El adios del mago
Por: Pedro González
Pocos pudieran oponerse al hecho de que la democracia es la mejor forma de gobierno que tiene la humanidad y sin embargo nos damos cuenta de su perversión.
Tenía 8 años y él me pidió que extrajera dos cartas al azar de entre el naipe, las observé y las coloqué en la mesita: un dos de diamantes y un siete de corazones. Chasqueó los dedos, y en un instante, esas cartas estaban en sus manos. Cuando volteé las cartas que quedaban en la mesa, para mi sorpresa, eran el siete de diamantes y el dos de corazones. Hoy sé que la magia no existe; solo es un truco que no comprendo. Le prestige, es el último acto, aquel momento donde ocurre lo inesperado, donde nos sorprende la magia, o el engaño.
Cuando elegí mis cartas, él, con alguna artimaña que hasta hoy me es incierta, sabía que serían el dos de diamantes y el siete de corazones, mientras yo pensaba que tenía todo el mazo para escoger. Han pasado treinta y dos años y cada vez que acudo a las urnas para elegir en democracia, siento la presencia del mago. ¿No es acaso la democracia representativa precisamente eso? Elegimos personas, máscaras, personajes, naipes con truco, sobre cuyas ideas e intenciones no conocemos absolutamente nada, e invariablemente llega el prestige; en pocas ocasiones la sorpresa es a nuestro gusto, y a la mayoría nos molesta, y entonces la responsabilidad es del elector: nuestra culpa.
Pocos pudieran oponerse al hecho de que la democracia es la mejor forma de gobierno que tiene la humanidad y sin embargo nos damos cuenta de su perversión.
Entonces, ¿Es posible otra forma de democracia? ¿Una en la que, en lugar de elegir personajes, elijamos y propongamos ideas, proyectos, pensamientos? -Al parecer sí hubo una, como casi siempre en la filosofía, en la antigua Grecia, particularmente en Atenas durante el siglo V a.C, donde la democracia no se limitaba simplemente al voto, sino que incluía un grado altísimo de deliberación pública. Los ciudadanos atenienses se reunían en la Ekklesia (Asamblea) y en el Ágora (plaza pública) para discutir y debatir asuntos de las polis. Estas reuniones permitían al ciudadano, opinar, argumentar y en último, llegar a decisiones a los ciudadanos expresar sus opiniones, intercambiar argumentos y llegar a decisiones colectivas que no requerían mayor legitimación (Robert 2016).
Si nos planteamos la posibilidad actual de una democracia representativa, es menester entablar un diálogo entre dos gigantes: Jürgen Habermas y Joshua Cohen: El primero sostiene que las decisiones públicas se auto-legitiman tras el diálogo honesto y el consenso. Este proceso deliberativo, se lleva a cabo en una esfera pública robusta, en donde las decisiones se basan en el mejor argumento y no simplemente en el poder de las mayorías, que tan proclive es al mayor enemigo de la democracia: el populismo.
Cohen, que también anhela el regreso de la deliberación, difiere de Habermas en el hecho de que no siempre se puede llegar al consenso y, en consecuencia, no es necesario direccionar el diálogo a este propósito, sino más bien a reforzar lo procedimental de dicho diálogo para que sea lo más inclusivo posible, de modo que cuando las “mayorías” escojan; el mazo de opciones esté completo. (Sancho, 2003). Desde mi perspectiva, el que lleguemos o no al consenso, es la segunda parte de la discusión. La primera es cómo adoptar la deliberación en nuestra democracia. Como evitar elegir un mago que retorne al escenario cada cuatro años con un truco nuevo, cada vez más sorprendente, más elaborado y más falso, ¿será que es posible elegir el prestige? ¿Podemos imaginar unas elecciones, en donde escojamos propuestas sin rostro y no caretas sin ideas?
Yo quiero creer que sí. Ya no creo en la magia…
Pedro González.
Bibliografía:
- Robert, S. T. (2016). “Tres Momentos En Que Los Pueblos Han Querido Gobernarse Por Medio de La Democracia Directa.” Revista de Derecho Electoral, no. 21, 9.
- Sancho, C. (2003). “Un Modelo Diferente de Democracia: La Democracia Deliberativa. Una Aproximación a Los Modelos de J. Cohen Y J. Habermas.” Revista de Estudios Políticos, no. 122, 201–32.
Imagen tomada de x e intervenida digitalmente.