder.
¿Qué he conseguido escribir y publicar? Ensayos. Fragmentos. A causa de las dificultades, materiales y de otro tipo. A causa de guerras, represiones, editoriales (burguesas o no); debido a doctrinas oficialmente reconocidas, a personas que tenían poder y a grandes fenómenos llamados «zhdanovismo[5]«, «estalinismo», etc.
Tuve que librar una lucha en múltiples frentes. Fértil en un sentido, agotadora en otro porque siempre reanudaba. […]
Pedro Jiménez-Pacheco. Activista por la rebelión del espacio vivido, Arquitecto (UCuenca), Doctor cum laude en Teoría Urbana (Barcelona Tech-UPC). Coordinador de Investigación y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, Director de la Revista científica Estoa. Investigador en CITMOV, miembro de diversas redes y comités científicos nacionales e internacionales.
Bibliografía:
- Deledalle, G. y Huisman, D. (Eds). (1963). Les philosophes français d’aujourd’hui par eux-mêmes: autobiographie de la philosophie française contemporaine. C.D.U.
- Elden, S. (2022, noviembre 4). Gérard Deledalle and Denis Huisman (eds), Les philosophes français d’aujourd’hui par eux-mêmes: autobiographie de la philosophie française contemporaine, 1963 (table of contents). Progressive Geographies.
- Lefebvre, H. (1966). Pyrénées. Cairn.
- Lefebvre, H. (2013) [1974]. La producción del espacio. Capitán Swing.
Notas:
[1] Lavrenti Pávlovich Beria (1899-1953) fue un arquitecto constructor, dirigente comunista de la Unión Soviética, mariscal político y jefe de la policía y el servicio secreto desde 1938 hasta 1953. Su gestión suele asociarse con los arrestos y las ejecuciones masivas llevadas a cabo durante la llamada Gran Purga.
[2] Robert Schumann (1810- 1856) fue un compositor, pianista y crítico musical alemán, considerado uno de los más importantes y representativos compositores del Romanticismo musical.
[3] Ver Schumann: entre Eusebius y Florestán. https://www.xn--lamaana-7za.uy/cultura/schumann-entre-eusebius-y-florestan/
[4] Entre 1802 y 1804 Beethoven decidió componer una obra que reflejara la grandeza de su época. Pensó en dedicársela a Napoleón Bonaparte, pero al final la llamó Sinfonia eroica, borrando de su carátula a Bonaparte, una vez que decidió proclamarse emperador en 1804. Un gesto que el republicanismo del compositor consideró una traición a aquellos ideales de la Revolución Francesa que Napoleón postuló inicialmente. Después de la Sinfonia n. 3, la música se habría relacionado con la historia en otros términos.
[5] Andréi Aleksándrovich Zhdánov (1896-1948) fue un político e ideólogo cultural soviético. Fue un férreo defensor del realismo socialista, corriente estética que buscaba ser la representación artística del socialismo frente a los valores burgueses y reaccionarios. Hasta fines de la década de 1950 su código ideológico, conocido como «zhdanovismo», dominó en gran medida la producción cultural de la Unión Soviética.