Las granadillas: colonización y mercantilización del Nuevo Mundo
Marco Ambrosi de la Cadena.
En este artículo quisiera invitarles a que llevemos la filosofía al periodo colonial en la Audiencia de Quito para examinar cómo la lógica del creciente mercado global ya se aplicaba a los recursos del llamado Nuevo Mundo. Todo inicia durante una visita a la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en España cuando encontré por casualidad, como la mayor parte de las cosas importantes en la vida, una reproducción manuscrita de la “Descripción de la Gobernación y Provincia de los Quixos”[1] escrita en 1608 por Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos y Andrade, posiblemente, durante su presidencia del Consejo de Indias. Este documento estaba dirigido al rey Felipe III y consistía en un detallado informe de la denominada provincia de Quijos, misma que cubría buena parte de la actual provincia de Napo. Incluía, entre otras cosas, un mapa de la región (Figura 1), un diccionario de “vocablos particulares de las Indias”, y una descripción cuidadosa de las características naturales, principales productos naturales, “repartimientos de indios”, doctrinas, número de casas, y poblados de la zona.
Es importante mencionar que este minucioso reporte de la provincia de Quijos pretendía ser un modelo de informe a ser replicado, posterior a la aprobación real, en las demás audiencias de la América Española. El mismo Fernández de Castro manifestaba al rey que es importante conocer a los súbditos para satisfacer las obligaciones del príncipe, así como, los romanos tenían el censo y el breviario para describir la naturaleza y costumbres de las provincias sujetas, o como Dios que dio a conocer a Adán las plantas, frutas, flores y todas las cosas naturales, era indispensable completar un riguroso interrogatorio sobre provincias, ciudades y vasallos, haciendas, ocupaciones, comercio y navegación de los territorios del nuevo mundo, “para unir con la prudencia regiones tan espaciosas y apartadas de la cabeça de su Imperio” (Fernández de Castro, 1608, ff.1-1b).[2]
Fig 1.
Ahora bien, este afán de un conocimiento sistemático de las extensas regiones del Nuevo Mundo no respondía a una intención aislada de Fernández Castro, sino era parte de un proyecto imperial de expansión territorial que buscaba recursos, mano de obra, y comercio, tal como sucedía desde los tiempos de Colón. Adicionalmente, la idea de ordenar en un diccionario vocablos y productos particulares de las Indias está vinculada a la política imperial de la Gramática Castellana que, precisamente, fue emprendida por Antonio de Nebrija en 1492 con el aval de la reina Isabel la Católica. En ese sentido, el gran número de gramáticas, artes, vocabularios, y diccionarios escritos a lo largo de los territorios conquistados no eran, únicamente, descripciones ingenuas o simples ejercicios gramaticales para sistematizar las lenguas indígenas. Porque, en realidad, constituían estrategias de apropiación, resignificación, y sobre-codificación de signos, significados, expresiones, y tradiciones de los pueblos ancestrales. Por ejemplo, como afirman Ramos y Yannakakis (2014) al “momento del contacto” tuvo lugar una particular forma de traducción que consistió en transformar las formas de inscripción indígenas en la escritura alfabética europea, un factor que fue decisivo para la evangelización, la consolidación administrativa de la corona, y la circulación del conocimiento y mercancías.
Por otro lado, siguiendo a Deleuze y Guattari (2004a, 2004b), podemos comprender el proceso de conquista y colonización como un continuo ensamblaje de códigos y flujos provenientes tanto del conquistador como del conquistado – en asimétricas posiciones y con violencia de por medio – que dieron origen al régimen colonial. Es decir, la conquista no fue la supresión definitiva ni la destrucción total de las culturas ancestrales, ya que éstas se convirtieron en parte constitutiva del nuevo orden porque a pesar de ser constantemente sobre-codificadas y des-territorializadas, su acción y resistencia condicionaban y moldeaban la sociedad colonial. Sin embargo, un rol fundamental del poder colonial era invisibilizar, ocultar, y desconocer dicho rol al interior del entramado colonial, como ejemplificamos más adelante.
A diferencia de las expediciones del siglo XVIII de José Celestino Mutis, la Misión Geodésica Francesa, o Alexander von Humboldt influenciadas por un espíritu ilustrado, aunque no totalmente distanciadas del eurocentrismo colonial. El diccionario de Fernández de Castro del temprano siglo XVII no fue guiado por una actitud filantrópica o académica, sino más bien por intereses de expansión territorial propios de la función burocrática que desempañaba. Aunque cabe recalcar que el Conde de Lemos fue un mecenas de varios autores del “Siglo de Oro” español, entre ellos, Cervantes, Lope de Vega, y Góngora.
