El papel del filósof@ hoy
Por: Paulo Freire-Valdiviezo
En este mundo complejo, inequitativo, desigual y en permanente crisis, el papel del filósofo es crucial, pues está relacionado, en primer lugar, con la búsqueda de la verdad, palabra cada vez más difusa, pero, que, en el contexto actual, se vuelve tan necesaria como respirar. Su papel está relacionado también con el fomento del debate abierto, lo que, en sociedades cada vez menos democráticas, es casi imposible encontrar.
En un texto anterior planteé algunas ideas sobre el papel de la filosofía hoy, haciendo énfasis en su papel dentro de la vida cotidiana, y, sobre todo, para pensar y solucionar los problemas sociales que cada vez se profundizan. Obviamente, el texto quedó corto para plantear la infinidad de aportes que puede dar la filosofía, y es esencial seguir discutiendo, con el esmero, la seriedad y la claridad que lo tratamos de hacer acá en Mundana, sobre el papel de la filosofía hoy; sin embargo, hay una pregunta que me ha rondado por la cabeza estos últimos días, que tiene conexión con lo anteriormente planteado, pero, enfoca el tema en el sujeto pensante (como diría mi profe de filosofía moderna), y sobre todo, en el Ser Humano que tiene como etiqueta la de ser un filósof@, por tanto, ya habrán podido intuir que la pregunta es ¿cuál es el papel del filósofo/a hoy?
Esto nos lleva a responder, primero, otra pregunta ¿qué es un filósof@? Aparentemente, la respuesta es sencilla, pues podríamos decir que, es aquella persona que de una u otra manera se dedica a la filosofía, es decir, a estudiar las ideas sobre la realidad, la ética y el conocimiento, y buscar la verdad a través de la reflexión y el pensamiento. Podríamos hacer una lista larga de personajes que, a lo largo de la historia, han sido considerados como filósof@s, pero, la finalidad de este texto no es esa, sino, más bien, entender qué hacen, y, sobre todo, cuál sería el papel de ellos y de ellas en este mundo tan complejo como es el que nos ha tocado vivir.
Entonces, para la discusión de este texto, he decido hacer énfasis en que el filósof@ es aquella persona que buscar la verdad a través de la reflexión y el pensamiento. En este contexto, de arranque, ser un filósofo ya es una actividad que, desde la lógica de la razón práctica, carecería de práctica en sí misma, porque la reflexión y el pensamiento es una actividad no necesariamente lucrativa, y, sobre todo, no puede realizarse dentro de la velocidad que implica la vida y la rutina en la que se vive hoy.
Uno de los debates fundamentales en materia de presupuestos estatales y políticas públicas tiene que ver con los resultados inmediatos que cada actividad genera, lo que los especialistas han dado por llamar inversión pública y gasto público. Lamentablemente, en una sociedad regida por la inmediatez de los resultados y la necesidad de responder a los indicadores de cumplimiento de la calidad, el pensamiento y la reflexión son cuestiones no tangibles, que difícilmente van a poder medirse, lo que les convierte en un gasto, cuando, hoy más que nunca, son una inversión. Si miramos y escuchamos atentamente, los discursos políticos se encaminan a encasillar a las artes y a las humanidades como gastos que deben ser recortados, pues no tendrían una aplicación práctica, lo que lleva a que, a nivel global, no solo latinoamericano, los presupuestos para la formación e investigación en el ámbito de las artes y las humanidades sean cada vez más escasos, sino, nulos.
Esto que parecería una cuestión que nada tiene que ver con la pregunta sobre el papel de filósof@ es en realidad esencial, pues, la capacidad crítica y reflexiva no es un súper poder que solamente pueden desarrollar ciertas personas con un coeficiente intelectual elevado, sino, es una habilidad, una capacidad, o como quieran llamarlo, que puede ser desarrollada desde un proceso de formación y entrenamiento que esté totalmente enraizado en el sistema educativo y la política pública de una nación.
Ahora bien, hay muchísima literatura especializada que nos habla sobre la necesidad que tiene el poder político, económico y cultural de que la capacidad crítica y la capacidad creadora sea patrimonio de pocas personas, lo que asegura que el engranaje siga tal cual está, provocando una sociedad cada vez más inequitativa, cada vez más violenta y desigual. En este contexto, en el cual la situación se ve más complejizada por la crisis climática, el acceso cada vez más restringido a la salud pública de calidad y a la educación pública de calidad, es necesario preguntarse por el papel que deberían cumplir los filósof@s (aunque el deberían suene a receta).
En este mundo complejo, inequitativo, desigual y en permanente crisis, el papel del filósof@ es crucial, pues está relacionado, en primer lugar, con la búsqueda de la verdad, palabra cada vez más difusa, pero, que, en el contexto actual, se vuelve tan necesaria como respirar. Su papel está relacionado también con el fomento del debate abierto, lo que, en sociedades cada vez menos democráticas, es casi imposible encontrar. Otra cuestión fundamental, y que ya lo entendió la filosofía de la liberación latinoamericana, tiene que ver con la orientación para percibir las condiciones sociales y entender que no son naturales ni fijas.
Solamente con estas pocas ideas ya podemos darnos cuenta del papel crucial del filósof@ en la sociedad actual, y, más aún si entendemos que desde la filosofía se pueden abordar cuestiones fundamentales para el ser humano como el conocimiento, la formación de una convivencia pacífica y la comprensión y el respeto por las diferencias.
Estas cuestiones que parecen sencillas, son en realidad cruciales, más aún, en un país en el que en pocos meses hemos tenido oscuridad de todo tipo, y que parecería que no encontramos la luz y la claridad para salir del letargo en el que nos encontramos. Hoy que parecería que los filósof@s son como los músicos del Titanic, que, a pesar de que el barco se hunde no dejan de pensar, de reflexionar y de discutir, es necesario multiplicar gente que lo haga, pues pensar que las artes y las humanidades son un gasto público, es no entender la potencia que se encuentra en la creación y el pensamiento.
Paulo Freire-Valdiviezo. Aprendiz de profesor.
Imagen tomada de la película Titanic e intervenida digitalmente.