El pensamiento político de izquierda ¿Es una opción vigente?
Severo Ríos.
La vigencia de la izquierda política, está latente en la medida que persista la contradcción fundamental capital-trabajo, mientras exista un orden imperante que genere grandes espacios de insatisfacción y que sectores sociales desfavorecidos no sean escuchados
Parecía que luego de la caída del Muro de Berlín, la discusión política y distinción ideológica entre derecha e izquierda iba perdiendo sentido y que las propuestas ideológicas de esa pugna no debían mantenerse ni guiar a los actores políticos. El señalamiento del supuesto anacronismo de las ideologías, ha recaído con mayor peso sobre la izquierda, pues se la identifica con el pensamiento marxista y a este como causa del fracaso de socialismo real soviético. Mientras se ve por otro lado, el aparente éxito del sistema capitalista en occidente, asociado a las tendencias de derecha.
Las posturas que se presentan desde la derecha o izquierda, según Norberto Bobbio (2014), son contrapuestas y excluyentes entre sí, es decir, un pensamiento político al mismo tiempo no puede ser de derecha y a la vez de izquierda. Bobbio en su libro “Derecha e izquierda” dice: “son términos antitéticos” (p.35).
La tarea de la izquierda se fija en un fin liberador-transformador. Mientras que la derecha estaría inclinada a mantener el orden establecido y las tradiciones, como forma de estabilidad y prosperidad. Las formas de ejecutar esas ideas podrían ser de distinta modalidad, pero lo latente es, que la dicotomía sería irreconciliable a la luz de cada propuesta. Tradición versus emancipación, según Bobbio (2014) podría resumir todo el antagonismo del pensamiento de derecha versus izquierda. Mientras exista una tendencia, la otra también existirá. El sentido de cada una, solo puede ser expresado en su contraposición.
Propuestas desde la izquierda
Se identifica a la izquierda política, como aquella tendencia que propone alternativas al orden establecido. En el mundo occidental contemporáneo, la vigencia del capitalismo y su defensa como orden establecido y tradicional, imprime un rasgo característico de la derecha. Mientras que la identificación del capitalismo como fenómeno inicuo, por parte de la izquierda y su lucha por revertir aquello, se mantiene en nuestros días, como idea central de la lucha izquierdista, pero con modalidades diferentes a las de otras épocas.
El politólogo mexicano Alfredo Ramos Jiménez (1999), en su libro “Comprender el Estado. Introducción a la politología” habla de una “modernidad reflexiva” (p. 391), para identificar a la sociedad moderna, como una sociedad que ya no enfrenta los cambios sociales necesariamente por intermedio de las revoluciones; sino que, por un dinamismo de la acción, que frente a los riesgos y amenazas de los nuevos fenómenos, como la globalización, innova, actúa y continúa. Es en este panorama que la lucha de la izquierda tiene que adaptarse y proponer alternativas, superando las posiciones iniciales de la izquierda socialista tradicional, que identifica a la revolución con la toma del Estado para su posterior extinción.
En el propio manifiesto comunista, se indica que “la producción intelectual se transforma con la producción material” (Marx & Engels , 2000, p. 61). Esto indica, que las ideas dominantes son las de la clase dominante, en un momento histórico. Pero el mismo principio es aplicable, para las ideas de izquierda, esto es que ellas se deben producir en relación al momento histórico y a las condiciones materiales de ese momento. Tampoco es justo reducir a la lucha de izquierda, al sistema socialista soviético fraguado desde Stalin, que fue un modelo planteado en un momento histórico y como dice Colleti “una declaración de independencia respecto de occidente”. Incluso Engels, tras la muerte de Marx, se plantea la posibilidad de la conquista del poder por métodos no violentos. Más tarde, Antonio Gramsci, desde su teoría del bloque histórico, indica que las estrategias de transformación difieren en la sociedad y en la historia, por ello no toda revolución será igual que la Revolución de Octubre.
Para el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría, en “Las ilusiones de la modernidad”, manifiesta que el fracaso del modelo bolchevique, no debe determinar a la izquierda como sujeto político de alternativa, a abandonar la idea de revolución como sugiere Octavio Paz o tomar a la reforma como única forma posible de cambio como dice Habermas. El ecuatoriano habla de una necesidad de reorientar y enriquecer el concepto de revolución, que es necesario despojar a la revolución de sus ideas que la endiosan o satanizan y considerarla como “conjunto de categorías descriptivas de la dinámica histórica efectiva” (Echeverría, 2020, p. 24). Echeverría aboga por el mantenimiento en la izquierda, la idea de revolución, pero no como una concepción política o utopía, sino como una estructura de análisis histórico del cambio y transformación del estado de cosas en el desarrollo humano.
Desde esta premisa del cambio del estado de las cosas, Echeverría indica, que esa transición no siempre será la misma y dependerá de distintas circunstancias históricas, con esto aproximándose a la idea de bloque histórico de Gramsci. A su vez, este salto, puede darse desde la óptica del filósofo de dos formas, mediante la reforma o por la revolución. Por lo tanto, desde esta mirada es posible hablar desde la izquierda, de reforma y revolución como formas posibles para el cambio. La reforma, permite modificaciones en un estado de cosas establecido y este estado da paso a una renovación, mediante transiciones históricas. Por su parte la revolución, es una negación del estado de cosas establecido y aparecen alternativas destinadas a sustituir con un nuevo estado de cosas, al anterior.