Además, es importante indicar que Fernández de Castro nunca estuvo en Quito, ni siquiera en América. “La descripción de la provincia de los Quijos” fue escrita en la metrópolis colonial y consistía en una recopilación de informaciones enviadas desde las Audiencias de Quito y Panamá en 1607. Como afirma su autor “yo é tomado a mi cargo el darles forma y estilo conveniente, y puesto en limpio la Governacion de los Quixos” (1608, f. 2). Esto significa que aquel documento pensado para fines oficiales del Consejo de Indias y de la corona, era el resultado de un experiencia indirecta fundamentada en relatos de funcionarios de ultramar que respondían a cuestionarios y preguntas plateadas por la propia metrópolis a fin de recabar información conveniente a sus intereses. Entonces, no existía la intención de obtener un ‘conocimiento directo’ o una descripción fidedigna del territorio y sus características desconocidas en el Viejo Mundo, sino era extender la experiencia colonizadora en nuevos recursos potencialmente explotables y comercializables. Tal como lo afirma el mismo Fernández de Castro:
…pudiera estenderme en narraciones de fieras, fuentes, plantas y flores aromáticas, en la superstición y culto barbaro de las naciones, cosas todas que admiran y divierten, pero solo me á venzido el gusto y la curiosidad en las notables y famosas de aquella Provincia (…) é recogido aquello solamente que la esperiencia del officio me á enseñado a notar que es de importancia para la buena expedición de los negocios (Fernández de Castro, 1608, f. 2b).
Por lo tanto, el documento en discusión representa una síntesis imperial-burocrática de los elementos que eran de “importancia para los negocios” de la corona. Así, las plantas, frutas, animales, y recursos descritos en el diccionario eran relevantes únicamente en cuanto mercancías de interés del mercado colonial. Por ello, no era importante tener una experiencia directa de la provincia de los Quijos, no se trataba per se de conocer las maravillas del Nuevo Mundo, porque en realidad se trataba de insertar en la lógica del mercado colonial aquellos productos que resultaban útiles. Sin embargo, la definición de aquella utilidad – a diferencia de lo que pensaba Fernández de Castro – si requería una experiencia directa y un conocimiento del territorio en cuestión. Frecuentemente, en la documentación de la época la información recabada sobre flora, fauna, y recursos de la América Española se señala como proveniente de funcionarios reales o de misioneros desde regiones remotas o inhóspitas. Sin embargo, este conocimiento si estaba sustentado en una experiencia directa y en una sabiduría milenaria de los pueblos indígenas sobre sus territorios. Los innumerables diccionarios, vocabularios y descripciones sobre el Nuevo Mundo eran, entonces, resultado de una apropiación epistémica (también material) y una invisibilización de amautas, pendes, umus, o hampicamayoc, quienes eran hombres y mujeres poseedores de los saberes ancestrales. Es así como, el conocimiento indígena referente a sus territorios y recursos era desterritorializado y sobre-codificado para ser convertido (al menos potencialmente) en una mercancía, en un objeto sujeto a la expansión colonial en el Nuevo Mundo. Un ejemplo paradigmático de esta situación fue la apropiación de los conocimientos indígenas sobre la quina – sobre-codificada como Cinchona – e insertada en el mercado global del siglo XVII como quinina, particularmente, desde los territorios de la provincia de Loja (véase Crawford, 2016).
Ahora bien, en la descripción de Quijos, Fernández de Castro incluye términos referentes a fauna y flora como: arcabucos, plátanos, bejucos, rábanos, papas, yucas, armadillos, dantas, papagayos, faisanes, entre otros. Sin embargo, será la “granadilla de los quixos” el vocablo particular que reciba mayor atención del Conde de Lemos. Estas son sus palabras:
“Las granadillas fruta maravillossa y particular desta Provinçia (…) dan agrandable testimonio de las grandeças del artífice pues haviendosse recojido en ellas todas las exçelençias de las otras frutas; sacaron suave eminencia en cada calidad y ansi entre las cosas de su género, an gozado siempre de superior estimación, (…), de color amarillo, la cascara un poco guessa y blanda, muy conbeniente al usso de las conservas en que suele lograrse alguna parte, dentro se ençierran unas pepitas blancas y copiossas de carne tan fluyda que siendo manjar se beve a sorbos. El savor es dulce y mezclasse con un agrio admirable cuya conformidad regalada sobrepuxa la ymaginaçión del apetito, más porque no le falta bondad ni requissito proporcionado al gusto humano ofrece todo esto con el olor mas perfecto q’ pudieron confeçionar unidos el arte y los aromas de mayor precio y suavidad, sus calidades ocultas son benignas porque es muy fresca y sana esta fruta ,y un hombre de calurosso estomago puede comerla en mucha cantidad sin que padezca la salud y aunque le tenga flaco solo podía temerse de alguna leve relaxaçion (Fernández de Castro, 1608, ff. 7-7b).
