El régimen colonial capitalístico según Rolnik
Por: Emy Daniela Díaz
En el contexto actual del régimen colonial capitalístico, Rolnik (2019) bautiza esta explotación como «proxeneta». Esto quiere decir que ya no se apropia solamente de la fuerza de trabajo y la cooperación, sino de la propia vida, concretamente de su potencia de creación y transformación en la emergencia misma de su impulso (Rolnik, 2019, p. 28). La autora explica que la explotación opera en los cuerpos y consigue resultados a través de la seducción.
En la dieta del capitalismo, la que pertenece al presente continuo, se puede evidenciar aquello que este engulle para reproducirse: lo que degolla mientras se alimenta, lo que destaja para absorber sangrando. Se aprovecha de diversas violencias: patrimoniales, psicológicas, físicas o una perversa mezcla de todas ellas. Estas son usadas como opciones, como los toppings que los obreros del capitalismo aplican para engullir a sus presas.
En la explosión de conceptos y fluidos que supone el capitalismo vigente, Suely Rolnik[1] (2019) propone que el régimen colonial capitalístico ha cambiado de alimento. En la actualidad, obtiene su fuerza vital de una fuente adicional que resulta de un abuso: el abuso de la vida, es decir, la dimensión proxeneta del capitalismo (Rolnik, 2019, p. 69). Hace más de cinco siglos, este sistema se nutría del control y la explotación de las fuerzas de trabajo, por ejemplo, a través de la instalación sistemática de enfermedades crónicas que avanzaban mediante la polinización o hibridación de violencias. También mediante el control intergeneracional global de los cuerpos, tanto tecnológico como religioso, como norma y precepto.
Esta dominación también se compone de bacterias y habitualmente desarrolla inmunidades teóricas. Las bacterias necesitan nutrientes para crecer. En esta guerra de subjetividades, Rolnik (2019) establece que:
(…) el ámbito de la fuerza vital de la cual se alimenta el capitalismo ya no se reduce a su expresión como fuerza de trabajo, lo que implica una metamorfosis radical de la propia noción del trabajo. Eso se acompaña de una paulatina dilución de la forma de Estado democrático de derecho, de la cual dependían las leyes laborales propias del régimen en su versión anterior. (p. 27)
En el contexto actual del régimen colonial capitalístico, Rolnik (2019) bautiza esta explotación como «proxeneta». Esto quiere decir que ya no se apropia solamente de la fuerza de trabajo y la cooperación, sino de la propia vida, concretamente de su potencia de creación y transformación en la emergencia misma de su impulso (Rolnik, 2019, p. 28). La autora explica que la explotación opera en los cuerpos y consigue resultados a través de la seducción.
En esta línea, Rolnik (2019) señala:
Lo que se genera en este proceso son formas de existencia de las cuales se extrae libremente capital económico, político y cultural. Por ende, y mediante las acciones del propio deseo, la subjetividad alimentará la acumulación de capital y su poder, ofreciéndose gozosamente al “sacrificio”, como la trabajadora sexual que, mientras no le cae la ficha, se ofrece a su proxeneta con la esperanza de que este le asegure no solo la supervivencia sino el propio derecho a existir. (p.70)
Es evidente que el gozo colonizado no es placentero cuando la vida depende de ello. Menos aún cuando el derecho a existir tiene un dueño externo. Según Guattari y Rolnik (2005):
La cuestión consiste en saber si no hay otra manera de ver y practicar las cosas, si no hay medios de fabricar otras realidades, otros referenciales, que no tengan esa posición castradora en relación con el deseo, que no atribuyan esa aura de vergüenza, ese clima de culpabilización que hace que el deseo sólo pueda insinuarse, infiltrarse secretamente, ser vivido en la clandestinidad, en la impotencia y en la represión. (p. 255)
Seguramente, lo más peligroso del pensamiento de Rolnik es que siempre está en movimiento, que transporta el vértigo de lo que está vivo, como un pensamiento que succiona nuestras vísceras a través de los impulsos de los neurotransmisores del sistema digestivo. El mismo que mantiene en constante movimiento todas las conexiones que la mente quiere apagar y que el corazón, con fatiga, nos obliga a recordar.
Emy Daniela Díaz. Investigadora. Filosofía, Política y Artes. Profesora en UTPL, Ecuador. Historiadora del Arte de la UASB. Master en Relaciones Internacionales, Diplomacia y Política Exterior del IAEN. Autora del libro: Mujeres de la diáspora ecuatoriana en Génova. Migración, identidad y memoria.
Referencias:
- Guattari, F. y Rolnik, S. (2005). Micropolítica. Cartografía del deseo. Vozes.
- Rolnik, S. (2019). Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. Tinta Limón.
- Rolnik, S. (24 de julio de 2019). En Suely Rolnik: Hay que hacer todo un trabajo de descolonización del deseo. Entrevistada por Sarah Babiker. Diario El Salto. https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-suely-rolnik-descolonizar-deseo.
Notas:
[1]Filósofa, escritora y académica brasileña, trabajadora del psicoanálisis y polímata nacida en 1948. Profesora titular en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo desde 1979, con una perspectiva de investigación transdisciplinar
Imagen tomada de noticonquista.unam.mx e intervenida digitalmente.