Tomando lo sugerido por Bolívar Echeverría, ver a la revolución como una posibilidad de transformación del estado de las cosas a otro, como un fenómeno histórico promovido por circunstancias materiales que hacen insostenible el mantenimiento de un estado. Es importante identificar la idea de revolución que se propone por la feminista-marxista Silvia Federici, este movimiento denominado como de los comunes, aglutina a diversos sectores desde el feminismo, sectores históricamente desfavorecidos cuyos reclamos van generando efervescencia y se han convertido en los principales protagonistas de las exigencias de transformación social con miras a un reencuentro con lo común y comunitario.
Esta idea que se orienta desde el movimiento feminista donde las mujeres se identifican como protagonistas de la transformación social, también da espacio a otros sectores como los ecologistas, minorías sexuales, entre otros movimientos, que desde su experiencia ante la opresión ven en el retorno a lo comunitario, como una posibilidad de tomar un nuevo rumbo del estado actual de las cosas. Silvia Federici (2018) dice sobre los comunes y su revolución: “los comunes que, en su máxima expresión, supone el reparto de la riqueza, la toma colectiva de decisiones y una revolución con los otros y con nosotros mismos” (p.108). Debemos destacar que Federici, para elaborar su propuesta de revolución, hace un estudio y análisis del Marxismo, criticando fuertemente el olvido de Marx respecto del trabajo reproductivo de la mujer y en general de la fuerza de trabajo que genera la mujer. Pero también toma fundamentos del pensamiento marxista, sobre la lucha de clases, el materialismo histórico y los conceptos de naturaleza humana como construcción social, que los usa para fundamentar el reclamo feminista.
Bien podría decirse que la revolución de los comunes, es una revolución propuesta desde una práctica moderna de revolución, que inicia negando el estado actual de relaciones sociales, principalmente en cuanto al rol de la mujer y presenta una alternativa diferente de práctica social.
La izquierda debe acoger, esos principios que permiten entender las relaciones sociales, la formación de estructuras de poder y las formas para transformar el estado de las cosas. La intención de transformación; sin embargo, no puede estar sometida a ideas inflexibles, sino por el contrario, subsiste en la medida en que el pensamiento cuestiona las verdades dadas como absolutas. La libertad del pensamiento y capacidad de cuestionamiento, es el sustento de la vigencia de la izquierda.
A modo de conclusión
La ideología de izquierda constituye una crítica al orden imperante, en este caso a un sistema económico y político caracterizado por el consumo y el individualismo. Este sistema y cualquier ideología política, debe ser reflexionada.
El pensamiento libre, no puede partir de un dogma; esencialmente el pensamiento libre y profundo, es un cuestionamiento interno del individuo que luego busca exteriorizarse en formas concretas. Pensamiento, no es igual que ideología política, puede alinearse a una ideología, pero pensar es cuestionar las ideologías, sean imperantes o no.
El pensamiento libre, como forma reflexiva del mundo contemporáneo, identifica problemas, injusticias y busca soluciones. El pensamiento de izquierda, por su parte, busca una nueva dinámica social, considera que el orden establecido capitalista e individualista promueve relaciones injustas en la sociedad. El individualismo y sistema de consumo contemporáneo son la causa de las principales amenazas a la vida de las futuras generaciones y de la naturaleza.
La izquierda promueve una responsabilidad que se centra en lo colectivo y la necesidad de asumir nuevas formas de producción, capaces de preservar la naturaleza. El pensamiento libre, constituye un espacio de encuentro para materializar las propuestas comunes, de modo equilibrado generando una dinámica donde la ética aplicada que se propone con la responsabilidad comunitaria, no sea absorbida hasta diluirse en la ideología política, sino que esta última, sea el mecanismo operativo que permita la ejecución desde el Estado.
La vigencia de la izquierda política, está latente en la medida que persista la contradcción fundamental capital-trabajo, mientras exista un orden imperante que genere grandes espacios de insatisfacción y que sectores sociales desfavorecidos no sean escuchados, la izquierda se mantiene como el espacio idóneo para esos sectores.
La transformación social que hoy se busca, es alimentada por las necesidades de grupos sociales que luchan por ser escuchados, que se convierten en ruidos molestos para los esquemas imperantes y percibidos como normales, que lo que hacen es exigir una comunidad que los integre de modo digno.
Por lo tanto, el pensamiento de izquierda es una exigencia de reflexión y crítica, es el espacio que alberga el sentimiento de insatisfacción de grupos inconformes y estructura el entramado de quienes intentan materializar una comunidad integradora. De ahí su utilidad y vigencia, no como un dogma político, sino como tendencia orientada a la práctica de la reflexión crítica que busca materializar una realidad distinta.
Severo Ríos
Bibliografía:
- Bobbio, N. (2014). Derecha e izquierda. Barcelona: Taurus.
- Echeverría, B. (2020). Las ilusiones de la modernidad. Ciudad de México: Era.
- Federeci, S. (2018). El patriarcado del salario. Madrid: Traficante de sueños.
- Marx, C., & Engels, F. (2000). El manifiesto comunista. Elaleph.com.
- Ramos, A. (1999). Comprender el Estado. Loja: Editorial U.T.P.L.