¿Se dice abajo o debajo?
J. Barish.
El significado siempre se comparte como algo social e intersubjetivo, estableciéndose por medio de criterios sociales. No es ni subjetivo ni objetivo ni arbitrario; más bien, es fluido y dinámico, reflejando las interacciones humanas en constante cambio.
Cuando di clases de filosofía por primera vez, sin haberla estudiado formalmente, tuve grandes dificultades hasta lograr realmente comprender lo que tenía que explicar. Con el paso del tiempo empecé a conectar filosofía y literatura, que sí la había estudiado y leído, mucha novela y poca poesía, y recordé esas reflexiones filosóficas de muchos escritores donde se cuestionan el sentido más profundo del lenguaje, y discutía (en mi cabeza, más que con gente) si en verdad el escritor pese a ser conocedor y, me atrevo a decirlo, poseedor del lenguaje, puede usarlo en toda su magnitud para expresar lo que busca. Wittgenstein argumenta que las palabras y los lenguajes no pueden ser simplificados a esencias o definiciones precisas. El significado de una palabra se basa en la manera en que se utiliza en un contexto particular; comprender el significado, implica conocer cómo emplear esa palabra en situaciones específicas. En esencia, el significado no es fijo, sino que se deriva de su uso concreto en el lenguaje (Robinson, 2012).
Cuando hablamos de lenguaje y literatura es inevitable no pensar en Octavio Paz o Jorge Luis Borges, pero mi memoria, siempre apegada a la novela, regresa a Julio Cortázar y sus juegos del lenguaje en Rayuela (2006):
Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano (p. 430).
Cortázar regresa continuamente, aunque no de forma directa, a esa discusión de cómo el lenguaje no es suficiente. Se puede ver en su uso continuo de guiones para unir palabras que le permiten darles un nuevo significado o en el bilingüismo o trilingüismo para expresarse: “Babs que desde el sillón donde Ronald la sujetaba había vuelto a gritar lo de inquisidor, que sonaba casi sepulcralmente a esa-hora-avanzada-de-la-noche” o “[S]e estaba poniendo sentimental, puisque la terre est ronde, mon amour, t’en fais pas con el vino y la voz pegajosa” (p. 226).
El significado siempre se comparte como algo social e intersubjetivo, estableciéndose por medio de criterios sociales. No es ni subjetivo ni objetivo ni arbitrario; más bien, es fluido y dinámico, reflejando las interacciones humanas en constante cambio. Según Wittgenstein, conocer el significado de las palabras y el lenguaje, implica comprender cómo usarlos adecuadamente en un contexto social específico, lo cual implica conocer la gramática de ese juego de lenguaje particular (Robinson, 2012). Y cuando no es solo para Cortázar (2006) que el lenguaje no es suficiente, hay un punto de la novela en el que tampoco lo es para sus personajes e inventan el glíglico:
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia (p. 386).
La importancia de la lengua como actividad social es fundamental para Wittgenstein, ya que el lenguaje y su significado están intrínsecamente ligados a la comunicación y la comprensión entre seres humanos. La dimensión social se refiere a que el «uso significativo» se comparta entre más de una persona. Aunque alguien podría tener un lenguaje privado, si este fuera verdaderamente privado, no sería utilizable para comunicarse o entenderse con otras personas. Experiencias subjetivas, como el dolor, no pueden ser compartidas; aunque se pueda describir un dolor específico para que otros lo conozcan, el dolor sigue siendo algo exclusivo del individuo y, por lo tanto, privado. En este sentido, un lenguaje privado carece de significado. El lenguaje implica, necesariamente, significados que son comprendidos de manera mutua en contextos compartidos, ya sean estos particulares o sociales (Robinson, 2012).
Además, es inevitable pensar en cómo Cortázar decide, de pronto, dejar la ortografía del lado para jugar nuevamente con el lector, hacerle dudar sobre el alcance del lenguaje, eliminando así toda noción de “seguir las reglas” para ser entendido: “El desaparesido kreía en la bida futura. Si lo konfirmó, ke aya en ella la felisidad” (p. 388). Las reglas según explica Wittgenstein (Robinson, 2012), desempeñan un papel crucial al establecer el contexto social de interacciones significativas. Estas reglas no solo limitan a los individuos al definir lo que constituye una acción «significativa», que abarca tanto las acciones lingüísticas como otras, en un determinado contexto, sino que también establecen prohibiciones y, de manera más precisa, delinean lo que carece de significado en dicho contexto. El filósofo austriaco destacó la distinción entre seguir reglas e interpretarlas. Subrayó que la comprensión de una regla no siempre implica una interpretación, sino que puede manifestarse en la acción real de «obedecer una regla» o «ir en contra de ella». Según él, debemos limitar el término «interpretación» al reemplazo de una expresión de la regla por otra. Las reglas, incluida la lógica de un juego, pueden variar en estabilidad, formalidad e institucionalización, pero siempre constituyen patrones de conducta y no deben ser consideradas como «lentes» a través de las cuales ver o interpretar el mundo. El acto de seguir una regla es un proceso delicado, ya que las reglas no imponen coerción, sino que ofrecen orientación. Son compartidas y arraigadas en las costumbres en lugar de ser externas y objetivas. La regla no impone, sino que guía y establece una costumbre, ya que es habitual seguir carteles como indicadores. En su perspectiva, una regla está presente como una señal, y seguirla ocurre de manera automática, sin reflexión, simplemente porque la regla existe y es una práctica común seguirla, pero cuando cuestionamos los límites del lenguaje no queda más que cuestionarse las reglas y sus significados; a lo que Cortázar, en una entrevista, señala: “hay una paradoja terrible en que el escritor, hombre de palabras, luche contra la palabra. Tiene algo de suicidio. Sin embargo, yo no me alzo contra el lenguaje en su totalidad o su esencia. Me rebelo contra un cierto uso, un determinado lenguaje que me parece falso, bastardeado, aplicado a fines innobles” (Harss, 1966, p. 282).
En la intersección de filosofía y literatura, se revela la complejidad del lenguaje y su incapacidad para capturar completamente la realidad. Cortázar, al inventar nuevas formas de expresión y Wittgenstein, al desafiar la rigidez de las reglas, destacan la necesidad de explorar más allá de las limitaciones del lenguaje establecido. En última instancia, la reflexión de Cortázar sobre el uso del lenguaje, su resistencia y su búsqueda de autenticidad resuena como un recordatorio de la constante lucha del escritor contra un lenguaje que considera falso o degradado, una lucha que, aunque desafiante, sigue siendo esencial para preservar la integridad del lenguaje y su capacidad de expresar verdades más profundas. “Lo único que prueba mi lenguaje es la lentitud de una visión del mundo limitada a lo binario. Esta insuficiencia del lenguaje es evidente, y se deplora vivamente” (Cortázar, 2006, p. 416).
J. Barish.
Escritora inexperta, estudiante continua, soñadora, cantante frustrada, fanática de los adjetivos.
Referencias:
Cortázar, J. (2006). Rayuela. Fundación promotora colombiana de cultura.
Harss, L. (1966). Los nuestros. Editorial Sudamericana
Robinson, J. (2012). Wittgenstein: sobre el lenguaje. Estudios: filosofía, historia, letras. 10. 7. 10.5347/01856383.0102.000191959.
Imagen tomada de discord.com e intervenida digitalmente.