El proyecto fracasado de “lo humano” a partir de la ontología del nosotros
Por: Alicia Martínez
¿Es posible hablar de un nosotros? Se puede afirmar que sí, a condición de que superemos (¿retornemos?) a la política de los proyectos comunes antes que los proyectos particulares identitarios, donde mi relación con el nosotros se trascienda en lo común y no en lo específico o particular
Habrá que empezar reconociendo que el ámbito de “lo social” en la obra de Jean Paul Sartre El Ser y la Nada queda apenas esbozado en tanto que, incluso estructuralmente, el Mitsein y el nosotros, ocupa la tercera parte de un texto que tiene por objetivo fundar las claves de una ontología general. Sin embargo, por ello es oportuno observar cómo aquella condición “inexplorada cabalmente” es la que nos permite aventurarnos a sostener el argumento de este ensayo -muy provisional y arriesgado- que la dinámica de la política del reconocimiento de los sujetos que actualmente copa las agendas de lo político está condenada al fracaso tanto en lo táctico como en lo estratégico.
Esta idea se sustenta en que las agendas identitarias que actualmente hegemonizan el tablero de la lucha política se hallan cargadas de una positividad afirmativa que reivindica la construcción de un nosotros-sujeto capaz de reconocer una humanidad presente en todas las personas, sin advertir que dicha estructura social no es más que una experiencia psicológica incapaz de albergar una conciencia intersubjetiva y, por ello, sus pretensiones de des-esencializar lo humano en múltiples representaciones de la humanidad, y erradicando cualquier conflictividad respecto al tercero que constituye el nosotros, resulta tácticamente improcedente puesto que, como señala Sartre, “la esencia de las relaciones entre conciencias no es el Mitsein sino el conflicto” (2013, p. 584).
Dicho la anterior, el ámbito del nosotros-sujeto como expresión de una multiplicidad de encarnaciones de lo humano que actualmente se reivindica como ampliación del campo de disputa por el reconocimiento, tan solo configura un proyectum inalcanzable en la medida en que se propone la construcción de un “nosotros-en-sí” que omite la necesidad del concurso de la mirada del tercero para constituir un “nosotros-para-el-otro”. En tal sentido, las convergencias identitarias que sostienen la política pretenden construir identidades “para-sí” sin legitimar/admitir la necesaria existencia de la mirada del tercero como el acto constituyente del proyecto de reconocimiento de un “nosotros-para-sí”. Así, creer posible una política sin la conflictividad entre un “nosotros-nuestro” y un “ustedes” mirado desde el otro resulta improcedente.
De la misma manera en que Sartre señala que la existencia de una lucha entre uno y el otro por la posibilidad de trascenderlo o ser trascendido al momento del encuentro de las miradas, el filósofo Tristan García apunta:
«Sabemos que dices «nosotros», pero no lo dices como lo hacemos nosotros. Lo sabemos por nuestras prácticas, nuestros usos, nuestras ideas, que difieren. Eso somos nosotros: tanto la posibilidad de ser todos, la vaga promesa en el lenguaje de la pertenencia universal, como la asignación concreta a una identidad particular, a lo que somos y a lo que no eres, incluso si dices «nosotros» a tu manera». [1] (2016, p. 7)
De esta forma, podemos afirmar que el nosotros no puede convertirse en un universal positivo ni por la concepción del objeto ni del sujeto. Partiendo desde el campo del nosotros-sujeto no es posible construir/fundar un nosotros político más que en lo psicológico y por lo tanto supondría un error táctico. Por su parte, si avanzamos hacia el campo del nosotros-objeto, –que se establece en el campo de lo estratégico cuando se colocan adversarios conceptuales como “el capitalismo”, “el patriarcado”, “el racismo” como los objetivos a vencer desde la comunidad del nosotros- desde la perspectiva de Sartre podría objetarse este enfoque, ya que se estaría suponiendo una equidistancia o simetría de la experiencia constitutiva de un nosotros-objeto de la clase opresora, lo cual resulta inoficioso para los dominadores en tanto que fundar su nosotros pondría en peligro la hegemonía de un Mitsein universal mas basto.
Observando lo anterior, es posible afirmar que la estrategia de convergencia política de este “nosotros” universalista que se funda en la radicalización de las identidades resulta ocioso, sea por la anulación del tercero humano -lucha de clases- o por la construcción un proyecto de humanidad abstracto que solo puede realizarse con el concurso de la idea de dios -teología-, y como señala Sartre: “pero caracterizándose Dios como ausencia radical, el esfuerzo por realizar la humanidad como nuestra es sin cesar renovado y termina sin cesar en fracaso” (2013, p. 575)
Entonces, ¿es posible hablar de un nosotros? Se puede afirmar que sí, a condición de que superemos (¿retornemos?) a la política de los proyectos comunes antes que los proyectos particulares identitarios, donde mi relación con el nosotros se trascienda en lo común y no en lo específico o particular; donde sea posible converger como trascendencias indiferenciadas y no como trascendencias autoidentitarias y autodeterminadas desde la particularidad de un “en-si” idealizado y donde el proyecto de los otros sea donde se integra el proyecto del yo sin anularlo, tal como señala Sartre: “El nosotros implica una pluralidad de subjetividades que se reconocen como tales” (2013, p. 563).
Es posible hablar de un nosotros en tanto que asumamos la libertad como un ejercicio emancipador que potencia la libertad del yo y del prójimo en una comunidad de comunes y no en la conjunción de los particulares. Un nosotros que afirme que las identidades son parte indisociable del desarrollo dialéctico del “en-si” y el “para-si” y por lo tanto concentrarse en ellas en el campo de lo político además de inoficioso en lo táctico y lo estratégico, posiblemente sea el problema para el desarrollo de la emancipación de nuestro-nosotros-oprimido y no de un nosotros neutral propio de un humanismo individualizante.
Alicia Martínez. Humana. Estudiante de la filosofía. Creo en que la humanidad puede ser lo que esperamos hacer y que es posible un mundo para todxs; en la filosofía como un acto de despertar a las estatuas de sal y para derribar a los ídolos.
Referencias:
- Garcia, T. (2016). Nous. Paris: Grasset & Fasquelle.
- Sartre, J. P. (2013). El Ser y la Nada. Buenos Aires: Losada.
Notas:
[1] La traducción es de la autora