El impostor
Por: Pedro González Serrano.
el existencialismo del impostor que hemos expuesto podría remontarse al objeto que sólo adquiere espesor o significación mediante el acto de creer en él
Escasean obras literarias que prescindan de la figura del impostor, un personaje que asume una identidad ajena, siempre al borde del límite de la ley moral.
¿Es el impostor un meta-personaje? Un personaje de un personaje que actúa dentro de una ficción? ¿Impostar, implica necesariamente ocultar la identidad? ¿O es la identidad el devenir de una constante impostura, a la que se adopta la psiquis camaleonicamente? Bajo esta concepción de la impostura como origen de la identidad podemos citar varias obras maestras: Jay – el Gran Gatsby, protagonista de la obra de Scott Fitzgerald, construye una identidad completa basada en el lujo y la riqueza para acercarse al amor de su vida, Daisy Buchanan, algo similar sucede con Madame Bovary de Flaubert, y posiblemente con Gregor Samsa en la Metamorfosis de Kafka, pero Jorge Luis Borges, jamás necesitó ocultar la identidad de Tom castro, el impostor inverosímil, ni profirió la adopción de su impostura, porque la condición sine qua non de impostor es contar con un ingenuo.
El impostor es como [no] vemos, un objeto vaciado de concepto, ya que depende de otro -el ingenuo- que incluso como sucede en el Quijote podría ser él mismo. Podemos plantear entonces al impostor como un “ser para otros”, así es como define Sartre incluso al propio ser humano (Sartre, 2004). El existencialismo[1] describe cómo nuestra identidad no solo está en nosotros mismos, sino también en la mirada y el reconocimiento del otro, este concepto ha sido adoptado -por decirlo de una manera generosa- por Fukuyama (2019) mientras profundiza sobre la identidad y la política. Creo que el existencialismo del impostor que hemos expuesto podría remontarse al objeto que sólo adquiere espesor o significación mediante el acto de creer en él, y esta es sin duda, una mirada fenomenológica[2] (Husserl, 2006), cuyo origen dialéctico[3] en Hegel es ineludible, así podemos retrotraer este concepto a Rousseau e incluso a Heráclito. Empiezo a ver matices de impostura incluso en lo más profundo de la filosofía!
La idea de este pequeño ensayo, surge tras una conversación con mi esposa, que habló de un texto de Rosa Montero, que hablaba de Borges. Soy otro impostor, pero a diferencia de los personajes ficticios y reales que he nombrado, yo estoy consciente de la culpa que implica el acto analizar el conocimiento ajeno. ¿No es eso acaso otra forma disfraz?. Pero recuerda, todo impostor necesita de un ingenuo.
Pedro González Serrano. Médico especialista en Endocrinología Reproductiva. Mgt. en Filosofía
Referencias:
- Fukuyama, F., y A. G. Maldonado. (2019). Identidad: La Demanda de Dignidad Y Las Políticas de Resentimiento. https://www.researchgate.net/profile/Ignacio-Alvarez-Rodriguez/publication/350732443_Identidad/links/607d4d99881fa114b41181cb/Identidad.pdf.
- Husserl, E. (2006). Ideas Relativas a Una Fenomenologia Pura y Una Filosofia Fenomenologica. Fondo de Cultura Economica.
- Sartre, J. (2004). Ser y la nada. Losada.
Notas:
[1] En el existencialismo, Sartre nos propone que los humanos no nacen con un propósito y peor aún con identidad, sino que cada persona crea su propio sentido de vida mediante sus decisiones, asumiendo total responsabilidad por lo que elige ser.
[2] Para Husserl solo podemos conocer el mundo mediante nuestra experiencia consciente. Por ejemplo, un trueno no «existe» como fenómeno hasta que lo percibimos; es nuestra conciencia la que le da sentido.
[3] En la dialéctica del amo y el esclavo, Hegel muestra cómo dos conciencias se enfrentan buscando reconocimiento. Una se somete y otra domina. Sin embargo, el amo depende del esclavo para existir como tal, mientras que el esclavo, al trabajar y transformar el mundo, alcanza mayor autoconciencia y libertad.