La granadilla, codificada como passiflora ligularis, fue una fruta que gozó de amplia popularidad en la colonia por su peculiar sabor para los europeos. Además, fue catalogada como un producto exótico por su sabor y forma particulares, tal como se manifiesta en la descripción de Fernández de Castro. Como sabemos dicha exotización de la naturaleza del Nuevo Mundo no era fortuita sino respondía a un etnocentrismo que pretendía afirmar una idea de superioridad natural de parte de Europa sobre América como se evidencia, por citar, en los trabajos de Cornelius de Pauw y Georges-Louis Leclerc conde de Buffon.
Retomando a Fernández, como mencionamos previamente, su finalidad no se limitaba a ofrecer una poética descripción de una fruta exótica, sino inventariar y exponer productos susceptibles de ser explotados en el mercado colonial. En otras palabras, la granadilla desde la mentalidad colonial no era imaginada como una fruta maravillosa per se, porque en realidad era sobre-codificada como una potencial mercancía. La granadilla efectivamente causó gran interés en la sociedad colonial, por lo cual, existen diversas descripciones y representaciones de ella, ejemplo de ello, es la extraordinaria pintura de Vicente Albán de 1783 (Figura 2) que retrata a una “señora principal con su negra esclava” junto a frutas autóctonas de la Audiencia de Quito como nísperos, naranjillas, cocos, y granadillas, fruta que aparentemente degustan las mujeres.
Fig. 2.
En conclusión, podemos afirmar que la colonización fue un proceso de continua expansión territorial que, en el caso de la Audiencia de Quito, continuó durante todo el siglo XVIII en regiones como Esmeraldas y la Amazonia. En particular, la provincia de Quijos era un objetivo estratégico de la corona por sus recursos, navegación fluvial y, en parte, por narrativas vinculadas al Dorado y las Amazonas. En general, la proliferación de diccionarios, vocabularios y descripciones en el periodo colonial era resultado de la continua expansión territorial de la corona, y no para crear necesariamente instrumentos de educación, lectura, y ocio. En este contexto, es posible enfatizar dos aspectos: primero, que la colonización fue un proceso de sobre-codificación y desterritorialización que incluía, también, la exclusión sistemática de las experiencias ancestrales y la apropiación de conocimientos indígenas para el estudio del Nuevo Mundo. Segundo, que el interés colonial por la naturaleza – denominada como exótica – de América no respondía únicamente a un espíritu ilustrado o filantrópico, sino mayormente a una lógica de expansión territorial para incorporar nuevas mercancías en el mercado global. Es así como, la granadilla de quijos no era solamente una fruta maravillosa de sabor exquisito para Fernández de Castro y el Consejo de Indias, era sobre todo una potencial mercancía con sabor exquisito.
Marco Ambrosi de la Cadena.
Notas:
[1] Se puede acceder a una reproducción digital en el archivo de la Biblioteca Nacional de España http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000258096&page=1
[2] Para este artículo seguimos la foliación y la redacción de la antes mencionada copia digital de la Biblioteca Nacional de España.
Referencias:
Crawford, M. (2016). The Andean wunder drug. Cinchona bark and imperial science in the Spanish Atlantic, 1630-1800. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press.
Deleuze, G., & Guattari, F. (2004a). El Anti edipo: Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paidós.
Deleuze, G., & Guattari, F. (2004b). Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia. Valencoa: Pre-Textos.
Fernández de Castro, P. (1608). Descripción de la gobernación y provincia de los indios quijos. Madrid. Biblioteca Nacional de España. Retrieved from http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000258096&page=1
Ramos, G., & Yannakakis, Y. (2014). Introduction. In G. Ramos & Y. Yannakakis (Eds.), Indigenous Intellectuals. Knowledge, Power, and Colonial Culture in Mexico and the Andes (pp. 1–17). Durham & London: Duke University Press.
Notas de imágenes:
Figura 1: Mapa de la provincia de Quijos. Autor: Fernández de Castro, 1608, ff. 4b-5. Fuente: Biblioteca Nacional de España http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000258096&page=1
Figura 2: Señora principal con su negra esclava. Autor: Vicente Albán, 1783. Autor de la fotografía: Otero Úbeda, Joaquín; Museo de América
Imagen de portada: figura 2 de artículo intevenida digitalmente.